Tenerife es un extraordinario lugar al que no hay que dejar de ir por este miserable del que hablo y todos sabemos. Satanás existe en la manera que cada uno quiera imaginar. Y ahora ha surgido en la bella isla canaria. Me cuesta no reivindicar la pena de muerte (PM) para el caso. Pero lo consigo. La Prisión Permanente revisable (PPR) tampoco me convence, aunque es una solución menor. Aun en el caso de que se convirtiera en cadena perpetua (CP), no conseguiría el objetivo principal: el arrepentimiento del sujeto. No cabe esa posibilidad. El arrepentimiento es asunto de la conciencia, y no tiene señales inequívocas.

El castigo que merece este fulano, subhomínido, es el remordimiento. El remordimiento, el resto de su vida. Pero eso es algo que escapa a la sentencia de los jueces. Ojalá que no fuera así. Pero lo es. Alguna vez imaginé el Trasmundo, más allá del que me enseñaron en mi niñez católica. Y arreglé una situación, que mis imperativos categóricos se empeñan en llamar lugar, en la que cada cual entraba tras su óbito, con todo el peso de sus faltas. Y allí, purgaba en remordimiento ese instante de eternidad que dura ese Trasmundo. Otra vez el imperativo categórico, ahora del tiempo, interfiriendo en el concepto. Para la inmensa mayoría ese remordimiento sería, cuando menos, muy llevadero. Lo aseguro. Es un remordimiento catártico.

Sucedería que, al saltar a esa nueva situación, adquirimos una perfecta visión cabal de la condición moral de todo cuanto hemos hecho, con libertad de conciencia, en la vida recién dejada atrás. Naturalmente, los errores de egoísmo y similares cometidos, sin dejar uno, se nos vendrían encima, y los purgaríamos ad aeternum y nunca mejor dicho.

Un fulano, al que considero expulsado de la raza humana, como éste que digo, vería atrozmente ante su consciencia la abyección de lo que ha ejecutado. Y una sierpe incesante, en forma de remordimiento, le socavaría en el alma, y para siempre, cualquier mínimo brote de esperanza. Yo confío en que sea así. Acaso parezca sádico, pero me da igual. Si se ha matado, y espero que sí, así estará ahora mismo, en su ahora mismo incesante. No paga con la muerte, ni con la privación completa de libertad en vida. Paga con el remordimiento. En esta vida no se lo podemos administrar, pero en este Trasmundo particular que el magín mío pergeñó, tengan por seguro que es así. 

Nadie tenga piedad de él. La Justicia es un bien superior a la compasión. Ni PM; ni PPR; ni CP: Remordimiento para la Eternidad para este segundo Satanás. Y no es venganza, es restitución del equilibrio por él causado.