Mario Gómez tiene un pacto cerrado con el PSOE para anunciar una moción de censura contra el alcalde del PP en Murcia, José Ballesta. Si hasta ahora no se ha activado es porque, de un lado, la dirección regional de los socialistas no lo ha visto conveniente, pues no quiere abrir esa puerta con Ciudadanos mientras permanezca cerrada la del Gobierno regional. Para el PSOE es prioritaria la presidencia del Gobierno, y la alcaldía de Murcia debería ser un complemento a ese paquete. Un mix. Pero el acuerdo está sellado, a la espera de la oportunidad. No con Cs, sino con su portavoz municipal.

De otro lado, la dirección regional de Cs ha dado señales firmes de que pretende agotar la legislatura con el PP al querer satisfacer a Fernando López Miras impulsando la reforma a su favor de la Ley del Presidente, lo que significa la estabilidad en los otros pactos municipales. Además, en el ayuntamiento de Murcia se da un problema añadido: para derribar a Ballesta no basta un acuerdo PSOE/Cs, pues hay que contar también con Podemos para cuadrar la mayoría, y mal se entendería que Arrimadas clame cada día contra ‘el Gobierno socialcomunista’ mientras su partido ayuda a conformarlo en la séptima capital española.

Las ansias de Mario Gómez para derribar a su actual socio de gobierno en la Glorieta lo rebasan, pues tanto PSOE como PP como su propio partido tienen estrategias generales que no contemplan su proyecto personal como cosa prioritaria, sino acaso como la pieza de un conjunto de derivadas cuyas condiciones no se dan en este momento.

LAS HORAS CONTADAS. Pero Gómez se da cuenta de que ha ido demasiado lejos por su propia iniciativa y de que ya no hay vuelta atrás. Es decir, sabe que le quedan pocos días en el gobierno municipal, pues ha traspasado todas las líneas rojas que cabe suponer entre socios políticos. El vicealcalde ha denunciado al alcalde por corrupción. Toma ya. Primero, abasteciendo de información al PSOE para que actuara ante la Fiscalía, ya que en principio calculó que no era coherente que lo hiciera él mismo, pero después se olvidó de esa prudencia y empapeló por su propia cuenta al grupo de investigación sobre delitos económicos y fiscales de la Policía Nacional con una montaña de expedientes administrativos que ha ido archivando en lápices electrónicos. No consta que la dirección de su partido, ni siquiera el resto de concejales del grupo de Cs, estuvieran desde el principio al tanto de este hecho.

Está claro para cualquier observador que la sociedad Ballesta/Gómez ha saltado por los aires, y solo es cosa de días que tengamos que protegernos los oídos a causa de la explosión antes de ponernos a salvo de la lluvia de cascotes. Ni siquiera cabe ya que Ballesta contemple la inoportunidad de destituir de competencias a un concejal que lo ha denunciado ante la Policía y que lo desconsidera tanto en los plenos municipales como, una y otra vez, en los medios de comunicación, pues ese gesto podría dar lugar a convertir en mártir a quien tan cargado de razones se muestra. Mantener a Gómez en el Gobierno es como si el obispo permitiera que Pablo Iglesias echara el sermón en las misas. Un concejal del PP me dijo a mitad de esta semana: «Las crisis políticas deben resolverse en 48 horas». Llevamos unas cuantas más, pero todo indica que quedan pocas. Mario Gómez tiene, pues, las horas contadas. Y lo sabe.

AL MIXTO. Tal vez porque lo sabe podría haber intentado tirar por el camino de enmedio. Según fuentes del PP (subrayo, fuentes del PP basadas, según dicen, en confidencias desde Cs), Gómez se reunió el pasado jueves, a petición suya, con los otros tres concejales de su grupo, y desplegó ante ellos su proyecto: pasarse al Grupo Mixto y desde él promover una moción de censura que estaría concertada con el PSOE (cosa cierta, pero al ralentí) sin que ya, al margen de Cs, se hubiera de tener en cuenta el escrúpulo de la colaboración necesaria de Podemos. Un disparate, pues es dudoso que el PSOE aceptara conformar gobierno con tránsfugas y cerrara así cualquier posibilidad de colaboración futura en otros ámbitos con Cs. Según este relato, la concejala Paqui Pérez, que es fan absoluta de Gómez, se adhirió a la iniciativa, no así Rex y Pérez Piernas. Estos dos concejales son un problema para la estrategia de Gómez, pues obedecen a la dirección regional de su partido antes que hacer un seguimiento ciego a las derivas de su portavoz municipal. Son, además, por su actitud en el gobierno, el recurso en que se ampara el PP para que los de Ballesta puedan afirmar que no sufren conflicto alguno con Cs sino con Gómez.

Después de esta reunión, no confirmada por ninguno de los concejales que pudieran haberla protagonizado, pero creíble por la situación creada, los cuatro ediles de Cs se dejaron hacer unas fotos juntos para transmitir unidad, pero en esa voluntad expresaban la sensación contraria, pues la propia escenificación transmitía una sensación de necesidad. ¿Quién había cuestionado hasta entonces la unidad del grupo para hacer necesaria una foto que presuntamente la confirmara?

