Mientras no demos la ‘vuelta al calcetín’ de las Administraciones públicas y un giro de 180 grados, los servicios públicos seguirán manteniendo enquistados de por vida los imnumerables problemas y vicios de los que se sigue autorealimentando día a día.

Seguiremos hablando con el paso del tiempo del grave problema del personal temporal en todas sus modalidades, el SEF, el IMIDA, y tantas otras instituciones irán deteriorándose con el tiempo hasta terminar entregadas al mejor postor.

Dentro de unos meses volverán a aparecer noticias relacionadas por las ofertas de empleo público, con el funcionamiento de las bolsas de trabajo, aparecerá otra ocurrencia más en forma de Ley de Simplificación Administrativa (la cuarta o quinta, ya perdí la cuenta), los sindicatos volverán a ponerse la chaqueta para ir a firmar sobre la alfombra roja de palacio el enésimo Plan de Calidad en el Empleo, mientras los interinos siguen cayendo, antes de dos en dos, ahora de servicio en servicio, y en las mesas de negociación decidimos si afeitarnos el bigote o dejarnos barba.

De nuevo, una vez que Ciudadanos, tras no dar su brazo a torcer con la creación de la Agencia de Medio Ambiente y que ahora ha pasado de la cohabitación a vivir en un pequeño apartamento para dos a las afueras de la ciudad, la CROEM vuelve a ponerlo sobre el escenario, sabiendo que más temprano que tarde tienen vía libre para privatizar este servicio, como muchos otros.

Nadie está dispuesto a plantear una alternativa a que cerca de la mitad de los empleados públicos pasarán a la situación de jubilación en los próximos diez años; nadie está taponando la hemorragia que está suponiendo la inmensa pérdida de conocimiento que seguimos tirando a borbotones.

La Administración sigue empeñada en ser burocrática, fuerte con los débiles y débil con los poderosos y los monarcas, anquilosada, deficiente e improductiva, y lo peor es que apenas deja hueco a la creatividad y a la voluntad de rajar sus estructuras de arriba a abajo.

Tenemos miedo a ser transparentes (por cierto, el próximo 9 de junio se homanejee a Pepe Molina por parte de quienes les pusieron piedras y abrecartas en el camino, parece un sarcasmo de mal gusto), miedo a perder cada Administración su cuota de poder, muchos siguen entendiendo la Administración como un cortijo, olvidándose que somos ante todo servidores públicos.

La inmensa mayoría de las Administraciones públicas pagan, eso sí, religiosamente, a sus trabajadores por ir a trabajar, no por trabajar bien, ni tampoco por preguntarles cómo podemos entre todos hacer una Administración más productiva, más social y más humana; al contrario, aquellos que apuestan por la innovación se arriesgan a la crítica y al olvido.