En la legislatura en la que un hasta entonces desconocido Fernando López Miras consiguió llegar a la presidencia de la Región de Murcia tras la dimisión de Pedro Antonio Sánchez (eso de llevar veinte años con el mismo califa para luego cambiar cuatro veces de rey en menos de un lustro es una emoción demasiado fuerte hasta para los murcianos) la Asamblea Regional era muy distinta a ésta.

En el grupo parlamentario del PP reinaba Víctor Manuel Martínez, magnífico orador que tan sólo un par de años atrás era jefe del ahora todopoderoso Teo y de nuestro actual presidente. Se forjaron todos en Nuevas Generaciones cuando hasta una cabra pepera conseguía mayoría absoluta en la Región. Los caminos políticos les llevaron a lugares diferentes, pero ahora todos mandan. Y mucho.

En el PSOE, la dinastía de los Tovar llegaba a su fin con la caída en desgracia de María González Veracruz y la oposición sin pena ni gloria del patriarca del clan, don Rafael. La más inteligente de la familia, Diana, hermana pequeña de María, se conformó con liderar las Juventudes Socialistas cuando ella sí pudo haber sido una digna sucesora del socialismo en la región. Luego llegó un tal Conesa y ya el Perú se jodió para siempre, pero esa historia ya se la saben.

En Ciudadanos teníamos a Miguel Sánchez, que tiene muchísimo mérito por haber sido uno de los pocos políticos que he conocido en mi vida que tenía la capacidad de generar un rechazo tan transversal que hasta asustaba. Tanto es así que le sustituyeron por casi la primera persona que pasó por ahí, que ha tenido a bien limpiar la reputación del ahora senador, que parece el único leal que queda en el partido en la Región. A 5.000 euros limpios uno sufre mejor.

Pero luego llegamos y acabamos con Podemos, y aquí me quiero detener con especial atención. Es muy difícil ser el sucesor de facto de Juan Antonio Pujante, nuestro eterno diputado de Izquierda Unida. En una Región profundamente de derechas tener a una izquierda radical tan moderada, sosegada y hasta razonable es una bendición. Por la paz social, sí, pero especialmente porque al contrario que el PSOE, ellos sí entendieron a la sociedad a la que aspiraban a representar. Ser Óscar Urralburu, líder de Podemos entonces, era un reto muy complicado en lo político y en lo social.

Lejos de amedrentarse, Urralburu, de apellido impronunciable y orígenes navarros, consiguió ser el político mejor valorado de la Región jugando a ser Errejón. Que en Venezuela tienen mucha suerte porque comen tres veces al día, sí, pero nos lo cuenta hablando bajito y pidiendo moderación a los que le llaman sinvergüenza por decir sinvergonzonerías. Antes de ayer le nombraron portavoz nacional de Más País, y empero que podría ser ministro si su partido logra engullir a Podemos y hacer algo relevante a nivel nacional. Espero que no, por España, y que sí, porque seguro que lo merece más que los cantamañanas morados a los que ahora soportamos.

En la Murcia de entonces no teníamos auto-mociones de censura, ni había más tránsfugas que diputados en Vox, ni la vacunación de un consejero tumababa a vicepresidentes de ámbito nacional. Vivíamos en una Región más aburrida, pero probablemente mejor.

Para los próximos cuatro años sólo os pido, murcianos con derecho a voto, que probéis a vivir unas elecciones a la madrileña. Con Sánchez tiritando y la derecha festejando.

Lo que hemos hecho siempre, vaya. Y con qué alegría.