La mañana del sábado, finalizado el homenaje a los Caídos del Día de las Fuerzas Armadas, presidido por los Reyes en Madrid, el Canal 24 Horas de RTVE emitía un minirreportaje en el que se daba cuenta también de otras dos noticias recientes relacionadas con la familia real. Por un lado que, conforme a la Ley de Transparencia, Zarzuela había compartido el jueves 27 en su web el presupuesto y gastos auditados de Casa Real correspondientes a 2020; y por otro, una parte dedicada a la princesa Leonor, que el viernes 28 recibió la confirmación. En las imágenes llamaba la atención que se apreciara claramente que Sofía —año y medio menor— es algo más alta que Leonor, a pesar de que ésta calzaba zapatos de tacón —unos cinco centímetros— y aquella unas bailarinas planas (al parecer, eso sí, de Carolina Herrera en ambos casos).

Supongo que cualquiera podría haberse planteado si ese detalle no era en absoluto casual, sino buscado, por los asesores de imagen de Casa Real o por sus padres, que no desean que esa diferencia de estatura física se note demasiado, lo cual no dejaría de ser —y parecer— ridículo, porque estando como están ambas en la adolescencia, la etapa de mayor crecimiento y desarrollo físico, esa diferencia de estatura en poco tiempo —meses, como mucho un par de años— será imposible de ocultar si, como parece evidente, la pequeña ha salido más al padre y la mayor a la madre.

No les voy a mentir, dados sus antecedentes —aquel desagradable incidente con la reina Sofía a la salida de la catedral en Palma en abril de 2018—, pensé de inmediato en Letizia. Y me puse a buscar informaciones que confirmaran o desmintieran mis sospechas. No tardé demasiado en encontrar reportajes que aseguran que, al parecer, la diferencia de estatura molesta y desagrada tanto a la futura reina como a sus padres, especialmente a Letizia, y que sería la razón de que en los últimos eventos públicos Leonor haya comenzado a usar tacones.

Aun sabiendo lo arriesgado de dar por ciertos sin más esos rumores —por el tipo de medios que habitualmente se ocupan de ellos, ‘prensa del corazón’, con las reservas de veracidad que eso conlleva—, cabe plantearse la posibilidad de que sean ciertos, de que precisamente quienes más y mejor debieran dar ejemplo, estuvieran fomentando o permitiendo en una niña —conscientemente o no— sentimientos o actitudes sobre la supuesta inadecuación a su rango de una simple característica física (la estatura, en este caso) en lugar de tratar por todos los medios de inculcarle precisamente lo contrario. Y ya de paso, que la moral es la única estatura realmente relevante para su futuro cargo.