En pleno proceso de mudanza internacional ayer me di cuenta de que hacerse mayor es valorar el espacio de almacenaje de una cama con canapé más que su estética.

Esta anécdota radicalmente cierta esconde muchas reflexiones detrás, algunas de las cuales, en el plano más estrictamente superficial, dan para varios artículos o consultas en el psiquiatra. En el ámbito más reflexivo, con el que les voy a aburrir hoy para ahorrarles el rollo sobre interiorismo, entender que la funcionalidad tiene más valor que la belleza me pareció un signo de madurez y responsabilidad muy extrapolable a otras muchas experiencias vitales que, en estos minutos de café y reflexión, les procedo a relatar.

Hace algo más de un mes el aleteo de una mariposa en Centrofama ocasionó un tsunami en Génova y en la Moncloa. Ya hemos hablado por activa y por pasiva de la moción de censura y sus consecuencias, así que no voy a añadir ninguna valoración más.

No sé qué ocurriría si ahora tuviéramos la oportunidad de volver a febrero y todos los protagonistas del entuerto, a uno y otro lado del espectro político, pudieran decidir de nuevo qué hacer. ¿Habría presentado Cs la moción de censura de haber sabido que los tránsfugas podían transfugarse? ¿Habría ofrecido López Miras a los expulsados de Vox una consejería sabiendo ahora que su amenaza de pacto con la izquierda nunca fue más que un farol? ¿Se habría abstenido Alberto Castillo sabiendo que igualmente iba a ser expulsado de su partido con deshonra por ser equidistante con los suyos y los más suyos aún?

La funcionalidad de la estrategia de todos los bandos ha sido común y compartida: todos querían el poder y todos han utilizado medios legítimos para obtenerlo. Que no sea estético organizar una moción de censura en Madrid sin tener claro qué ocurre en Murcia no convierte en especialmente limpia la forma de solventarlo por el Gobierno regional. Pero de la misma forma que tener una Asamblea con más grupos secuestrados que ningún otro Parlamento europeo es una situación anómala y perfectamente denunciable, pretender justificar con eso el Ejecutivo murciano es ilegítimo y corrupto es una ofensa intelectual que no creo que piense ninguna de las personas que enarbolan el argumento.

Lo que ha ocurrido en Murcia en estos meses ha sido un espectáculo bochornoso que nos podíamos haber ahorrado si alguien en Madrid hubiera entendido que Murcia es una Región que merece un respeto un pelín mayor que el de ser tratada como un laboratorio de prueba para ver qué podía suceder en el resto de España con movimientos análogos. Destruir la estabilidad y la gobernabilidad de un Ejecutivo en contra de sus miembros es una deslealtad absoluta por la que determinados miembros (y exmiembros) de las direcciones de partidos nacionales deberían pedir perdón no ya a los murcianos, que también, sino particularmente a los soldados a los que han mandado a una guerra en la que les han matados a ellos, a su reputación y a la de Murcia para siempre.

Buscando la estética de ganar un Gobierno y unos cuantos titulares de prensa, muchos políticos olvidaron que la funcionalidad de un Ejecutivo es, además de gobernar y obtener el poder, reflejar el sentir de los ciudadanos a los que representan.

Con esta operación muchos murcianos han vuelto a avergonzarse de su clase política como hacía años que no ocurría. Para este viaje no hacían falta ni tantas alforjas ni tanto bochorno.

Con lo fácil que era elegir una cama bonita con canapé, nos hemos quedado con un colchón inflable incómodo y para tirar. Qué duro es eso de madurar.