Pedro Sánchez ha anunciado el fin del estado de alarma el próximo 9 de mayo en plena campaña madrileña, demostrando una vez más que solo le mueve un afán partidista, el discurso del relato y las estratagemas políticas. Y lo hace con el mantra del bien común y de que lo hace en defensa del interés general, pero sin explicar qué ha cambiado, qué haremos si hay cuarta ola o por qué ya no es necesario la excepcionalidad de derechos y libertades, cuando lleva ya seis meses cercenándolos sin ningún tipo de garantías, excediendo, con mucho, el carácter temporal marcado por la Constitución.

Y ahora, ¿qué? El caos jurídico tras el estado de alarma hace temer a las Comunidades autónomas una avalancha de interrogantes sobre la legalidad de cierres perimetrales, confinamientos, reuniones sociales y medidas restrictivas de derechos. Los socialistas, por motivos puramente políticos, han decidido que ya no es necesario el estado de alarma. ¿Es que ya hemos vencido al virus, cuando hay retrasos intolerables en las vacunas y la cuarta ola está asomando? ¿Quizás el Gobierno se ha molestado en legislar a lo largo del año alguna Ley de pandemias que dote de seguridad jurídica a las comunidades autónomas? ¿Acaso Sánchez ha dado alternativas jurídicas que resuelvan los problemas de los ciudadanos y dé certezas a las Comunidades autónomas? ¿Por casualidad algún comité de expertos ha decidido por qué es conveniente levantar este estado de alarma? No busquen explicaciones ni razonamientos porque nos los hay. Con todos estos interrogantes y sabiendo que las elecciones del 4M dependían en buena medida de ello, Sánchez pasa la ‘patata caliente’, una vez más, a las Comunidades Autónomas. Debe pensar: «Que se apañen solas». 

Cual día de la marmota parece que no hemos aprendido nada. El año pasado, Pedro Sánchez anunciaba que ‘habíamos vencido al virus’ ( sic) y que ‘salíamos más fuertes’ (sic), invitando a la gente ‘a salir a la calle’ ( sic) y disfrutar de la vida. Si el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, ‘su Sanchidad’ parece haberle tomado cariño a la misma. 

De nuevo, y con más información de la que manejan el resto de los mortales, este Gobierno insomne deja de nuevo desprotegidos a los ciudadanos y los aboca a diecisiete veranos distintos, sin cogobernanzani coordinación.

Los socialistas saben bien que sin este mecanismo jurídico que garantiza la Constitución, las decisiones de los presidentes autonómicos, necesitarán en la mayor parte de los casos el aval jurídico cuando se limiten o restrinjan derechos fundamentales. Y lo saben y sabían hace ya un año, cuando el Partido Popular a nivel nacional con Casado a la cabeza y nuestro presidente autonómico López Miras, pidieron un ‘plan b’ jurídico como alternativa a esta prerrogativa excepcional del estado de alarma.

En ningún otro país del mundo, cualquiera que sea su organización territorial, ningún otro presidente del Gobierno se ha desentendido de esta forma de sus administraciones locales y autonómicas. El abandono es tal que el caos ya empieza a gestarse. La pandemia es una cuestión de Estado que necesita una respuesta de país que no hemos tenido del presidente Sánchez. El estado de alarma es un mecanismo que debe ser utilizado con precaución y con todas las garantías, pero se ha usado para fines políticos alejado de sus necesidades, y durante todo este año el Gobierno de PSOE y Podemos no ha trabajado en dar una alternativa a la salida del mismo. No pueden existir diecisiete formas distintas de encarar el verano de nuevo, supeditadas a la confirmación judicial, sin seguridad jurídica ni garantías legales.

Como el perro del hortelano, Sánchez ni come ni deja comer, no ha legislado una Ley de pandemias ni ha abordado un ‘plan b’ jurídico, pero tampoco da soluciones al problema del fin del estado de alarma.

Por el momento, tras el 9 de mayo deja a su suerte a los españoles sin haber resuelto bien el final de esta etapa. 

Si todo sale bien, no duden de que se atribuirá el éxito. Si todo sale mal, responsabilizará a las Comunidades autónomas y se elevará de nuevo como el mesías dispuesto a salvar a los españoles. Y no será porque no lo advertimos.