Esta semana me derrumbaba frente a Marina, una trabajadora social a la que fui a ver para resolver algunas dudas sobre un tema familiar. Iba con la idea de poder hablar, pero un terrible nudo en la garganta me atravesaba desde primera hora de la mañana. Creí que podría hacerlo, pero fue sentarme y ¡boom! no pude parar de llorar durante todo el tiempo que duró la cita. Le agradezco su cercanía y cómo fue capaz de ponerse en el otro lado de la mesa y entender a tantas y tantas familias que como la mía se enfrentan a situaciones difíciles, sin saber qué hacer o cómo hacer lo mejor, para el cuidado y atención de personas dependientes con enfermedades mentales. Por eso cuando me preguntan en la tertulia de radio de los jueves qué opino del indulto a los independentistas o leo en prensa sobre la moción que sale adelante en el ayuntamiento de Murcia para que suene el himno de España en los colegios los días que la comunidad educativa considere, pues qué quieren que les diga, sólo me dan ganas de fabricar mi propio lanzallamas.

La política debe ayudarnos y mejorar nuestra vida y hasta el momento lo único que leo está tan alejado de los ciudadanos que consigue cabrearme y no saben de qué manera. Más del 80% de los españoles está en contra de los indultos, y me parece muy bien, pero me gustaría saber cómo va afectar a sus vidas y la de sus familias esa defensa del informe del Tribunal Supremo. Ojalá defendieran así la sanidad pública o la mejora en las infraestructuras, o en el caso de la Región de Murcia, el Mar Menor y su protección. No sé, llámenme loca. La escena política sigue jugando con las emociones para que saquen al españolito que llevan dentro, se pongan las banderas en las mascarillas y en las pulseritas y acudan en masa a Colón a sacar pecho patriota, ‘oootra vez’. De verdad, qué pereza mi Españita.

Un problema político mal gestionado nos ha traído aquí. Rajoy miró para otro lado, no quiso sentarse y proponer una mesa de diálogo y, claro, esto se fue haciendo bola, el independentismo se armó de razones, llegó el barco de Piolín, el «a por ellos, oe» y la carga policial del 1-O. Sé que todo lo sucedido en aquellos días fue desproporcionado, violento y traspasó todos los límites. Pero nada ha mejorado desde que los responsables de lo ocurrido entraron en la cárcel, hace tres años. Quizás es hora de intentar buscar otras vías para solucionar el problema político existente en Cataluña, pero, claro, decir esto es posicionarse al lado de los que quieren romper España, y me coloca en el lado malo de la historia para muchos. Lo que no vi venir es que Felipe González en 2018 en una entrevista con Évole defiende el indulto y el diálogo, pero debe ser que ir a El Hormiguero saca al patriota que uno lleva dentro, Ay, Felipe de mi vida.

Ironías a parte, mientras la clase política saca el patriotismo a la calle para defender esta España nuestra, han fallecido ocho mujeres y el hijo de una de ellas en la última semana por violencia de género. ¿De verdad es más importante la foto de Colón que hacer un profundo análisis sobre en qué estamos fallando en temas de violencia machista? Por no hablar de las personas mayores que han fallecido en residencias durante esta pandemia, como la madre de Encarna en la residencia Caser. Nadie les da una respuesta ni les cuentan qué sucedió, ni se asumen responsabilidades de porqué abandonaron a sus familiares y se les dejó morir solos, porqué no fueron trasladados a ningún hospital, ¿de verdad son más importantes los indultos y el himno que saber lo que ha sucedido, investigar qué falló para que no vuelva a suceder? Es tiempo de cambiar el modelo de residencias de nuestro país, esta pandemia nos ha demostrado que les fallamos, los teníamos abandonados, con falta de recursos y protocolos que les protejan, no debe volver a ocurrir. ¿Qué se hace al respecto? Nada.

Esta semana me reencontraba con un gran amigo, ha estado muy malito y sus ojos se llenaban de lágrimas al contarme cómo lo ha pasado tras enterarse de su positivo por covid. Ha sido imposible no emocionarme con él, así como sentir una profunda impotencia al escucharle hablar de la importancia de la atención primaria en nuestra sanidad pública y lo abandonada que está, pero, claro, es más importante hablar de Puigdemont y sus secuaces.

Seguro que para muchos mis palabras de hoy son un canto a la demagogia política, y sin embargo les escribo sobre lo que me gustaría que fuera prioritario para nuestros gobernantes, porque para mí la demagogia es la puesta en escena del PP en Murcia al salir la sentencia exculpando a la cúpula de Sanidad por saltarse la cola de vacunación, a Felipe Coello, Estner Clavero o el obispo Lorca, al no ver delito. Digamos que de ética y valores van escasos, en el partido de la gaviota no han dudado en sacar pecho y salir en rueda de prensa como mártires, cuando deberían haber salido con la cabeza algo más baja y pidiendo disculpas porque se equivocaron, porque sus actos no los han entendido los ciudadanos, han hecho un uso indebido desde su posición de privilegio. Lo de la humildad, deben hacérselo mirar, pero de esto la clase política en general va escasa; eso sí, de patriotismo, sobraos.

Ojalá en vez de aprobar mociones con himnos y banderas se aprobara retirar el amianto de colegios, la colocación de pistas deportivas, aire acondicionado o calefacción. Ojalá en colegios como el de Vistabella en la ciudad de Murcia, que con palos y cañas los padres reparan, fueran nuestros representantes públicos los que arrimaran el hombro y destinaran el dinero público donde de verdad se necesita, a las becas de comedor, para los niños cuyas familias no tienen recursos, por no hablar de volcar esfuerzos en salir de la cola en fracaso escolar. Prefiero una foto de los colegios arreglados y las aulas llenas que la maldita foto patriota de Colón.

El panorama parece desolador. Moderé en Murcia, o al menos lo intenté, una mesa redonda en la que participaron colectivos que llevan años luchando por mejorar la vida de la gente y nuestro entorno: Pacto por el Mar Menor, Plataforma Prosoterramiento, expertos en transición energética... y hablaron de futuro, del futuro de nuestra Españita y más concretamente de la Región. El motivo, la visita de Íñigo Errejón, portavoz de Más País y diputado que acudía a escucharles, y también dió su visión del futuro. Me gustaría rescatar de sus frases: «Hay que recuperar la política y es importante reconstruir aquello que nos hace sociedad». Parece sencillo, ¿verdad? Pero nuestros políticos están tan alejados de los ciudadanos que nada va a cambiar, no soy optimista, soy del Atleti y eso hace que siempre piense en lo peor, aunque de vez en cuando seamos felices y surja la magia.

Ojalá no sea tarde para recuperar la política, y surja la magia para mejorar la vida de la gente y dejemos de perder el tiempo con fotos y banderas, porque siempre salimos perdiendo y ya basta. Mientras, yo seguiré llorando con Marina, la trabajadora social, veremos una plaza de Colón a rebosar de españoles de bien, y lo que de verdad importa se diluirá entre el ruido del himno nacional y las banderas. Espero que al menos a los de cuarenta nos vacunen en unos días para que pronto podamos meter mano, algo es algo.