Si ustedes han llegado a esta primera línea aún cabe la esperanza: seguramente no son votantes de Vox. La reacción de la ultraderecha ante el título que encabeza estas reflexiones sería otra: no leer el artículo.

Y sin embargo, leer, pensar, imaginar (como reza el lema de un excelente programa cultural de Cartagena), modifica nuestro cerebro. Después de escuchar una conferencia, o de leer un libro, nuestras sinapsis neuronales cambian y nuestro mapa cerebral es distinto del que era antes.

La cultura, la lectura, concretamente, y seguimos aquí a Martha Nussbaum, estimula también nuestro comportamiento moral ya que incrementa las neuronas espejo, esas que nos enseñan a imaginar el continente ignoto del semejante que tenemos enfrente, y que están en la base de la empatía. Por ejemplo: gracias a nuestras neuronas espejo vemos a un inmigrante y no pensamos que viene a robarnos el pan, sino que es una persona como nosotros, por cierto, exactamente igual que nosotros, puesto que las diferencias intraespecíficas son insignificantes, sometido a las mismas condiciones que sufrieron durante el siglo XX nuestros compatriotas (que emigraron entonces a Europa), y que siguen sufriendo hoy miles de jóvenes que salen de nuestro país en busca de un futuro mejor.

Es decir, las neuronas espejo subrayan las semejanzas con el otro, nuestra identificación con él, de modo que el inmigrante despierta nuestra empatía y no nuestro rechazo, puesto que nos decimos: si estuviera en su lugar, yo haría lo mismo; mientras que los militantes de ultraderecha lo ven como un enemigo al que hay que deportar.

Además, cuando leemos con una mente abierta sometemos nuestros principios a una revisión constante, somos capaces de interrogar nuestros a priori y de cambiarlos si es preciso, guiándonos por la razón y no solo por las emociones. Esta rica flexibilidad incrementa nuestra inteligencia, definida como la capacidad de adaptarse activamente al mundo y de transformarlo, un mundo que cambia cada vez a mayor velocidad. La inteligencia crece con el cambio y se atrofia con la pasividad cognitiva.

Sin embargo, las ideas fijas de los votantes de Vox les llevan a considerar al inmigrante un enemigo; sus neuronas espejo están bloqueadas porque ellos se han especializado y anclado en la repetición de lo mismo. Lo que, por otra parte, no deja de ser un signo de inseguridad muy apreciable; inseguridad que intentan negar mostrando una apariencia de soldado medieval que la esconde: barba, caballos, machismo, nacionalismo, tradición a ultranza.

Observen, si no, lo que propone su programa: «Fomento del arraigo a la tierra, manifestaciones folclóricas y tradiciones».

Arraigo a la tierra. Veamos, hace muchos, muchos miles de años, hubo una especie de antropoide, unos monitos curiosos que, cansados de andar dando vueltas por las mismas ramas, emigraron, sí, otearon la sabana y dijeron, ¿por qué no? y bajaron de los árboles venciendo el miedo a lo desconocido, adentrándose en la planicie en busca de un hábitat mejor. Como ya no estaban todo el tiempo en el mismo sitio (como quieren que permanezcamos los inmovilistas votantes de Vox), tuvieron que abandonar poco a poco la posición cuadrúpeda para sostenerse en las patas traseras y otear mejor la llanura poblada de altas hierbas, con lo que se inició el bipedismo que dio lugar al crecimiento del cerebro, que liberó las patas delanteras hasta convertirlas en nuestras diestras manos, y que nos permitió ser la especie más depredadora y dañina del planeta (uy!, a ver si va a ser que hubiera sido mejor quedarnos en los árboles, como quieren los votantes de Vox).

Escuchen, soldados de Vox, nuestro desarrollo como especie se debió a aquellos valientes antepasados inmigrantes.

Todo esto para confirmar que el progreso va unido al cambio, a la osadía, a la aventura intelectual y física, a la movilidad geográfica y mental, a la tolerancia y a la aceptación de las diferencias con el otro, características todas propias de la inteligencia creativa.

Pero no así para Vox, pues en los puntos 36 y 37 de su programa ‘cultural’ propone lo siguiente:

«36. Protección de la caza y la pesca como actividades necesarias y tradicionales del mundo rural. 37. Impulsar una Ley Autonómica de protección de la Tauromaquia»

Eso mismo, volver al Neolítico, abandonar las ideas de la Ilustración que trajeron consigo Libertad, Igualdad y Fraternidad, y refugiarnos en el zarangollo, el pastel de carne y el Bando de la Huerta, los toros, la caza y la pesca.

Muy bien. Adelante, la Consejería de Cultura y Educación ya está generada por Vox, y veremos cómo la inteligencia de nuestros niños retrocede aún más (Murcia es la segunda Comunidad con mayor índice de fracaso escolar), el machismo avanza, la xenofobia aumenta, y la homofobia convierte a nuestros jóvenes en pequeños e ignorantes neonazis, subidos a los árboles de la brutalidad.

Porque sentimos decirles que con ese programa no aumentará nuestra inteligencia ni se incrementará nuestra cultura (que ellos identifican con el inmovilismo más rancio), sino la barbarie de la ignorancia.