Sindicatos, patronal y Gobierno regional se encuentran negociando la nueva Estrategia para el Empleo de Calidad 2021-2024, continuación de la ya desarrollada durante el periodo 2017-2020. Una estrategia, la de los últimos cuatro años, que se propuso invertir 660 millones de euros y conseguir una serie de objetivos entre los que destacaban: alcanzar los 620.000 ocupados a razón de unos 12.000 de media anual, situar la tasa de paro por debajo del 15% y la de paro juvenil por debajo del 25%, reducir la tasa de temporalidad a menos del 30% o superar el número de 100.000 autónomos.

Sin embargo, y a pesar de coincidir este último periodo con los años de máximo crecimiento y recuperación económica tras la crisis de 2008, el resultado ha sido más bien escaso. No se ha alcanzado el número de ocupados previsto (solo en los dos primeros años se ha cumplido la previsión establecida), la tasa de paro está algo por encima del 15% amortiguada tras su repunte de 2019 por la acción de los ERTEs, la tasa de paro juvenil sigue disparada por encima del 35% y la de temporalidad no baja del 32%, salvo en 2020 por efecto de la caída del empleo. Tan solo el número de autónomos supera los cien mil, aunque desconocemos el peso de los falsos autónomos en el total de dicha cantidad. Tampoco la siniestralidad laboral arroja datos positivos, con un incremento del 7% en 2019 respecto al año anterior, sin que disminuyan los accidentes graves ni la mortalidad.

Por otra parte, el Gobierno regional debiera dar puntual cuenta del gasto invertido y la eficacia del mismo a tenor de la importancia de la cantidad inicialmente comprometida y explicar cómo se ha financiado, dado que las partidas destinadas a políticas de empleo consignadas en los presupuestos de la CARM están subvencionadas casi en su totalidad por el Estado y la UE.

Sin duda la creación de empleo es un objetivo prioritario para la recuperación económica y social pos-Covid-19, junto con el mantenimiento del tejido productivo, la transición energética, la recuperación medioambiental, el fortalecimiento de los servicios públicos, la reindustrialización y el desarrollo de la investigación. Pero también la mejora de los salarios y de las condiciones laborales, sin ello y sin reparto de la riqueza no habrá recuperación posible. Esta ha de ser la verdadera estrategia de calidad en el empleo.