Con frecuencia, la izquierda española se arroga representatividad que realmente no tiene, cualidades éticas que realmente no tiene e, incluso, legitimidad en asuntos en los que realmente no la tiene. La izquierda española, que tanta superioridad moral se arroga, tiene un pasado criminal que la deslegitima, por ejemplo, para dar lecciones de la llamada memoria histórica.

Estos días hemos podido escuchar en la radio a una portavoz de esta izquierda murciana arrogante y excluyente atribuirse la representación de la comunidad educativa. Francisca Pérez, que así se llama la vocera que se autoatribuye mi representación como miembro de dicha comunidad, a la que pertenezco como padre y como docente, ha dicho, ni más ni menos: «Estamos aquí en representación de toda la comunidad educativa», refiriéndose a los concentrados frente al Palacio de San esteban en señal de protesta por el nombramiento de una nueva consejera de Educación y Cultura. Y, seguramente, después de hacer estas declaraciones, la citada señora se fue a la Plaza de Las Flores a tomarse un vermut satisfecha de su altísima representatividad en la comunidad educativa.

No, la portavoz de la llamada Marea Verde a mí no me representa, ni como docente ni como padre; tampoco debería hablar en nombre de miles de docentes que no piensan como ella ni son de su cuerda política, es decir, de izquierdas. Y, por descontado, menos aún representa a decenas de miles de padres, como es mi caso, que abominamos de toda arrogancia política y, en particular, de la de la izquierda.

Suponiendo que los concentrados frente a San Esteban llegaran al millar, que no lo creo, si se tiene en cuenta que hay unos 27.000 profesores en la Región, aun siendo todos los concentrados docentes representan poco más del 3,5% del cuerpo profesoral; y si se refiere a los padres, su representatividad es más ínfima aún. Sin embargo, la portavoz de la llamada Marea Verde habla en nombre de toda la comunidad educativa porque ella se ha arrogado su representación, y punto. Y al que lo ponga en duda se le tilda de fascista.

La autodenominada Marea Verde, por sus proclamas, sólo representa a la izquierda, pero a la izquierda más radical dentro de la comunidad educativa. La Marea Verde es en realidad una marejadilla roja. No es más que una correa de transmisión del PSOE, la UGT, Podemos y CC OO. ¿O no estaba presente en la concentración el líder en Murcia de los comunistas avergonzados? (Me refiero a los que ahora se llaman Podemos porque no se atreven a llamarse comunistas). ¿No estaban en la concentración dirigentes del PSRM-PSOE, liderado hoy por un imputado por corrupción política? Dejémonos de tapujos: los concentrados en San Esteban sólo pueden hablar en nombre de la izquierda murciana que no ha leído a Bobbio (y eso que fue senador socialista) y, por tanto, confunden libertad con democracia. Son la izquierda que considera que solo hay democracia plena cuando el pueblo les vota a ellos, y, por algo, el ‘errado’ pueblo murciano lleva más de dos décadas y media sin votarles más que a la ‘odiosa’ derecha.

En realidad, cuando se analiza la conducta de la izquierda española hay poco nuevo bajo el sol en los últimos noventa años. En noviembre de 1933, se celebraron unas elecciones generales organizadas por un Gobierno republicano (presidido por Martínez Barrio) y reguladas por la legislación electoral aprobada por la mayoría republicana de izquierdas. La derecha (CEDA) y centro derecha (PRR) ganaron con amplia mayoría, mientras que el PSOE obtuvo el peor resultado de su historia. Pese a ello, desde el primer momento intentaron que no gobernase la derecha porque la democracia republicana era suya, de la izquierda. En octubre de 1934, el PSOE de Largo Caballero y la UGT, de cuya secretaría general antes echaron al honesto Besteiro, organizaron un golpe de Estado contra la República. Esto no es que lo escriba yo, ni siquiera Stanley G. Payne, Burnett Bolloten y otros ilustres historiadores, sino que los propios socialistas que lo organizaron lo han contado. Para los que reivindican la memoria histórica, ahí están las memorias de Largo Caballero, Vidarte o Amaro del Rosal. Los socialistas que no me crean, que las lean y así aprenderán bastante del pasado criminal de su partido.

Entonces, socialistas, comunistas, separatistas catalanes y anarquistas empezaron a fraguar el golpe contra la República en el mismo momento en que la izquierda perdió el poder, y lo primero que hicieron fue acusar a la derecha ganadora de las elecciones de fascista, pese a que acataba la Constitución republicana y las leyes; más o menos, como ahora. ¿Qué harán ahora, en pleno siglo XXI, cuando la derecha que no les gusta entre en los Gobiernos, bien sea regionales o en el de la nación?

La izquierda española no está inmaculada, tiene pasado, pasado criminal. La historia criminal del comunismo es tan horrenda que la mayoría de ellos hoy se avergüenzan de llamarse a sí mismos comunistas. En cuanto al PSOE y la UGT, también arrastran pasado delictivo, un pasado vergonzante que empezó con la amenaza de muerte de Pablo Iglesias Posse a Antonio Maura en sede parlamentaria (Diario de Sesiones de las Cortes de 7 de julio de 1909) y alcanzó su cénit entre 1936 y 1939.

Estas cosas, desde finales de los años setenta no se estudian mucho ni en Primaria ni en Secundaria; si se estudiaran, sería de general conocimiento que el PSOE y la UGT dieron un golpe de Estado (ellos lo llamaban revolución socialista) contra la República en 1934, que costó más de mil muertos. Y todo porque la derecha ganó las elecciones en una República que ellos consideraban suya, no de todos los españoles.

Pero ahora estamos en el siglo XXI, ya conocemos los horrores de los totalitarismos comunista y fascista y, si la izquierda no quiere que gobierne la derecha en Murcia, sólo le queda un camino: ganar las elecciones.