Alguien dejó la puerta abierta y entraron los perros equivocados

(Infierno de Cobardes)

Los rituales públicos, el carnaval, las fiestas populares, la música, el cine, el teatro, visitar un museo, la pintura, la Ilustración, el saber, recordar una historia, la literatura... Todos conceptos que describen lo que para muchos es la Cultura.

Un conjunto de bienes materiales y espirituales que la sociedad transmite de generación en generación con el fin de que esos valores no se pierdan, no caigan en el olvido. Y es trabajo de todos conservar y cuidar ese llegado, como principio educacional, sobre todo. Ni Basil y Zorba (Zorba el Griego, M. Cacoyannis, 1964) en sus peores conflictos, habrían dejado nunca de compartir, predicar y mucho menos sepultar la escritura o la música aunque de ello dependiese su entereza.

Pero en Murcia no interesa, y no es plan de ponerme a hacer valoraciones políticas, sólo me llevaría a discutir con amigos a los que aprecio y estimo lejos de sus manifestaciones ideológicas. Vivimos estos días muchas emociones, demasiados debates cargados de crispación y es muy complicado dialogar sobre la doctrina y filosofía de cada uno con la solvencia necesaria para que no salten chispas. Es demasiado complicado defender nuestras ideas firmemente, sin agresividad , para hacernos respetar por el que no piensa parecido.

Por eso, antes de lamentaciones prefiero el humor, he optado por no caer en provocaciones y menos aún cuando no dispongo de los datos suficientes para sentenciar o convencer al que tengo en frente. Las opiniones, aún sabiendo que el otro pueda estar equivocado, deben basarse, sobre todo y por encima de todo, en el respeto, en el cariño, a pesar de las discrepancias, «notas negras, notas blancas, y necesitas tocar las dos para hacer una armonía, amigo», según una de las frases traducida de Ebany and Ivory (Stevie Wonder & Paul McCartney, 1982)...

Pero es que algunos nos lo ponen muy difícil, y volvemos a la cultura, pues. Hace unos días, un gran amigo, defensor a ultranza de la cultura y artista por derecho y genética, Ángel Haro, me llamó para que plasmase mi firma en una carta al presidente López Miras; los motivos eran evidentes, estaban muy muy claros. No se puede mercadear con la cultura, es un despropósito usarla como moneda de cambio en una negociación política. No es de recibo que una consejería tan importante como Educación y Cultura caiga en manos de alguien que defiende, o defendía, que ya me pierdo con tanto cambio, a un partido (Vox) cuya aportación en su propuesta de Gobierno se basa en puntos como los que, entre otros, señalo:

*Eliminar la Ley de Memoria Histórica

*Impulsar una Ley de Mecenazgo ¡de ámbito regional! (tócanos las palmas, María Manuela, cuando el fisco asome la patita)

*Impulsar una ley para la promoción y mejora de la Tauromaquia

*Proteger la caza como actividad necesaria en el mundo rural...

Y es que, como señalaba Montiel en su artículo del pasado lunes, «Vox es pura ideológia sin funcionalidad».

En absolutamente ninguna propuesta de los que instruyeron en materia política a doña Mabel Campuzano se alude al gremio de pintores, ni al de diseñadores, ni al de músicos,ni al de los agitadores del arte, ni a la conservación de un museo... Se ignora a los artistas en general, y eso duele como puñalada trapera en un día frío. Por tanto, valorando la poca importancia que para ciertos sectores políticos supone la cultura, acepté de inmediato la invitación a desarrollar y firmar la Carta que junto a 92 colegas, trabajadores y representantes de la cultura hemos escrito con la única intención de parar esta barbarie, este despropósito.

Comparto en la web del diario con todos la carta abierta que hemos firmado, esperando por parte de las autoridades una respuesta cívica, convincente y sensata tras reflexionar sobre esta aberración sin sentido. Gracias a todos de antemano.

Canción que escucho

mientras escribo:

El Inmoralista,

Leone.