El 8 de Marzo del 2018 lo recuerdo como un día histórico para nuestro país. Viví la primera gran manifestación feminista en la que miles de personas salían a la calle para gritar en contra de la discriminación, el acoso y la violencia contra las mujeres.

Fue una tarde emocionante, las calles se llenaron de personas gritando fuerte contra el patriarcado y el machismo que cada día vive entre nosotros, nos mata, nos humilla, nos arrasa y nos devora.

El feminismo, aquellos días, fue portada de periódicos y telediarios, y no el asesinato de otra mujer a manos de su pareja aumentando el número de asesinadas por violencia de género. En nuestro país llevamos contabilizando a las víctimas por violencia de género desde 2003 y hasta la fecha son más de mil las mujeres asesinadas a manos de sus parejas y más de cuarenta los niños asesinados por sus padres como venganza. La última semana ha sido especialmente dura tras conocer el asesinato de las niñas de Tenerife y el de Rocío Caíz en Sevilla.

Llevo muda varios días sin saber muy bien qué decir, ni cómo escribir sobre ello, soy muy vehemente. Nos están matando cada semana, siento rabia, dolor y mucha impotencia.

Mientras nuestra clase política se preocupa de poner el himno de España en las aulas, partidos políticos recogen firmas en favor de la unidad de nuestra Españita y todos os hacéis cruces por los malditos indultos en Cataluña, en el mes de mayo han muerto ocho mujeres a manos de sus parejas, llevamos diecinueve en lo que va de año y no podemos quedarnos sin decir o hacer nada. Se necesita un compromiso político y social sin fisuras, porque todos podemos hacer mucho más, debemos hacer mucho más. Es urgente proteger a las mujeres.

Nuestra clase política tiene que apartar de las instituciones a los partidos que niegan la violencia machista. No es violencia intrafamiliar, aquí solo nos matan a nosotras, y si no nos matan, nos dejan muertas en vida, matando a nuestros hijos. Maldad en estado puro, no es locura, no son psicópatas, son maltratadores que quieren hacer daño, «porque si no eres para mí, no eres para nadie, porque no vas a volver a ver a tus hijos, porque eres una zorra por irte con otro y dejarme, porque eres una mala madre, te voy a quitar lo que más quieres, para que sufras».

Dejen de mirar para otro lado, señores del Partido Popular y lo poco que le queda a Cs, dejen de tener como socios en sus Gobiernos regionales a quienes no condenan los asesinatos a las mujeres, a los que no condenan el machismo, aléjense de ellos, porque si no se están convirtiendo ustedes en cómplices de la violencia y maltrato hacia todas nosotras.

Han descuartizado a una niña de 17 años que deja un hijo de cuatro meses huérfano en Sevilla; han asesinado y tirado al mar en bolsas a dos niñas pequeñas en Tenerife. Esto es violencia de género. Hasta cuándo van a seguir jugando a algo tan peligroso como permitir tener socios de gobierno que no condenan la violencia hacia las mujeres. Hasta cuándo van a permitir que nos pisoteen y que se rían del feminismo y las feministas, porque feministas debemos ser todos.

Ya basta de agachar la cabeza, me han educado en el machismo, como toda mi generación. Poco a poco, a lo largo de los años, he ido entendiendo la importancia de alzar la voz y decir basta ante micromachismos, bromas de mal gusto o situaciones incómodas. A los que dicen que días como el 8M son de feminazis les digo que no tienen ni idea; el feminismo es necesario, es el principio de igualdad de derechos entre mujeres y hombres ¿cual es el problema? Es sencillo, ¿no creen? Me resulta increíble que muchos no estén cómodos hablando de igualdad entre hombres y mujeres, o que en pleno siglo XXI tengamos que ver fotos de eventos profesionales donde sólo salen hombres, o que tras ver un documental sobre la vida de una víctima de maltrato, de clase alta y considerada personaje público, la cuestionamos como víctima. La violencia de género, el machismo, también están camuflados de buena educación, posición social y buenas maneras, así es como seduce antes de sacar sus feroces garras. Poco a poco anula, nos hace pequeñas y nos silencia. Hay que ser valiente, dar un paso al frente y no tener miedo.

Rocío Carrasco lo ha hecho tras años de infierno y toda la sociedad debería apoyarla, porque a las víctimas se las protege, no se las cuestiona y, por desgracia, las mujeres no denuncian por lo mismo, piensan en las represalias del maltratador, piensan en que nadie las va a creer. He visto todos los capítulos del documental y, guste o no, ha servido para ayudar, se han incrementado las llamadas por maltratado al 016, muchas mujeres se han visto reflejadas y han dado un paso para denunciar el horror en el que viven. Ya solo por eso ha merecido la pena. Ojalá los medios de comunicación, la Justicia y la sociedad se den cuenta de lo mucho que nos queda por hacer. Me repugna que la víctima de violencia de género, abuso o maltratado, sea cuestionada. Nuestra Justicia necesita revisar en qué se está fallando, por qué les está fallando a las mujeres.

Hay muchas clases de violencia, no todo es el bofetón y el insulto. Hay mujeres que viven un infierno sin haber sido agredidas ni una sola vez. ¿Cómo pruebas ese maltrato sin un ojo morado? Es violencia de género, una violencia silenciosa, sibilina, manipulación perversa, difícil de demostrar y de la que tenemos que estar alerta y que gracias al documental emitido en estas semanas, muchas hemos podido identificarla, así como hemos conocido e incorporado a nuestro vocabulario, la violencia vicaria, hacer daño a través de los hijos, y unos días más tarde… Así cumplía sus palabras el maltratador y ex pareja de Beatriz, Tomás Gimeno, que quería provocarle el mayor dolor imaginable por haber rehecho su vida con otra pareja, matando a sus dos hijas pequeñas.

¿Qué más necesitamos para gritar todos a una en favor del feminismo, quién más tiene que morir a manos de su verdugo para que la sociedad y la clase política hagan algo para que dejemos de morir?

A los hombres, a ellos les diría que tomen la iniciativa en esta lucha. Con vuestro silencio consentís todo lo que estamos sufriendo, no sois culpables de lo que hacen otros, pero tenéis que salir a la calle a denunciar a los que nos matan. Tenéis que salir junto a nosotras a decir basta. Todos estos hombres matan porque pueden y algo tenemos que hacer para que no puedan seguir haciéndolo.

El feminismo y la lucha contra la violencia de género debe ser algo compartido, lleno de empatía, debemos desterrar la violencia de la sociedad, empezando por la educación de nuestros hijos; es en la infancia donde se aprende a normalizar la violencia, no permitamos que las nuevas generaciones aprendan de los patrones machistas.

Basta de blanquear al machismo y la violencia, basta de camuflar el horror. Las niñas de Tenerife que han muerto asesinadas de manera cruel no son sirenas, ni Gabriel era un pececillo. Rocío en Sevilla ha sido descuartizada después de ser brutalmente asesinada a manos de su ex pareja. La violencia de género debe estar en la agenda política; todo lo demás es ruido, y juego político que no ayuda a construir una sociedad sana; ayuda a la crispación, ayuda a que partidos que no condenan la violencia de género se hagan más fuertes. La foto de Colón de hoy no es una foto por la unidad de España y contra los indultos, es una foto al lado de los que niegan la violencia y el feminismo.

Basta ya, nos queremos vivas, sin ser cuestionadas, abusadas y violadas o asesinadas. La lucha sigue.