Miguel Ángel Cámara vive. La moción de censura municipal en Murcia lo ha resucitado. Y se ha impuesto una misión: rematar la faena que iniciaron el socialista José Antonio Serrano y el desvaído naranjito Mario Gómez. Éstos sacaron al popular José Ballesta de la alcaldía capitalina, y aquél está decidido a evitar a toda costa que pueda intentar regresar a ella. En ello está a todas horas, las veinticuatro de cada día.

En ese afán juega con todas las barajas. De un lado presiona a la dirección del PP para que corte el paso al regreso de Ballesta en las próximas elecciones, y de otro alienta a la archenera Patricia Fernández, partidaria de Ballesta, para que se anime a competir con Fernando López Miras por la presidencia del partido en el congreso regional del PP, todavía sin fecha, pero que se celebrará inevitablemente este mismo año.

Detrás del arcoirís. Todo parece muy contradictorio, pero Cámara, viejo zorro de la política, se maneja a conciencia en un territorio de arenas movedizas que es en este momento la organización popular. Quién lo diría, a tenor de las encuestas. El futuro electoral se les presenta espléndido en los arcoíris demoscópicos, pero el partido no anda bien. Hay una marea de inseguridad y descontento que está recalando en la playa silenciosa de la alcaldesa de Archena. A pocos se les olvida que el PP ha perdido tres elecciones sucesivas en la Región y que se mantiene en el poder por una circunstancia ajena a sí mismo: la combustión interna del partido Ciudadanos, que sin embargo no ha impedido su desalojo del ayuntamiento de Murcia. Y que si pronto gobernará en Cartagena es también a causa de un desajuste interno en el PSOE, así como que los socialistas mantienen una aplastante mayoría en el poder municipal a lo largo y ancho de la Región.

Los visitantes de Génova. Los dirigentes regionales del partido no parecen dar importancia a un posible ‘efecto Patricia’, pero alguna inquietud debe existir al respecto cuando ciertos miembros de la dirección nacional se desplazaron recientemente a Archena (bien que como embajadores del secretario general, Teodoro García) para consultar su opinión y su posición, aunque es cierto que también anduvieron por Molina y Caravaca, que uno sepa. En el entorno político de la alcaldesa archenera aseguran que le ofrecieron el oro y el moro, es decir, una plaza principal en el futuro proyecto de López Miras, y hay hasta quien arriesga asegurando que la plaza sería ‘principalísima’; en cualquier caso parece que lo que se pretende es una integración que no desluzca el congreso popular con dos candidaturas. Esto significa que desde las alturas la consideran, pues de otro modo actuarían con la indiferencia que prestaron a un tal Garre (no el expresidente, sino un improvisado voluntarioso con el mismo apellido) que quiso competir en el congreso anterior. Las mismas fuentes que dan cuenta de la visita genovesa a Patricia Fernández (de la que López Miras estaba informado) aseguran que aquélla les resumió el diagnóstico de la situación: «El partido está roto».

Un partido inquieto. El partido, sin duda, está inquieto. Son ya muchos años de maniobras extremas e improvisadas, y tal vez vaya llegando la hora de que la militancia tenga algo que decir libremente. López Miras pende del hilo de la reforma de la Ley de Presidente, que podría ser aprobada en la Asamblea sin problemas tras el trámite de los Presupuestos con la colaboración de su ‘nueva mayoría’ post moción de censura. Pero todos saben que Patricia Fernández, a pesar de su discreción y de su prolongado silencio, no se está quieta. En el aparato del PP temen su capacidad de inserción en el conglomerado de las pedanías de Murcia, donde la organización popular cuenta con el 45% de los delegados al congreso.

El día en que se produjo la moción contra Ballesta, la archenera capitaneó la manifestación de los pedáneos y dirigentes populares de pedanías ante el Ayuntamiento de Murcia. Cuando le hice notar este hecho a un importante dirigente del PP («los pedáneos llamaron a Patricia», le dije), me replicó: «¿Quién llamó a quién?», sugiriendo que ella se había apuntado sin reclamo, pero es obvio que esto no fue así. Hay un hecho constatable: Patricia cuenta con apoyos, incluso crecientes, en el municipio capitalino, que tal vez podrían complementarse con la propia estructura renovada que Ballesta ha ido creando en distritos del centro.

La importancia de una gota de agua. Aquí es donde aparece Cámara. El exalcalde presume de disponer aún de cierto liderazgo en pedanías, un territorio que mantuvo cerrado para sí durante los años en que fue secretario general del partido. Es difícil creer que seis años después de su forzada retirada política siga ejerciendo un poder sustantivo en ámbitos decisivos de la organización del partido, pero hay que recordar que en su día fue muy concesivo con los dirigentes locales, a los que dejó hacer y deshacer, tal vez para que no lo pudieran reprochar lo que él hacía y deshacía, de modo que las noticias sobre pedáneos imputados por una u otra causa eran el pan de cada día. Y esto ayuda al mantenimiento de las lealtades.

