El cambalache en que se ha constituido el reparto de sillas del equipo de Gobierno de la Comunidad autónoma exige mirar con mayor rigor las propuestas que hacen los que rigen los destinos de los murcianos/as. Desde Futuro de la Educación RM (AFEReM), ponemos nuestra atención sobre la consejería de Educación y Cultura para comprobar que su programa es: la libre elección de centro, cheque escolar y veto parental. Quedamos enterados. Coincidiendo en el tiempo con la ya ‘histórica’ moción de censura y el mercadeo por el poder, el 11 de marzo tuvo lugar, dentro del programa central de las VII Jornadas una Educación para el siglo XXI. Miradas desde las Ciencias y las Artes, el panel: La Educación en tiempos de la covid-19. Repercusiones para la comunidad escolar. Se planteó el panel sin ninguna consideración que no fuese puramente organizativa, suponiendo que la elección de las personas, siguiendo el criterio de aportar un panorama lo más amplio posible dentro de la educación obligatoria, permitiría mostrar una diversidad de enfoques y análisis suficientemente rico: familias, profesionales, roles y etapas diferentes y ámbito rural/ urbano. Reflexionando sobre las ideas expuestas se observa el efecto provocado por las especiales circunstancias que estamos viviendo a causa de la pandemia y las condiciones establecidas por las autoridades en el ámbito escolar: unas son específicas de la situación provocada por la crisis sanitaria y otras han sido destacadas, por la ruptura de la ‘normalidad’. Estas problemáticas las agruparemos como: las derivadas de la escolarización en tiempos de la crisis sanitaria y problemáticas históricas de la educación en nuestra región. Problemáticas derivadas de la escolarización en tiempos de la crisis sanitaria: La educación online, algo inimaginable hace unos meses, ha puesto de manifiesto: la incapacidad y ausencia de estímulos para asumir la tarea no presencial por parte del alumnado, la brecha digital tanto en equipamiento como en formación de las personas que les pudieran ayudar en casa (los progenitores han tenido que asumir roles profesionales para los que no tiene la preparación adecuada y no les corresponden) y el peligro de lo digital en edades tempranas. El confinamiento, semipresencialidad y ausencias por contacto y/o contagio está ocasionando: la pérdida de trabajo en áreas y contenidos, supresión de las actividades complementarias y extraescolares con un inicio de curso caótico contando casi exclusivamente con el voluntarismo de los profesionales de la educación y las familias. El afloramiento problemas emocionales: ansiedad, ira, miedo, dolor, desesperanza… en el alumnado. Carencia de material TIC en escolares y profesionales. Conciliación, niños menores solos en casa, con un considerable coste emocional y económico para las familias. Las condiciones educativas: Incertidumbre normativa y falta de previsión por parte de la Admón. Educativa y sanitaria ante el inicio del curso 20-21. En los meses posteriores: saturación de órdenes, regulaciones no siempre coherentes. La rigidez de las normas y la falta de autonomía en la aplicación de las mismas, adaptadas a las peculiaridades y características de los centros han impedido que se pudiera mitigar la semipresencialidad. No ha habido alternativa educativa en la pandemia para el alumnado con necesidades educativas especiales. Las condiciones laborales. El profesorado ha tenido sobrecarga de trabajo motivada por: el excesivo control burocratizado de la administración con la petición de informes de actividad, plataformas… y el sobreesfuerzo provocado por la semipresencialidad: clases online y presenciales, asesoramiento informático, adaptación metodológica y de materiales. Esto ha provocado cansancio-agotamiento con consecuencias de fatiga emocional y desánimo. Fatiga física y mental provocada por el teletrabajo. Y la sensación en algunos profesionales de no sentirse cuidados. Por otro lado los problemas educativos que están ahí desde hace décadas. La pandemia ha mostrado que en lo educativo tenemos un sistema del siglo XIX y ha puesto de manifiesto la incoherencia del sistema educativo. Encerramiento y separación entre la escuela y la realidad, el mundo. Brecha socioeducativa cada vez más amplia y manifiesta. El abandono escolar temprano (uno de cada cinco jóvenes murcianos/as menores deveinticinco años no tiene la titulación en ESO). Conflicto emocional observado en el alumnado por no estar dando una repuesta a los retos y conflictos que plantea el mundo que les toca vivir. Aunque no ha existido una reducción de ratios, sino de aforos, esta circunstancia ha mostrado los beneficios de reducir la relación alumno/profesor: mejora de la convivencia, del contacto interpersonal, mejora del proceso enseñanza-aprendizaje. A los centros educativos se les ha exigido la elaboración de sus planes de contingencia. Lógico, son los profesionales de esos centros los que conocen su realidad, su entorno, sus recursos. Esos mismos profesionales reivindican autonomía también para establecer sus Proyectos Educativos de Centro y la gestión de los recursos sin el encorsetamiento a que los somete la Administración educativa. La absoluta necesidad de hacer una evaluación rigurosa y transparente de lo que ocurre en educación en nuestra región. Es una exigencia ineludible el que se den a conocer los datos educativos para que la sociedad los conozca los analice y proponga aquellas exigencias y medidas que considere pertinentes. No puede ser que no se trasladen los datos existentes, como ya ocurrió durante el confinamiento donde los déficit en TIC quedaron muy patentes. Estos son los problemas de la Educación en la Región de Murcia: los derivados de la crisis sanitaria y las medidas adoptadas, y los que son un endemismo en la educación en nuestra región.