Jamás imaginaron aquellos exmilitantes del Partido Popular que llegaron a ostentar incluso sillones en el Ejecutivo regional de Valcárcel y que tras años de olvido se enrolaron en el partido de extrema derecha Vox que el populismo les llevara a ganar las últimas elecciones generales en Murcia y este domingo pasado hizo añicos al PP en Cataluña, que al igual que en el País Vasco sigue siendo una fuerza residual. Según las encuestas, da igual que sus concejales sigan cayendo de dos en dos, o que el Grupo Parlamentariomurciano sea un circo; sus expectativas siguen creciendo como la espuma a pesar de su escasa credibilidad, y ahora, con el ‘subidón’ catalán, andarán eufóricos.

Pero lo que nunca llegaron a planificar es que la oposición, y el actual Gobierno, se convirtieran en sus jardineros particulares. Entre unos y otros le están cuidando el huerto a la extrema derecha. Durante estos meses hemos visto cómo les esparcen el estiércol, remueven la tierra y el barro, riegan sus frutales, les quitan incluso las hojas enfermas, fumigan con mentiras y pesticidas, y si aparece algún bicho que pueda joder al árbol, el piojo rojo, la cochinilla o el pulgón, se encargan de quitarlo de enmedio, aunque sea un cardiólogo de reconocido prestigio.

Cuando llegue el 2023 y los limones estén amarillos, los tomates en su punto y las manzanas verdes e inmaculadas, aparecerá Santiago Abascal con su caballo al galope, con su escuadrones agrícolas escoltándolo bajo una lluvia de pétalos, y una universidad haciendo encuestas a la carta para recoger sus frutos. 

Espero que, entonces, aquellos jardineros fieles no lloren cuando los nuevos amos les enseñen las escrituras que heredaron de sus antepasado y los echen de la finca. 

Hace unas semanas publiqué aquí un artículo bajo el título Un Gobierno fallido; hoy tengo que reconocer que me equivoqué, no es solo el Gobierno, sino que vivimos en una Región fallida.

Tenemos una Asamblea Regional que sigue haciendo el ridículo cada día, con un presidente que le quita la palabra a una diputada que se queja del puesto de verduras que la derecha montó mientras ella hablaba; que nombra presidente de la Comisión de Medio Ambiente al diputado que niega el cambio climático, y ahora nombra presidenta de la Comisión de Transparencia para las vacunas a una mujer, Valle Miguélez, que era la máxima responsable de su organización cuando se produjeron unas más que presuntas primarias amañadas, y a quien la Justicia y la Policía han puesto colarada.

Por si falta poco, tenemos a una vicepresidenta que calificó a su presidente de inmaduro; a un partido, Ciudadanos, que forma parte del Gobierno, convertido en oposición de 10 a 14 horas, lunes, miércoles y viernes y fines de semana; los martes y jueves los dedican a pelearse entre ellos y ellas, con cartas, como se hacía en el siglo pasado, incluídas; a cinco diputados que han pasado de ‘guardianes y defensores de la verdad’ a ‘sospechosos chivatos’, y una consejería, Salud, que se enfrenta a posibles demandas por exponer un listado con nombres y apellidos a pesar de los informes en contra, a la vista de una representación de la Asamblea, que a su vez creará otra comisión para investigar a la primera comisión.

Pero aquí no acaba el desmadre. Nombramos de la noche a la mañana a los camareros agentes de la autoridad por medio de una orden, y por si les faltaba algo a los trabajadores de la hostelería, también tendrán que ir cotejando libros de familia con una mano, mientras con la otra desinfectan la mesa y te sirven un café.

Hasta la Iglesia, a través de su máxima representación, se ha querido sumar a la fiesta, y el obispo, junto a su guardia pretoriana, ha metido ‘la sotana’ hasta el fondo. Por cierto, Vox, que es de misa diaria, y defensor a ultranza de la caza y los toros, cultura en estado puro, no ha dicho esta boca es mía, y es que otra cosa no, pero jamás morderán la mano que mece su cuna. No quiero ni pensar qué pasará cuando en misa de siete se junten todos, incluido el fiscal jefe, que en una entrevista en 2016, recién nombrado en el cargo declaró: «No tengo ninguna duda de que Dios existe. Soy religioso, católico prácticamente, creo en Dios y en el Más Allá».

Quizás el mejor ejemplo de que vivimos en una Región fallida es el sorprendente caso del llamado ‘Expediente Asdrúbal’. No solo la máxima autoridad en temas culturales y patrimoniales, la Comunidad Autónoma se entera por la prensa de que una comisión vendrá a ver qué pasa, sino que el representante de cultura en Cartagena del partido que sustenta al ministro, le pide, o exige, no me acuerdo, a la exsocialista y alcaldesa de la ciudad, que limpie los solares de matas y matorrales para cuando venga el ministro, no vaya a ser que se manche. Lo que les digo, que entre unos y otros, somos los ‘putos’ jardineros de Vox.

Suena mi teléfono, son las siete de la mañana.

—Miguel, ¿estás durmiendo?

—Ya no, le respondo

—¿Te has enterado? Van a presentar una moción de censura.