En este momento, en el que parece que todo el poder estaría en manos de López Miras, pero lo parece menos por la evidente inquietud que provoca la implícita alternativa de Patricia Fernández, un tipo como Cámara es disputado por todos, porque como asegura alguien que está al loro de lo que ocurre en los conciliábulos, «una gota de agua puede ser imprescindible para rasar el vaso».

¿Un anuncio inminente? El problema es que Cámara tiene una única obsesión: cargarse a Ballesta. Quienes han hablado con aquél aseguran que en la dirección del partido le han entregado ya la cabeza de quien fuera su sucesor, se supone que a cambio de que ponga a sus leales en pedanías del lado de López Miras, pero lo cierto es que Cámara sigue participando en reuniones con otros exalcaldes del partido que se muestran partidarios de Patricia, que a su vez es incondicional de Ballesta.

De ahí que se hiciera pública una foto, según fuentes del PP encargada por Mar Moreno, del servicio de agitación y propaganda del jefe del Ejecutivo regional, en que aparecían en la terraza de un restaurante el presidente y el secretario general del partido, López Miras y Luengo, departiendo con Cámara. El mensaje es: Cámara almuerza con todos para conseguir su único objetivo, consumar su rencor políticamente patológico contra Ballesta, y a la vez una advertencia a éste: el partido hace buenas migas con el principal enemigo del alcalde derrocado.

Pero aquí es necesario considerar una cuestión: el candidato a la alcaldía de Murcia no lo designa López Miras, sino Madrid, calle Génova, es decir, Teodoro García. Y aunque López Miras y Teo son uña y carne, los resultados electorales de Murcia afectan más a Teo que a López Miras. La posición de Teo al respecto, según su entorno, es que Ballesta debe ser el candidato, aunque le apremia a que se decida a proclamarlo. Hay insistentes rumores acerca de que en fechas muy próximas se anunciará el propósito del alcalde saliente de volver a competir por la alcaldía, tal vez para despejar todo este cúmulo de conspiraciones, y esto en contra de su estrategia personal. Es obvio que mientras Ballesta no se convierta en candidato podrá seguir cultivando el papel de víctima de una moción de censura que lo relevó con pretextos artificiales (una corrupción no probada) y sin programa alternativo, pero en cuanto se proclame candidato se convertirá en blanco de invectivas que se prolongarán a lo largo de dos años. Este escenario no es bueno para Ballesta, pero menos lo es el de que la incertidumbre sobre su continuidad aliente ambiciones o permita a gente como Cámara traficar con sus posibles poderes en un momento en que, por la debilidad del poder interno, todo el mundo está dispuesto a comprar cualquier bisutería.

Ballesta defiende a Cámara. Es verdad que Cámara ha reaparecido en el peor momento para su propia redención, justo antes de que se hicieran públicas las consecuencias que para las finanzas municipales tienen en el momento presente su desenvoltura con el sector del ladrillo en los largos años en que ejerció como primera autoridad municipal. Su política de convenios urbanísticos y aquel invento del teletransporte de terrenos pueden llevar a la ruina al Ayuntamiento que presidió, y es curioso que hayan tenido que salir a defender esas actuaciones (o, al menos, la gestión posterior a ellas) los concejales del equipo de Ballesta, cuando lo lógico es que la dirección del partido debiera haber exigido a Cámara que convocara una rueda de prensa para dar explicaciones sobre su desastrosa gestión. A éste, principal responsable político del desastre, no se le ha escuchado una palabra, una justificación, un argumento. Y debiera darse por aludido.

La paradoja es que el equipo de Ballesta, contra cuya continuidad Cámara conspira, tiene que salir a defender lo indefendible mientras el firmante de los convenios observa cómo su propia ruinosa gestión sirve para erosionar a su sucesor, entre otras cosas porque el nuevo equipo municipal presidido por el socialista Serrano no tiene interés en responsabilizar a Cámara, que ya es un fósil, sino a Ballesta, que es un adversario latente. Al final, el PSOE y lo que queda de Cs van a encontrar un anclaje en sus denuncias sobre corrupción del PP en la política de Cámara, pero atribuyéndosela a Ballesta. Y mientras los de Ballesta se ven obligados a defender las consecuencias de la política de Cámara, éste aprovecha las debilidades internas del PP para intentar cobrarse la cabeza de Ballesta. ¿No daría esto para un capítulo satírico de Juego de Tronos titulado El rencor y la venganza? ¿Qué es lo que lleva a ciertas personas a causas políticamente enfermizas cuando debieran estar disfrutando de un patrimonio que les permite no tener que recurrir a los cajeros automáticos y disponer de una cátedra obtenida sin haber dado una clase en más de veinte años? ¿No sería mejor que se hicieran olvidar en vez de andar trajinando contra quienes al menos no han dado el espectáculo de participar en viajes de placer en compañía de promotores urbanísticos con intereses en el municipio que presiden? ¿Cómo es que la dirección del PP todavía se hace fotos con personajes de esta calaña?

Muy mal deben estar las cosas en el PP cuando alguien como Cámara se convierte en una personalidad seductora que quiere protagonizar una venganza personal a cambio de ofrecer a quien se la facilite unos inciertos votos cautivos por quién sabe qué intereses.