El Índice ClosinGap es el primer indicador sobre el coste de oportunidad de la desigualdad de género en la economía española. Nos aporta valiosa información sobre cuánto podría crecer nuestro PIB si se aprovechase todo el talento femenino existente. Según el Informe de marzo de 2021 elaborado por este cluster (creado en septiembre de 2018 y formado por doce grandes empresas) todavía existe una brecha de género que debemos cerrar para conseguir la paridad y optimizar así nuestro potencial económico.

El informe mide la igualdad de género dentro de cinco grandes categorías que considera prioritarias: el empleo, la educación, la conciliación, la digitalización y la salud y el bienestar. Aunque la brecha se sitúa en el 35,9% de media, hay grandes diferencias entre estas categorías. Si se mantiene la tendencia actual, se estima que no cerraríamos esta brecha hasta el año 2055. Destaca también que nuestro PIB podría haber sido hasta un 18,5% superior en 2019 de haber existido una absoluta igualdad de género.

Nos vamos a detener en tres categorías: el empleo, la conciliación y la salud y el bienestar.

En la categoría de empleo, el estudio analiza hasta nueve variables que son clave para el desarrollo económico y profesional de la mujer: la tasa de actividad de la mujer, la tasa de empleo, las horas trabajadas, el liderazgo en la empresa privada, el liderazgo en la Administración General del Estado, la precariedad del empleo, la brecha salarial, la duración de la carrera laboral y la brecha de pensiones. En esta categoría el índice ClosinGap se situó en el 65% para el año 2020, por lo que aún queda un 35% de brecha de género por cerrar. Aunque las mujeres participan cada vez más en el mercado laboral y durante más años, continúan trabajando menos horas y con un menor salario que los hombres, lo que se refleja en pensiones de jubilación más bajas. Hay que resaltar también que las mujeres están sobre representadas en los sectores económicos menos productivos.

En lo referente al índice ClosinGap en conciliación, todavía hay más brecha por cerrar. En el informe se miden las variables de trabajo no remunerado, inactivos por realizar labores no remuneradas, tasa de parcialidad en el empleo por razones de conciliación, y tiempo dedicado al ocio. Destaca el número de mujeres inactivas en el mercado laboral por el trabajo de cuidados en el hogar de hijos mayores. Aquí la brecha por cerrar es del 56%.

Por último, en el ámbito de la salud y el bienestar, la brecha de género por cerrar se sitúa en el 15%. Y aunque es más reducida, dicha brecha lleva años estancada porque, según el estudio, no han mejorado los problemas de salud y tampoco ha disminuido el riesgo de pobreza o exclusión social. En todos los estudios los datos nos dicen que las mujeres vivimos más, pero con peor calidad de vida. En el estancamiento en la mejora de la salud de las mujeres es necesario hablar del aumento de la carga de trabajo de las abuelas desde la crisis de 2008, aunque el fenómeno de ‘las abuelas esclavas’ viene de antes. En la actualidad y debido a la Covid19, como las abuelas pertenecen a la población de riesgo, toda la carga de trabajo que ellas asumían ha vuelto a recaer sobre sus hijas o nueras. El confinamiento, el teletrabajo, el mayor tiempo en el hogar de los hijos en edad escolar, la revisión de sus trabajos escolares, la falta de equipos digitales en muchas familias o el hecho de que muchas de las profesiones esenciales durante la pandemia sean profesiones feminizadas (sanitarias, vendedoras de supermercados o limpiadoras, entre otras) han empeorado de manera exponencial la calidad de vida de las mujeres y su salud se ha visto más perjudicada que la de los hombres.

La doctora Carmen Valls Llobet, autora del libro Mujeres invisibles para la medicina (Capitán Swing, 2020) y directora del programa «Mujer, Salud y Calidad de vida» en el Centro de Análisis y Programas Sanitarios, afirmó en una reciente entrevista que hay estudios que muestran que, en la salud de las mujeres y de los hombres, pesan más las condiciones del propio trabajo que las diferencias psicológicas y biológicas. Las tareas que realizan las mujeres son más estresantes, con largas jornadas de trabajo sin fin si sólo trabajan en casa, con doble jornada laboral. A lo que hay que añadir la discriminación laboral, los salarios más bajos...

También parece que, según Valls Llobet, ha habido un retroceso en los estudios de salud con perspectiva de género: «Con la Covid19, los 18 estudios más importantes publicados no recogen la diferencia por sexos» (Cristina Sen, 7-12-2020, https://lavanguadia.com).

Son muchas las razones por las que no se han hecho progresos en la salud y el bienestar de las mujeres. Especialmente relevante nos parecía destacar aquí la relación entre las condiciones de trabajo y la falta de conciliación en el hogar. Por todo lo expuesto, queremos unir nuestras voces a la de la doctora Llobet cuando afirma que «falta una ciencia que atienda y visibilice bien lo que les pasa a las mujeres».