Un estudio de la radio pública estadounidense NPR Music, ha determinado que en el siglo XXI la presencia de las mujeres es esencial para entender la música actual, concluye que su influencia es determinante por desafiar todas las categorías artísticas y empujar el sonido en nuevas direcciones. Esta tesis ha sido avalada con un listado de doscientaos composiciones femeninas imprescindibles, un variado muestreo de los géneros musicales modernos del nuevo siglo que evidencian que la música de nuestra época no se podría entender sin ellas.

No tenemos espacio para enumerar a cada una de las mujeres que han salido del armario musical en los últimos años, por lo tanto, nos limitaremos a destacar algunos nombres, tanto del panorama internacional como del nacional que servirá de ejemplo de lo que, en algunos ámbitos, se considera una auténtica revolución en femenino.

Comenzaremos con la jovencísima Billie Eilish, que con trece años se convirtió en un fenómeno viral en 2017 con su canción Ocean Eyes. Desde entonces, su éxito y fama no han dejado de crecer. Con su estética de adolescente rara, su voz soñolienta y melodías melancólicas, ha cautivado a jóvenes y no tan jóvenes.

No es fácil dejarse llevar por las melodías del dúo de Liverpool King Hannah (Hannah Merrick, Craig Whittle), sin perder la cabeza mientras flotas sobre idílicos paisajes o entre nubes algodonadas. Del rock más clásico conservan sugerentes guitarreos.

Sharon Van Etten, (New Jersey). «Algunos ecos de la tradición folk pero generalmente con un mayor peso de lo personal y lo introspectivo», dice de ella la web de música especializada Pitchfork Media. Algo más veterana que las anteriores, ya tiene seis discos en el mercado desde sus comienzos en 2009, ha realizado colaboraciones con otros grupos como The National.

Madeline Kenney, rock-indie americano. Solo está en el mercado desde 2016. El 22 de enero de 2021, Kenney lanzó por sorpresa su EP Summer Quarter, una belleza, al igual que sus anteriores trabajos: Signals y Night Night at the First Landing, fue su primer álbum de estudio.

El caso de la australiana Tash Sultana impresiona. Tras un bache personal importante, comenzó a subir a Internet sus creaciones, con la electrónica como única compañía. Su sencillo Jungle, hizo que todo explotara y la lanzara a una relativa fama, teniendo en cuenta el tipo de música que nos ofrece, claro. Toca la guitarra con el virtuosismo de un Jimmy Hendrix con el que se la ha llegado a comparar. Un ejemplo más de que la música, a veces, te puede salvar de la hecatombe.

Si nos acercamos al pop con tinte soul, la lista es interminable, así que tendremos que resumir. La poderosa voz de la londinense Lianne la Havas, entre el soul, el folk y el espiritual negro. Hermosas melodías, letras cuidadas, muy emocionante. La delicadeza de Mereba, que incluso rapea con swing. La estadounidense Jenevieve, la más joven de todas, con solo 22 años nos deleita con sus ritmos suaves y sugerentes, una maravilla. Ivy Sole (Carolina del Norte) rapea con la naturalidad con la que respira. En su música hay jazz, indie, rock, electrónica y hasta hip hop clásico, muy recomendable.

Dentro de la creación musical en castellano no desmerece la oferta. Parece que todo comenzó con Rosalía. Esta catalana, de 27 años, no ha dejado de acumular éxitos. En 2919 consiguió los Grammy al mejor álbum y mejor artista revelación con Malamente. En 2020 volvió a conseguir otros cuatro más, entre ellos mejor canción latina con El mal querer. Da la sensación de que con ella se abrió la caja de pandora, pues le han seguido un número considerable de artistas en femenino que se han atrevido a demostrar su valía.

La artista argentina afincada en España, Nati Peluso nos deslumbra con su fuerza y su descaro, es dura de pelar. Su sangre latina, sandunguera, derrocha talento. Del blues al rap, de la salsa al jazz, no se le resiste nada. Explota teatralidad con maestría en sus shows en vivo, y la combinación de todo esto, la hacen única.

Un pop más elegante y sofisticado es el de Zahara, con sus canciones de bellas melodías, letras intimistas y comprometidas personal y socialmente. Su calidad esta fuera de toda duda. En Del invierno nos dice, haciéndose eco de una generación, que tiene muy poco que agradecer al mundo que le ha tocado vivir: «No hay manta, no hay café, no hay nada ardiendo, No hay casa, no hay hijos ni perro, No hay nadie que peine mi cabello». En su último single, Merichane, resalta los efectos atroces que sufren las víctimas de abuso y de violencia de género. Sus colaboraciones con Love of Lesbian son una maravilla.

No desmerece la banda Morgan, con Carolina de Juan a la cabeza, de voz poderosa y cierto toque soulero; Bruna, grupo que también lidera una mujer, la leonesa Nadia Álvarez, con Mara Rubio (La sonrisa de Julia) a la batería, llenan de una hermosa frescura el panorama musical actual; Rigoberta Mandini (Pula Ribó), igualmente rompiendo moldes y marcando estilo con sus melodías angelicales y sus letras mestizas entre el español y el inglés; Ginebras, grupo de chicas que evocan la frescura de los grupos de los ochenta por los ritmos rockeros y letras de rimas fáciles y divertidas, con la diferencia de que cantan y tocan mucho mejor; la colombiana Brina Quoya (Ana González) no hace pop ni jazz, aunque de allí provengan la mayoría de sus influencias. Las letras de sus canciones son sólidas y muy originales porque no recurren a lugares comunes, su música está llena de matices desde la oscuridad a la luminosidad extrema, pasando por toda la gama de colores, es incomparable. Julia Martín-Maestro (batería y programadora) y Víctor Cabezuelo (voz, guitarras y teclados) forman Rufus T. Firefly, un grupo que practica un rock alternativo lleno de psicodelia y garaje al estilo de los Pink Floyd, pero reactualizado al modo Tame Impala. Gran parte de la profundidad de su sonido radica en las personales baterías de Julia.

Podríamos llenar páginas y páginas sobre ellas y no encontraríamos un rasgo común que las uniera a todas, cada una es un rara avis en medio de la inmensidad, sin embargo, todas coinciden en su juventud, raramente superan la treintena, son independientes, liberadas de estereotipos, incluso el de género, muestran tener muy claro hacia dónde dirigirse, están bien preparadas, son musicalmente cultas, se han alimentado de buena música y han sabido aprovechar estas influencias a la vez que separarse de ellas para producir sus propias creaciones con absoluta libertad. El mundo está cambiando y ellas son la muestra.