La enésima polémica sobre corruptelas relacionadas con el poder y el PP murciano demuestra, una vez más y como ya hiciera el irregular proceso de vacunación, que es la oportunidad la que corrompe, y no el poder

No es el poder, es la oportunidad. Me explico. Hace algunos meses, reflexionando en voz alta (bueno, en Twitter) sobre la polémica de las vacunaciones a destiempo de políticos, obispos y demases, me pregunté: «¿Será el poder el que corrompe, lentamente, por degradación o acaso con la mera oportunidad ya basta?». Básicamente lo que quería decir es que si uno acaba creyéndose por encima de todo cuando tiene cierto poder y es eso lo que, poco a poco, le lleva a ir infringiendo normativas en perjuicio de los demás por realmente creerse por encima de ellos o si, por el contrario, con solo abordarle por la calle y decirle: «oye tú, ¿quieres vacunarte?» bastaría ya que da igual si se cree o no por encima, porque con poder estarlo en ese momento en concreto, en ese segundo que dura el pinchazo, es suficiente. Claro que la pregunta se me antoja ahora un poco ridícula, la verdad. No sé a qué venía tanta duda filosófica porque por supuesto que es la oportunidad. Qué si no la oportunidad podría ser.

Y por esa misma certeza, los mensajes entre López Miras y Teodoro lo único interesante que demuestran es el poder de la tecnología. Agitado el avispero durante unas horas, la poca repercusión que ha generado el asunto lo demuestra. Lo más relevante del tema es que han sido pillados por una cámara que grababa un pleno. Guapísimo, la verdad. Alguien se percató que se veía la pantalla del móvil del presi y se tomó la molestia (yo también lo hubiese hecho, claro) de hacer zoom todo lo que pudo para cotillear lo que estaba haciendo. Y vaya, resultaba que había tomate. Un poco de bote, la verdad, pero tomate. Si ahora la presunta denuncia en términos de privacidad que los populares aseguran que van a meter prospera o no, es otro cantar, aunque yo imagino que sí.

Pero parémonos un segundo. Uno está allí en sesión plenaria mandando Whatsapp como un día cualquiera y de repente le han pillado con el carrito del helado. Es que es flipante. Imaginaos que a vosotros os pillan en una infidelidad porque mandáis un mensaje a vuestra amante en la oficina y resulta que os ha capturado una cámara que ha venido a grabar el mensaje navideño. Más allá de si es éticamente reprochable o no espiar a una persona porque, claro, depende de lo que se consiga y para quién se haga (porque está feo decirlo, pero el fin suele justificar los medios en una matriz y mediante dos ejes), imaginaos ser el cazado. Qué puta cara se le tiene que quedar a uno. Traicionado por su propio móvil mientras es usado en un contexto que, de tan cotidiano, uno acaba asumiendo como íntimo. Pero no, resulta que al final la verdad absoluta, la que prima más allá de nuestras emociones, es también evidente: la oficina no es un lugar íntimo y el Pleno, tampoco. Por mucho que uno los visite todos los días.

No justifico el tráfico de influencias y tal, que conste en acta, pero bueno, que los familiares de Teodoro García Egea no hacían la misma lista de espera que los míos en el Servicio Murciano de Salud no es algo que me dejase anteanoche sin dormir, la verdad. Que levante la mano el que no lo sabía ya. Y ahora el que no estaría haciendo lo mismo. Ay, pillines, mentirosos. Que es la oportunidad, permítanme que insista que diría Matías a cambio de unos billets. Id preparando los maderos y los clavos, porque no pienso callarme. En serio, id encendiendo el fuego que allá va, eh. ¿Estáis preparados? Ale, pues vamos a ello: si yo fuese amigo del presidente del Gobierno regional mi madre no se chupa ninguna lista de espera para operarse. A ver, una cosa es abusar del asunto y no hacer ya cola ni en la carnicería del pueblo, que mira, pues no (aunque para los que crecimos flipando con Scorcese, pues qué quieres que te diga, también se nos pondría dura con el asunto), pero una operación es algo serio y para eso me ha parido a mí mi santa madre y me ha aguantado tropecientos años metido en casa haciendo perrerías y para eso aguanto yo luego al presi de los cojones en el trabajo, no te digo.

Si queréis os lo deletreo, pero creo que no hace falta: que es la oportunidad y no el poder lo que corrompe. Y vosotros ponéis esa cara de indignados al leer esto pero luego vais a Urgencias porque os duele la muela y lo primero que hacéis es preguntar a vuestro colega el celador si está currando. Y evidentemente, Dios me libre de criticarlo.

Al margen de esto, otra cosa que me ha sorprendido es la relación Teo-Miras. Que sea el primero el que se sitúa a sí mismo (quizá conveniente y estratégicamente) por debajo del otro es algo que no me esperaba, la verdad. Ese «gracias líder» (¿sin coma del vocativo, Teo?) sorprende porque esperaba un condescendiente «gracias Fernando’». Lo mismo que uno hace con un empleado, hablarle por el nombre de pila. También sorprende y debe mencionarse que uno esperaría que el secretario general de un partido que ha gobernado desde hace casi treinta años en la Región, tendría algún contacto como para enchufar a su propio familiar por sus propios medios, sin pedir favores. Máxime cuando uno ha nacido en Cieza y ha pasado tantos años de profesor en Cartagena. Es, como mínimo, curioso.

Imagino que eso viene a reafirmar el viejo dicho de que quien se fue a Madrid perdió su silla.

Tulumm.