No habitan en el inframundo, el lugar dónde son torturadas las almas de los pecadores, ni en el Gehena, por muy dañinos que sean. Los tenemos bien cerca, no se apartan ni con agua caliente. Y aunque creas que no te los vas a cruzar porque han desaparecido de tu vida, aquí siguen erre que erre, vinieron para quedarse. Sin remedio y sin solución; siempre habrá alguno que merodee cerca con el único fin de intentar sacarte de quicio.

Y sí, lo han adivinado, hablo de los/las (les) Ex. Todos tenemos uno. En según qué situaciones hay que actuar de manera radical, os recomiendo encarecidamente terminar si tu relación de pareja está delirando. Cualquier resquicio de cariño y familiaridad con un Ex puede dar lugar al mayor de los conflictos. Toma nota, acabar y a poder ser mal, porque así la seguridad de no echarles de menos está garantizada. No sirve el contacto, ni cada poco ni cada tanto, os hará sentir emocionalmente mejor por un instante, pero no sale a cuenta. «El que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen».

Así que, lo más acertado es borrar todo rastro de lo que fue, desde su número hasta su perfil en redes sociales, recuerda que nadie está exento de tomarse dos vinos y meter la pata con un mensaje que no viene al caso, aunque seas consciente de que por la mañana amanecerás arrepentida, el daño está hecho y tu pundonor por los suelos. Si alguna vez lo extrañas,escucha I wake up alone, nadie como Amy Winehouse puede resumir en una canción la sensación de extrañar a alguien que se ha ido de tu vida para siempre, y luego recuerda cómo acabó la pobre.

Olvidar a una persona que durante un período de tiempo formó parte de tu vida, con quien compartiste planes, miedos, viajes, intimidades... es muy complicado. Debe ser por eso que somos tantos los reincidentes empeñados en volver a tropezar una y otra vez con la misma piedra (la piedra es él). Qué peligroso el apego, cuánto miedo le tenemos aún a la soledad o ese incomprendido temor a la soltería cuando, según me han contado, es el estado más Zen que se puede tener. Mucho aún por aprender.

Sal, grita, patalea, llora, llora más fuerte, pero no se te ocurra regresar. Baila, baila canciones que si bien no te hacen olvidar, obren seguir recordándote, que cerrar una etapa es casi siempre para mejorar. «Poder decir adiós es crecer» como frase emblemática que recitaba el malogrado maestro Gustavo Cerati.

A veces me pregunto qué juego se traen entre manos los que una vez salieron por la puerta de atrás, dejando tras de sí un poso de chamuscado humo negro, queriendo volver a entrar en tu vida, ya no hablamos si ha descubierto que has empezado una nueva relación. ¿Es qué no tienen nada mejor que hacer que andar atropellando una situación que no les incumbe?

Estoy segura que a muchos de ustedes les ha pasado: se acaba la historia y a las pocas semanas los tienes como mariachis en balcón de cumpleañera. Las señales están claras: si recibes un mensaje tipo «¿qué tal? estás perdida» tienes que salir modo cañón, atravesando paredes si es menester; la mejor despedida posible para estos casos es un « hasta nunca, vaya usted con Dios», extintor al más mínimo presagio de pensar que donde hubo fuego cenizas quedan, ¡es una trampa! Puede también que pretenda un homenaje junto a ti, una cena o un cine como propuesta, y te diré que el mejor favor por hacerte es NO IR, capaz es de pedir un plato al centro para hacer chocar los cubiertos. Piensa que no es amor, simplemente sigue siendo igual de tacaño que antes. No te fíes, no caigas. La máxima con un Ex es «enemigo que huye, puente de plata y si vuelve, matarratas».

A la que escribe casi siempre la dejan, ya me lo tomo como un punto de inflexión sabiendo que no han de pasar demasiados días sin pedir el comodín del retorno, y me aferro a dos opciones, aunque son muchas las que hay. Puedo escoger el camino del dolor, la carretera del desengaño y acabar perdonando, o inundarme de positivismo y olvidar. Como les digo, habrá muchas otras opciones, pero el Código Penal está muy tiquismiqui últimamente. Les cuento esto porque es fantástico y reconforta reconocer los errores, de hecho, si después de mucho tiempo me he cruzado a un Ex por la calle, se quién es. Jamás cedas a un «quedamos como amigos»; si quiere una amiga que adopte un perro o llame a su madre. Todo esto se debe hacer con el mínimo rencor, sin acritud, pero con mucha dignidad, la dignidad que jamás nos falte. Ante un «Ahí te quedas» la cabeza, como la música, bien alta. Y si eres tú, muñeca, la que has zanjado el idilio, permíteme aconsejarte que no te entrometas cuando salga con otra mujer. Tu falta de respeto nos deja abochornadas a las demás.

Seguramente no es casualidad estar escuchando a Paquita la del Barrio mientras escribo este texto...

«Rata inmunda / animal rastrero / escoria de la vida / adefesio mal hecho. / Infrahumano /espectro del infierno / maldita sabandija / cuánto daño me has hecho»...

No necesitamos caer en el despecho que nos propone la mejicana para desdeñar a quien no te suma, pero el regocijo entre sus versos a veces sienta de lujo...

Sólo has de recordar que eres poesía, hermana, pero hay quien no sabe leer. A veces, el placer reside en no llegar a nada con según quién.

Canción que escucho mientras escribo:

Rata de dos patas de Paquita la del Barrio.