Aún no me han hecho la llamada. La verdad es que es pronto y creo que todavía no me toca y que debe haber muchos por delante de mí para que se la hagan. El caso es que aquí seguimos, con el bicho danzando por ahí y tan contentos, porque no me digan que no tienen la sensación de que esto está terminándose. Venga, confiesen. Seguro que se han relajado un poquito y se han cansado de echar flix flix con alcohol y todo lo que quieran echarle para matar al bicho y a todo lo que se ponga por en medio.

Es que cansa mucho eso de limpiar las suelas de los zapatos, las bolsas de la compra y todo lo que va dentro, colgar la ropa en la galería para que se ventile e ir danzando con un lote de mascarillas que ya no sabes ni la que te has puesto ni la que es nueva. Que como no te organices un poco te salen mascarillas hasta del grifo. ¡Quién diría que hace poco más de un año la cosa escaseaba y pagábamos una FFP2 a 10 euros en la farmacia como si fuera oro. Ahora, por apenas unos cuarenta céntimos te haces con un tapabocas en condiciones y, si te descuidas, hasta con el dibujo a elegir.

El caso es que aún no me han llamado y ya me gustaría estar protegido, pero toca esperar. Por aquello de ver el lado bueno de las cosas, al menos me lo han puesto más fácil, porque no voy a tener que desplazarme a un pabellón deportivo de Cabezo Beaza que ni sé dónde está ni sabía que existía, aunque, después de ver las colas de gente que se formaban, ya sé más o menos por dónde cae.

Menos mal que se han traído todo el tinglao bastante más cerca, al antiguo Eroski, que ya antes fue un Pryca y que es como un macromultiusos que lo mismo sirve para un Palacio de Justicia,que siguen sin aclararse dónde construir, que para gran complejo de vacunación con capacidad para inocular hasta diez mil personas en un dia.

Que si nos ponemos en serio, en menos de un mes tenemos a todo el municipio y parte de la comarca vacunada, al menos con la primera dosis, que ya es mucho. En cualquier caso, también está a un paseito, sobre todo para los que no conducimos, aunque no sé yo si leído lo leído, conviene ponerse al volante después de un pinchacito de esos. Vamos, que más vale ir acompañado por si te da un patatús. O sea que por cada uno que se pone en la cola hay que apuntar a otro que lo lleva o lo acompaña en el autobús, que por ahí pasan más que para el polígono industrial.

Aunque si es verdad lo que dice MC de que los presupuestos regionales destinan 120 veces más dinero para el transporte público de Murcia que para el de Cartagena, va a ser más peligroso subirse al bus que ponerse la vacuna, que no debe ser para tanto, cuando a los que ya se pusieron la primera de AstraZeneca les dejan que se jueguen la segunda al pito pito gorgorito. Los demás nos tenemos que conformar con la que nos toque y ser indultados de una vez por todas por el bichillo, que con año y medio de condena que llevamos creo que ya hemos cumplido.

En fin, que ya llevamos un par de semanas sin estado de alarma y parece que todos estamos menos alarmados. Ni siquiera cuando escuchamos que siguen muriendo por decenas en nuestro país nos inmutamos mucho, como si no fuéramos conscientes de que nuestro maldito compañero desde principios de 2020 no solo sigue ahí, sino que quiere quedarse en nuestras vidas.

Es verdad que la lucha contra el virus se ha aliviado, que empiezan a ser más las victorias que las derrotas y que, parece que poco a poco, la normalidad empieza a ser más normal. Pero vamos a ser prudentes y precavidos, a esperar la llamada y a no cantar victoria hasta que todos estemos protegidos contra este monstruo que nos ha cambiado para siempre.

Uy, les dejo, que me llaman. ¡A lo mejor me toca ya!