Un avión de las fuerzas argelinas que vino a recoger al líder del Polisario entró en el espacio aéreo español y estuvo dando vueltas en espera de poder llevárselo, tras una crisis internacional que podría haberse evitado y que lamentablemente arrastrará consecuencias. A Ghali, acusado de terrorismo y el hombre más buscado en Marruecos, pendiente además en nuestro país de querellas particulares por diversos delitos, torturas y asesinato, entre otros, no le han retirado el pasaporte, solo le piden que deje un teléfono y un domicilio en España para poder localizarlo si se le requiere. Ha prestado declaración por videoconferencia desde un hospital de Logroño al que llegó para curarse del coronavirus, procedente de Argelia.

La reacción marroquí, obviamente, no ha sido ni es lo que se dice entusiasta. Tampoco hay razones que inviten a pensar que vaya a mejorar. Se puede entender. Un elemental sentido de la vecindad entre dos naciones amigas incluye no recibir con los brazos abiertos a sus enemigos. En el caso de Ghali, los que atentan contra la soberanía nacional utilizando para ello la actividad terrorista. España se cansó de clamar en otros tiempos contra el santuario etarra francés y nadie le quitaba la razón por sus quejas.

Otra cosa es que Marruecos, aprovechando el error cometido por la autoridades españolas y las grietas diplomáticas, se haya excedido en la reacción y operado el chantaje, primero, promoviendo la desbandada de sus parias en la frontera y, ahora, anunciando que no cejará en sus represalias por la amistosa e inexplicable acogida española al líder polisario. Además de la manipulación migratoria, no hay que olvidarse de un asunto clave: la colaboración entre los servicios secretos de los dos países en materia yihadista, que en adelante podría desaparecer. España saldría perdiendo. Igual que perdería el apoyo internacional del vecino del sur frente al independentismo catalán por menoscabo de reciprocidad. La metedura de pata con el lider polisario y su peripecia bajo identidad falsa acabará costándonos dinero, si no algo peor.