Nos transmite la mitología grecolatina que entre las divinidades consideradas menores —la categoría de dioses mayores corresponde a los llamados olímpicos, con Zeus a la cabeza, por tener su sede en el helénico monte Olimpo— se encuentran nueve hermanas que acompañan al dios Apolo, el dios de las artes y la adivinación, al que por ese motivo se conoce, entre otros epítetos, como el Musageta (conductor de las musas), título del ballet creado por el gran coreógrafo George Balanchine, con música de Igor Stravinsky. Diosas benéficas, soplan sobre el elegido su aliento fructífero o le susurran al oído la materia de inspiración que ha de dar lugar a obras artísticas que harán las delicias de aquellos que, de entre el común de los seres racionales, estén dotados además de la sensibilidad precisa para apreciarlo.

Hace apenas dos días María del Mar Carrillo, filóloga clásica y profesora de latín y griego en secundaria, componente del proyecto Itinera, del que tengo el honor de formar parte, ha dedicado bellísimas e inspiradas palabras a la especial relación que se establece entre el inspirado y la musa, pues, al igual que ocurre con otras conocidas hermanas míticas, el trío formado por las Parcas, en ocasiones todas ellas quedan singularizadas en una sola, y así oímos hablar de la Musa o la Parca, que asume, reuniéndolas, las atribuciones de cada una de las componentes de su grupo divino.

Animo a la lectura del artículo autoría de Mar, contribución número LVI de Itinera, publicado en ‘zendalibros’ (www.zendalibros.com/proyecto-itinera-lvi-la-musa-de-hesiodo), cuyo pasaje final dice así: «Está trenzando palabras, que hasta entonces habían estado vetadas para él. Se oye extrañado, y siente cómo todo en él ha cambiado. Coge una tablilla de arcilla que lleva consigo y un stilus, y con recién adquiridas grafías, un nuevo invento —dicen que traído hace poco a estas tierras por los fenicios— que ha aprendido por su simplicidad y utilidad para ayudar a una memoria ya menguante y a la economía de su rebaño y su hacienda, anota unas ideas.

Esos recién conocidos pensamientos bullen de algún lugar limítrofe entre la realidad y los sueños, de la fuente primigenia de conocimiento universal, de la que solo unos pocos pueden beber, aquellos a los que las musas besan, para transmitir a sus congéneres los conocimientos del pasado a través de efímeras y aladas palabras, que permanecerán encerradas en la memoria imperfecta de las generaciones posteriores. Allí en Ascra, en aquella eterna hora de una tarde de verano, la musa ha convertido a un simple ovejero en un vate inmortal. Hesíodo, entusiasmado y revestido de divinidad, ha sido el elegido de Calíope para cantar el nacimiento del universo y catalogar a los dioses que pueblan el mundo conocido y desconocido para los simples mortales».

El culto originario de las musas se situaba en Tracia (de la que actualmente forman parte, además de Grecia, Bulgaria y parte de Turquía) y en Beocia, región situada al oeste del Ática, cuya capital fundó el fenicio Cadmo en su deambular en busca del paradero de su hermana Europa, que había sido raptada por Zeus transformado en un hermoso toro blanco a fin de atraerla. Rodeando Beocia se encuentran los montes Parnaso, Helicón y Citerón. En el primero, cabe la fuente Castalia, se cuenta que habitaban Calíope, Clío, Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore y Urania, quienes tenían bajo su protección cada uno de los géneros literarios y distintas disciplinas como la Danza o la Música, además de la Astronomía.

El 18 de mayo celebramos el día Internacional de los Museos. A partir de hoy, en una jornada de puertas abiertas a la que se ha sumado también la Universidad de Murcia, y pese a las limitaciones que la pandemia sigue imponiendo, en Murcia podrán visitarse distintos museos y salas expositivas donde disfrutar de hasta 26 exposiciones y participar en 37 actividades para todas las edades visitas guiadas, talleres infantiles, actuaciones musicales, etcétera).

«Cuéntame Musa», comienza la Odisea, una de las obras atribuidas a Homero (s. VIII a. C.) que se encuentran en la misma base de la literatura occidental y que continúa ejerciendo su ininterrumpido influjo sobre todas las artes.

Tal día como hoy, en la batalla del Hidaspes, que tuvo lugar el año 326 a. C., Alejandro Magno, uno de los mayores estrategas de la historia a quien había educado Aristóteles, fundaba la ciudad de Bucéfala en honor a su famoso caballo, Bucéfalo, al que perdió en el combate. Casi dos mil años más tarde se hallaba en Roma la estatua de Hércules y Télefo que adquirió el papa Julio II y hoy podemos visitar en los Museos Vaticanos.

Afortunadamente más allá de creencias e ideologías, de guerras y de conquistas, se encuentra el terreno siempre perfumado de las musas, capaz de elevar a un simple mortal al mismísimo Parnaso.