Los periodistas y los diarios no debemos ser noticia. Y hoy tampoco lo seremos. Las protestas por el encarcelamiento de Pablo Hasél pasaron el jueves por la puerta de El Periódico en Barcelona. Alguien gritó: «Prensa española, manipuladora». Sacaron un piolet e intentaron reventar los cristales de la puerta. Y se marcharon. Antes de hacerlo, intentaron impedir que el redactor que cubre estas manifestaciones, Guillem Sánchez, les grabara con su móvil. «No me voy a ir, soy periodista», les replicó. Guillem nos representa y casi no haría falta decir nada más. 

No hubo daños personales. Gracias a todos los que, personalmente o a través de las redes, mostraron su solidaridad con la redacción. También a los que aprovecharon para recordar que lo hacían a pesar de que muchas veces no les gusta lo que publicamos. Y reconocimiento por igual a los que utilizaron el incidente para recordarnos que desprecian nuestra línea editorial y que, de alguna manera, lo teníamos merecido. 

«Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo». Esta frase de Evelyn Beatrice Hall, biógrafa de Voltaire, resume nuestra manera de afrontar este asunto. No estamos de acuerdo con Hasél, pero le defendemos en cuanto a su libertad de expresión, no de coacción ni de incitación a la violencia. Por eso, a raíz de su condena, le hicimos una entrevista y dedicamos un editorial al tema. Hoy lo volveríamos a hacer sin ninguna duda. Y no esperamos nada a cambio. Es nuestro propósito y nuestro compromiso con los lectores y con la sociedad. Claro que nos gustaría ser correspondidos. Nos gustaría que cuando recupere la libertad, Pablo publicara un tuit condenando la violencia de estos días, no solo el ataque a la sede de El Periódico de Catalunya.

También nos gustaría que la próxima vez que pase por nuestra puerta, la persona que intentó reventar los cristales se pare y nos conceda una entrevista. Queremos entender por qué defiende la libertad de expresión atacando la libertad de expresión. Queremos entender por qué protesta contra la presunta represión policial ejerciendo la violencia gratuita. Nos gustaría también que las fuerzas políticas, algunas en el Gobierno o en trámite de estarlo, criticaran con igual contundencia los errores y los excesos policiales y judiciales y los errores y los excesos de algunos manifestantes.

Seguimos donde estábamos. La violencia no nos cambiará. Miramos, contamos, entendemos y explicamos. Incluso, o principalmente, lo que no coincide con nuestros propósitos o lo que no nos gusta. No nos volveremos ni violentos ni autoritarios ni fascistas. Esa facilidad no se la daremos. Seremos, como recomendó Popper, intolerantes con la intolerancia. Igual que Guillem, no nos vamos a ir. Somos periodistas.