Uno de los sueños de todos los animales es que sus crías nazcan autónomos. Que una vez que asomen la cabeza el sello de autónomo aparezca estampado en su culo o, mejor, en su ser como si de un tatuaje imborrable se tratara. Tras el preceptivo azote, el no menos facultativo golpe del que, durante toda la vida, no podrá enfermar ni sestear si pretende comer. Antes de que te despiertes del sueño embrionario, los murcianos son autónomos, «nacíos para ser repartidor», que diría el célebre Ivá.

Aún es pronto, pero no se descarta que el primer regalo del bebé sea una camioneta de juguete de Amazón. Quién sabe si, como en alguna de las estaciones de metro de Madrid (Sol se llama ahora Vodafone), la Región de Murcia pase a ser el reinado de Jeff Bezos. Sólo así sería posible que algún despistado buscando Amazón aterrizara en esta gran desconocida, que es el tercer destino turístico menos atractivo para los españoles.

El que nos ha buscado, por el momento, es el gigante norteamericano, líder en mensajería mundial y en otros récords menos elogiosos, ante todo en sus condiciones laborales. Ya imagino a su gurú consultar en Google una ciudad del sureste español con bajos salarios, escasa sindicación, terrenos baratos y aeropuerto sin aviones. Sin competencia posible, no han dudado en repetir y convertir a Corvera en el epicentro de uno de los mayores cuarteles contra el comercio tradicional tanto murciano como universal.

Todo ello con las genuflexiones necesarias por parte de las distintas autoridades, que, en el mismo acto de inauguración, no dudan en rasgarse las vestiduras por el daño que está sufriendo el comercio como consecuencia de la pandemia que nos cerca. Para covid comercial, Amazón.

Una compra de la Región de Murcia que sólo supone mayor destrucción y precarización del empleo, repartiendo pobreza en cada pedido, cual colonia.

Y no sigo porque llaman a la puerta…