El Edén se ha cerrado de forma abrupta y puede dar paso a un purgatorio e incluso al infierno. La causa, la de siempre cuando hay un gobierno con dos patas: las desavenencias que ya asoman en el caso de la capital de la Región. El relevo en las pedanías ha venido a empañar la relación que mantienen los socialistas y los de la formación naranja en el ayuntamiento de Murcia, que ya va camino de los tres meses bajo la batuta de esta nueva coalición que apeó a los populares del poder en La Glorieta.

Esta primera pelea no está exenta de elementos a analizar que pueden dar las claves de los derroteros que tomará el Gobierno local. Los socialistas no están dispuestos a dar su brazo a torcer y argumentan que urge extrapolar la moción de censura a las pedanías una vez que todos los concejales se han centrado en sus nuevas competencias. No lo ve de la misma manera Cs, que considera que primero hay que cumplir las premisas del pacto de gobernabilidad, un acuerdo que ninguno de los partidos ha hecho público en ningún foro y que, como la Santísima Trinidad, debe ser comprendido como un acto de fe (no se ve, pero hay que creer).

El líder local de los naranjas, Mario Gómez, quiere darle prioridad a una reestructuración de la Administración local para acabar con los ‘minicortijos’, una idea que vincula a la renovación de las juntas. El gran drama de este asunto es que tanto socialistas como Cs tienen razón. De ahí la dificultad a la hora de llegar a un acuerdo. Por un lado es lícito aclarar la posición del nuevo Gobierno local en las pedanías, que tienen la sensación de estar en una provisionalidad constante en estos momentos por las incertidumbres que hay en el tablero político municipal. Entre otras, si habrá relevo o alternancia de pedáneos, si se harán nuevas inversiones, si se atenderán sus requerimientos, si se paralizarán determinados proyectos, si se cambiará el Reglamento de Participación Ciudadana como quiere Podemos…

En definitiva, muchas incógnitas que podrían empezar a disiparse con la elección de los alcaldes pedáneos en esa veintena de localidades en las que gobierno el PP y Vox, en un intento de ordenar las piezas y encajarlas de cara a los dos años de mandato que aún restan hasta las elecciones en mayo de 2023. Dar estabilidad es la prioridad de los socialistas. Sin embargo, los de Gómez no creen que esa estrategia sea la acertada si no se modifican los procedimientos: no vale de nada cambiar una pieza por otra sin una nueva estructura que la sustente, tal y como aseguran se firmó en ese pacto de gobernabilidad.

La cuadratura del círculo es difícil si no cede ninguno, una partida complicada de acabar porque también están interviniendo las direcciones regionales de ambos partidos, que quieren llegar a un acuerdo de manera inmediata. 

Ese afán por cerrar el capítulo puede dejar heridos a Gómez o a José Antonio Serrano, el actual alcalde, que sigue constreñido por las costuras del aparato de Princesa que, incluso, pretende tutelar a los concejales. Todo ello puede desencadenar una crisis interna en ambos bandos, que pueden aprovechar los populares. 

El PP sigue muy crispado con el líder de Cs, al que dedicaron gruesas palabras, incluso insultos, tras el pleno municipal del pasado jueves al llamarles caraduras en la sesión plenaria. Mientras se ‘divierten’ con Gómez están a la espera de que el exalcalde José Ballesta confirme si será candidato en las próximas elecciones municipales. Se le ve animado pese a las veladas críticas de otro exmandatario municipal que, según comenta, en conversaciones privadas no tiene aspiraciones políticas y solo está «para ayudar al partido en lo que precise». Por nadie pase.