Parece obvio que en esta fase de grupos de la Eurocopa los equipos no están tan conjuntados ni funcionan a la perfección sus engranajes todavía, y están dejando partidos embarullados, en los que hasta los más potentes —y sobre el papel firmes candidatos a llevarse el título— están teniendo dificultades para empatar o ganar, algo bastante normal dadas las circunstancias previas de la competición, que tuvo que aplazarse un año por la pandemia del coronavirus. Y España no ha sido una excepción en eso: aunque lejos de aquel estándar de futbol vistoso y efectivo de Aragonés y Del Bosque, la selección jugó bien su primer partido frente a Suecia y creó muchas ocasiones, pero no se tradujeron en goles.

Pese a la falta que nos hacía, Morata no marcó, y además falló la ocasión aparentemente clara del minuto 37. Digo aparentemente porque no creo que fuera de esas ocasiones prácticamente cantadas, el delantero solo frente al portero rival: basta mirar con detenimiento la jugada completa para ver que el error principal ahí está en la actitud dubitativa en exceso de Jordi Alba, que tarda en decidirse con el pase, dando tiempo a los defensas suecos para colocarse en el área y dificultar el disparo del delantero, da igual si era Morata, a cualquier otro en su lugar le hubiera resultado difícil meter ese balón. Pero el único pitado fue Morata, que ya lo había sido en algunos partidos previos oficiales y amistosos de la fase de clasificación. Es un poco ridículo, pero qué se le va a hacer, en España somos así y así nos va, da igual si se trata de política que si de cultura o deporte.

Luego la bola fue creciendo, alimentada por los periodistas deportivos y el propio seleccionador, empeñado en dar explicaciones más tendentes a reforzar su independencia y autoridad —obvias para cualquiera, e innecesarias en la sala de prensa— que a concretar aspectos de su esquema de juego o sus intenciones para cada jugador. Luis Enrique optó por una táctica de apoyo que probablemente Morata no necesitaba, y que podía incluso perjudicarle cara al segundo partido, esa responsabilidad añadida, cuando en realidad la responsabilidad —tanto del rendimiento del equipo como en cuanto a marcar goles— es de todos los jugadores, centrales, laterales, centrocampistas o delanteros.

Finalmente Morata marcó en ese segundo partido el sábado contra Polonia, el estupendo Gerard Moreno pudo tirar muy bien y tiró fatal un penalti que hubiera supuesto la clasificación para octavos, y tuve claro que me gusta tan poco el esquema de Luis Enrique (¡Marcos Llorente desaprovechadísimo de lateral!) como los indultos de Sánchez, pero —parafraseando a Garamendi— si esto al final acaba en que ganemos, pues bienvenido sea…