LA BOMBA GÓMEZ. Gómez es una bomba, pero no sólo para el PP, sino muy especialmente para su propio partido, Cs. Hagamos un breve perfil: se trata de un concejal al que no cabe exigir gestión (de hecho se desconoce el fruto de su trabajo), pero formado en los manejos políticos y en la conspiración permanente a la que le conduce su disposición para crearse enemigos exteriores. Siempre está batallando contra alguien, bien en su partido, bien en el de sus socios. Carece de empatía para significarse como referente social, pero tiene las mejores aptitudes del aparatista. Así, mientras otros han prosperado políticamente por el apoyo de las estructuras orgánicas o por el dedazo mágico, él se ha ocupado en crear redes de influencia en el partido, de modo que es una de las pocas figuras de Cs que dispone de ‘bases’. Es verdad que la militancia, por lo demás exigua, no pinta un pimiento en Cs, pero podría pintar si una parte de ella se rebelara por lo que pudiera entender como un trato desconsiderado a uno de los pocos dirigentes que la tienen en cuenta, la miman y la atienden a través de la influencia de responsables de barrios y pedanías colocados por él.

El portavoz municipal de Cs es poco sutil, pero detecta las sutilezas. Y esta semana ha debido atender a dos de boca de la jefa regional de su partido, Ana Martínez Vidal, en cuya órbita se ha situado, pero a pesar de lo cual le ha enviado dos advertencias a la par que apoyo formal. Una: ha dicho que Gómez tendría que dimitir si el juez correspondiente admitiera a trámite la denuncia del PP contra él por revelación de documentos oficiales. Y dos: que debiera hacer pública la segunda titulación que, de haber dispuesto de ella, le habría permitido sin transmitir dudas cumplir con las condiciones establecidas en un concurso público del Servicio Murciano de Salud para cubrir la plaza que ganó en el hospital de Yecla, pues en su currículo colgado en la web del Ayuntamiento solo figura una carrera.

MOLESTO PARA TODOS. Gómez, aunque siempre se expresa en trazo gordo, sabe leer entre líneas. Y estos matices emitidos por Martínez Vidal, a la vez que le expresa formalmente su apoyo, sin duda le advierten de que ya es, en el fondo, una personalidad molesta para Cs. Mientras Martínez Vidal intenta renovar con ventaja el pacto de Cs con López Miras, Gómez pacta por su cuenta y en secreto con el PSOE y denuncia ante la poli a Ballesta. No encaja en la estrategia general, como es evidente.

Quienes rizan el rizo aportan que la mejor noticia para López Miras sería la caída de Ballesta, pues se trata del único superviviente de la ‘vieja guardia’ del PP, capaz de vestir el cargo con más solvencia que el presidente. Y en ese sentido sospechan que tanto López Miras como Martínez Vidal interpretarían el papel de testigos falsos permitiendo que el verso suelto hiciera su función de destructor. Pero esta tesis no encaja con el hecho de que sea el PP, como partido político (no los servicios municipales) el que haya presentado una querella contra Mario Gómez, gesto que por su trascendencia identificaba a Ballesta como el primer impulsor formal de la ruptura del pacto antes de que se supiera que Gómez se había adelantado al alcalde al llevar un serón con documentos municipales a las oficinas de la UDEF.

Pero es verdad que la reacción de la líderesa regional de Cs ante la denuncia del PP contra Mario Gómez se salta un escalón. No reprocha que el PP lleve a los tribunales a un representante de su partido, socio del gobierno municipal, sino que dice que Gómez tendría que dimitir si la Justicia lo imputara. Es decir, da por aceptable que el PP denuncie al portavoz de Cs. ¿Pillamos el matiz? La pregunta es: ¿no le reprocha tal cosa al PP porque estaba informada de que, antes de esto, Gómez había denunciado a Ballesta, o de este dato se enteró por la prensa? Todo es muy raro.

ACLARAR Y DESTITUIR. Tan raro como que la prueba fundamental de la denuncia del PP contra Gómez la constituya un vídeo en que se reproduce un encuentro en plena calle entre el portavoz de Ciudadanos y una periodista de LA OPINIÓN encargada de la información municipal de Murcia. Las imágenes, sin registro de audio, permiten observar a Gómez extrayendo un documento de su mochila que muestra ante la periodista. De esto, el PP ha deducido que el de Cs filtra a la prensa información reservada, lo que podría constituir en todo caso una deslealtad política, pero estaría alejado de alguna variable delictiva. La pregunta inmediata no es de qué hablaron el portavoz y la periodista, obligación profesional diaria de uno y otra, sino quién pagó al detective que los grabó. Descarto que lo hiciera el PP, pues sería muy complicado justificar esta factura ante el Tribunal de Cuentas, de modo que parece más probable, como conjetura lógica y legítima, que lo hiciera alguna de las empresas concesionarias o proveedoras que se ven en el punto de mira por las denuncias de Gómez.

La contradicción inicial del gobierno municipal del PP ha sido responder a las denuncias de Gómez con otra denuncia sobre las supuestas filtraciones a la prensa de Gómez. Es decir, no replicar a lo denunciado, sino señalar el supuesto cauce por el que se transmiten esas denuncias. Que Gómez avente papeles, si es que los aventa, sobre supuestas malas prácticas, no sería el problema principal, sino si tales supuestas malas prácticas son ciertas. Por esto ayer mismo el equipo de Ballesta emitió una nota en la que justificaba las actuaciones denunciadas por el portavoz de Cs. Es el primer paso de la implacable agenda política. Primero, aclarar todo; segundo, proceder a la destitución de Gómez. Y sin vuelta atrás. Lo que venga después, a saber. Tic tac...