Gracias a la mediación de Teo, cada vez que los murcianos llegamos nuevos a un lugar de trabajo o cualquier otro evento formal recibimos, siempre, idéntica pregunta: «¿Tú también escupes aceitunas?».

No entraré a valorar el sacrilegio de cambiar ‘lanzar’ por ‘escupir’ o ‘hueso de oliva’ por ‘aceituna’, pero al menos nos identifican con una tradición más o menos simpática. Ante la alternativa de las civilizaciones autodenominadas superiores, diría que es mejor lanzar un fruto que levantar piedras o hacer castillos humanos con alta probabilidad de desnuque para el que llega a la cima.

Volviendo al orgullo patrio-regional murciano, después del chascarrillo de la aceituna suelen llegar un par de anécdotas sobre amigos que veranean en La Manga o esa ‘rosquilla con ensaladilla y anchoa’ tan buena que probaron una vez por el compañero de piso murciano que vino a estudiar periodismo a la Complu porque la UMU le parecía poco para su futuro, probablemente con razón. De hecho, cuando un no-murciano pregunta si estudiaste en la Región, normalmente añade «en esa que patrocina deportistas, ¿no?».

Cuando uno vive ensimismado en las paredes de Murcia a veces piensa que todo lo que vemos o vivimos aquí equivale a lo que ven o perciben de nosotros los demás. Muchos murcianos, aunque cada vez menos, han asumido que nuestra Universidad pública es extraordinaria, mientras que la privada es poco más o menos que un centro en el que comprar el título universitario a precio de saldo.

En mis veinte años de vida en Murcia he visto decenas de manifestaciones de gremios denunciando que la UCAM ni podía ni debía ofertar más carreras universitarias, o bien por una supuesta falta de nivel o bien porque ante un posible aumento de plazas éstas debían corresponder inexorablemente a la UMU.

La Universidad de Murcia es una buena Universidad de provincias, que tiene a algunos profesores extraordinarios que son referentes nacionales e internacionales en sus respectivos ámbitos de competencia. No es la Pompeu Fabra o la Carlos III, comparándola con otras públicas, pero para no estar en Madrid o en Barcelona sí que tiene el nivel necesario como para formar a buenos profesionales que con las competencias adecuadas pueden convertirse en doctos en su materia.

Pero que la UMU tenga un nivel aceptable no obsta para que fuera de nuestras fronteras regionales la Universidad conocida y de referencia no sea la pública, que para un empleador madrileño tiene el mismo prestigio que la Universidad de Huelva o de León, sino la privada que ven cada día en televisión anunciando a todos los deportistas de élite que conocen fuera del mundo del fútbol. La UCAM es la mayor americanada universitaria que tenemos en España, y su prestigio formador, por marketing y por un esfuerzo en aumentar su calidad académica, la posicionan como el centro referente de educación superior de nuestra Región.

Dicen que uno nunca es profeta en su tierra, y precisamente por ello la Universidad de Murcia haría bien en comprobar cómo el prestigio que cada día gana la UCAM fuera de la Región va a provocar inexorablemente que esa reputación acabe revirtiendo, quizás más pronto que tarde, en que la privada sea una seria competidora de la pública en prácticamente todo.

En Murcia hay espacio para dos universidades excelentes, pero si una vive de los réditos del pasado y la otra entiende que sin innovación no habrá futuro, lo más probable es que al final sólo quede una. Y por el bien de la UMU, y de los murcianos, haría bien la pública en espabilar.

Que le pregunten a López Miras si con un título de la UCAM se llega lejos. Nuestros deportistas, por ejemplo, hasta Tokio.