Se acerca el momento de la despedida de los residentes que han terminado su periodo formativo y que ya se han convertido en médicos especialistas. El recorrido hasta terminar esta formación no ha sido fácil. Tras muchos esfuerzos y renuncias en el camino, consiguieron la exigente nota necesaria para acceder al Grado de Medicina. Después, estudiaron durante, al menos, seis años para graduarse como médicos generalistas (según el Plan Bolonia)- y se vieron abocados a superar un nuevo filtro: el examen MIR, una competitiva prueba entre miles de aspirantes, todos altamente preparados. Tras aprobar esta oposición y en base a la nota obtenida, por fin, eligieron la especialidad y el centro en el que poder formarse, vía MIR.

Esta formación como especialistas requiere cuatro o cinco años, en función de la especialidad. De la mano de todo este proceso, nuevos sacrificios, estudio constante y guardias eternas. También el compañerismo, el trabajo en equipo y la superación, hasta alcanzar la excelencia y el dominio de la materia. Todo ese conocimiento y esas habilidades les han llevado a ser los grandes especialistas que van a tratar a los pacientes (nosotros y nuestras familias) a lo largo de nuestra vida.

Esta formación, además del esfuerzo personal y familiar, supone también una inversión de recursos personales y económicos como país y comunidad.

Esos residentes, que próximamente finalizan su periodo formativo, han sumado la lucha contra la pandemia a su carga habitual de trabajo. Para hacer frente a la Covid19, han invertido horas extra de forma desinteresada, animosa y eficaz, con los valores y cualidades que les confiere su juventud y su formación.

Todos estos residentes tienen nombre y apellidos y, después de todo este recorrido, se enfrentan a un futuro incierto. Vuelven a la casilla de salida, en una situación en la que se ha hecho evidente que el sistema sanitario necesita ser reforzado de manera urgente.

El sistema sanitario no ha superado este pulso de estrés continuado al que se ha sometido este año al personal sanitario: los profesionales están agotados, sin posibilidad de recambio, posponiendo días de descanso y cronificando el cansancio.

Es de una urgencia vital (y digo vital porque literalmente se va nuestra vida en ello) ofrecer una planificación de contratos dignos a estos residentes que han elegido la Región de Murcia para formarse. Es de justicia y necesidad asegurar su futuro y, con ellos, el de nuestro modelo sanitario.

No podemos permitir que se marchen a otras Comunidades o países porque allí se les ofrezca un mañana más sólido. Tenemos que invertir en ellos, con inteligencia y amplitud de miras, para conseguir una mejor Sanidad que incluya a estos residentes y el inmenso valor que suponen.

Los hemos formado para tener a los mejores médicos y ahora… ¿los dejamos marchar?

Como organización sindical, Sindicato Médico CESM, estamos determinados a exigir la pronta oferta de contratación de estos residentes que finalizarán su periodo formativo en mayo y que aún desconocen la planificación de contratos previstos.

¿Cuándo nos daremos cuenta de que la inversión en personal mejora a un país, no solamente en indicadores de salud, sino también en economía y paz social? ¿No nos ha demostrado la pandemia que la falta de planificación desemboca en el caos?

Una vez más, y esto es evitable, nos lamentaremos cuando comprobemos que no disponemos de las plantillas suficientes para cubrir la demanda asistencial, reducir listas de espera (las que no han dejado de crecer) y, en definitiva, ofrecer a los ciudadanos una atención sanitaria de calidad.

Los residentes recién estrenados especialistas son grandes profesionales, los conocemos y la sociedad murciana los necesita. No los dejéis marchar.