Sí, lo sé, me ha dado por las canciones. Debe ser la inspiración primaveral lo que me lleva a evocar aquella de Los Stop que hablaba de un apresurado veraneante que bajaba del avión ávido de sol y mar y se perdía las atenciones dedicadas al siguiente pasajero.

Qué cosas, letrillas como esas o las del puente a Mallorca ya se encargaban a finales de los sesenta de promocionar las islas. Lo mismo que aquí, vaya. Así le va a ellos desde entonces y así nos va a nosotros hasta ahora: los grandes desconocidos de la costa mediterránea.

Una conclusión que coincide esta semana con FITUR, circunstancia ideal para poner a la Región ante el espejo de la realidad de su turismo, esa actividad que en Valencia o Andalucía aporta el 15% del PIB y aquí tres puntos menos.

Llevamos décadas escuchando que tenemos un gran potencial para el crecimiento y nos pasa como al ciclista Julián Gorospe del Banesto que se jubiló años después con el marchamo de ‘gran promesa’.

La salida de la pandemia nos da la oportunidad de sacar provecho de nuestra facultades si se sabe apostar por proyectos a medio plazo y no por pensar en próximas elecciones.

Partimos de que tenemos limitada la expansión en las dos clases de turistas tradicionales: contamos con veraneantes PPPP (playa, piso, paseo y pipas) y apenas turistas PHRC (playa, hotel, restaurante y copas).

No importa porque la clave del crecimiento ya no está ni en unos ni en otros tras la experiencia del coronavirus. Está en seducir a los viajeros, esos seres en ebullición que buscan alejarse de las masas y completar sus días de ocio con aventura en la naturaleza, ejercicio físico, enriquecimiento cultural y/o deleite gastronómico.

Y esta Región tiene todos los mimbres para atraerlos con un Mar Menor que debería transformarse en paraíso para los deportes de vela, con un entorno natural idóneo para la práctica del senderismo y la bicicleta de montaña en las sierras y con kilómetros de costa vírgenes del ladrillo en calas de Cartagena, Mazarrón y Águilas.

Contamos con Facultades, Centro de Cualificación, escuelas de formación de profesionales de hostelería... Somos un candidato potente para competir por unos fondos europeos que primarán el ecoturismo y la digitalización de empresas de este ámbito. Solo hay que quitarse las telarañas y apostar por nuevas ideas. Mostrarse diferente e innovador.

No sé a qué esperamos para aspirar al turista dos millones.