¿Qué le pasa a la ultraderecha con el feminismo? Todo parece indicar que se ha convertido en una obsesión, en el chivo expiatorio de todos los males de la sociedad. ¿O es que están tan desocupados, ya que ‘todavía’ no gobiernan en ningún sitio y no tienen nada mejor que hacer? Pero en el reducido y limitado listado de asuntos que parece preocupar a este sector ideológico de la sociedad (el chalet de Pablo Iglesias, Venezuela, la inmigración), el feminismo se ha convertido en su principal objetivo, si nos atenemos al esfuerzo y a los recursos que dedican a combatirlo. Un ejemplo paradigmático es la valla de propaganda colocada a la entrada de la localidad de Archena, de la que nos hicimos eco en nuestra cuenta de Facebook hace unos días.

Para tan magno derroche han debido invertir un buen dinero, no solo para contratar la valla, sino también en hacerse con los servicios de profesionales de la propaganda con el fin de manipular el lenguaje y el mensaje para obtener la mayor repercusión posible a través de proclamas concisas, simples y de impacto, utilizando la mentira deliberadamente para tratar de instaurar en la opinión pública la idea de que se ha dado «453 mil euros para el feminismo, 0 euros para la hostelería».

Así, oponen en solo dos frases feminismo y hostelería, acusando sin rubor a las feministas de apropiarse de los recursos que se debieran destinar a la hostelería, con la pretensión de propiciar un enfrentamiento que no existe, a la vez que difunden y tratan de estigmatizar la lucha feminista que tanto les ocupa y preocupa. Ante tal despropósito, no es difícil identificar el espectro ideológico que lo patrocina bajo el poco imaginativo nombre de ‘Solidaridad’, ya empleado en la década de los 80 por el célebre sindicato encabezado por Lech Walesa, desconociendo la existencia de vinculación alguna con este movimiento sindical.

Lo cierto es que esta iniciativa que se parapeta en la ‘Solidaridad’, al parecer, según hemos conocido, pretende ser una organización ‘sindical’ (como si la derecha supiera lo que significa la lucha sindical) de la ultraderecha que tiene a Vox de referente político. De tal organización únicamente conocemos la dirección de la página web que difunden en su panfleto.

Pero lo más relevante es preguntarse qué les lleva a este enfrentamiento con las organizaciones feministas utilizando la descalificación y la mentira como máxima expresión de su argumentario. Porque podríamos preguntarnos por la veracidad de lo que afirman si quienes se sitúan en los márgenes ideológicos de la sociedad fuesen rigurosos en sus postulados. Cabría no poner en duda tales afirmaciones si tuviésemos alguna referencia de que no recurren sistemáticamente a la manipulación, la descalificación gratuita y las mentiras.

Pero solo hay que dar un repaso a la hemeroteca para toparse con sus constantes descalificaciones y engaños respecto a la emigración, a la que denigran sin fundamento y a la que señalan como parásitos que colapsan nuestros servicios sanitarios y a quienes se destinan la mayor parte de las ayudas sociales en detrimento de los «españoles», o negando los postulados y evidencias científicas de las causas y efectos del cambio climático y, sobre todo, criminalizando al movimiento feminista como el origen de todos los males que padecemos. Feministas que, además, supuestamente serían las destinatarias de generosas subvenciones estatales, regionales y locales para el mantenimiento de sus «chiringuitos», despreciando la lucha y el sufrimiento de las mujeres en la historia del feminismo.

Es por todo ello que intentar enfrentar feminismo y hostelería como receptores de las ayudas públicas, está abocado al fracaso para cualquier persona que no se deje arrastrar por la provocación gratuita y mal intencionada. Emplean la difamación como único argumento, tratando de utilizar a los sufridos hosteleros para envenenar y enfrentar a la sociedad, y hemos de impedirlo. Todos sabemos que las ayudas a los distintos sectores afectados por los cierres a que ha obligado la pandemia están siendo insuficientes, pero nadie desconoce que las pérdidas humanas y económicas, el sufrimiento y la precariedad que ha originado la pandemia, no es consecuencia del movimiento feminista, como tampoco fue el 8M de 2020 su causa, aunque lo repitan mil veces. Y menos aún que se hayan sustraído recursos destinados a la hostelería para otorgar ayudas a las organizaciones feministas.

Quieren hacernos creer que el feminismo es la expresión de problemas inexistentes: la desigualdad de género, la violencia machista, las brechas salariales, los techos de cristal. Los trabajos precarios feminizados como el emblemático caso de las Kellys, las trabajadoras del campo, las cuidadoras de nuestros mayores, y un largo etcétera, son para la ultraderecha falacias inventadas con el único objeto de cobrar subvenciones, lo que no se sostiene salvo en mentes que, como Dios manda, ponen en primer plano los auténticos problemas de España: la debida protección de las tradiciones más casposas: su patria, su familia, los toros, la caza y poco más.

Esos y no otros son los problemas que asolan esta España para ellos secuestrada por las feministas, los colectivos LGTBI o los inmigrantes, elementos en los que se apoya un discurso nacionalista y excluyente que les permite la supervivencia política. Y para ello emplean todos los recursos a su alcance, sin tener presente, o sí, que el odio y la violencia pueden llegar a instalarse y alcanzar cotas que pronto podamos lamentar. La historia nos ha enseñado hasta donde puede llevarnos la polarización y la crispación mal encauzada.

Para finalizar, es imprescindible que contribuyamos a rebajar este clima de enfrentamiento que, más temprano que tarde, debemos erradicar de nuestra convivencia antes de tener que lamentarlo. No olvidamos que a lo largo de la historia, en todo conflicto, hemos sido las mujeres quienes más hemos padecido situaciones de violencia, abuso, precariedad y pobreza y, por ello, somos las feministas las primeras en reclamar el cese de la agresión permanente, la difamación y la mentira como arma arrojadiza, para que no nos alcance el lodo.