Los negacionistas del cambio climático aprovechan cualquier resquicio para negar la mayor. En esta ocasión ha sido la borrasca Filomena la que les ha servido de argumento para negar el calentamiento global.

Según Christiana Figueres, exsecretaria de Cambio Climático de la ONU, en la elaboración del último informe (AR5) del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), participaron 831 científicos, en sus conclusiones las analizaron 9.000 investigadores, y han sido revisadas sin objeciones por 194 países. Si los más importantes especialistas de cambio climático elaboran los informes de IPCC, dudo mucho que el argumento de tu amigo o ‘cuñado’ sea más veraz que los datos de miles de científicos de 194 países, por pura lógica.

Comencemos por distinguir entre tiempo y clima. El catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona Javier Martín Vide lo aclara con el siguiente símil: el clima sería una película entera, mientras que el tiempo meteorológico sería una foto de una escena. Es decir, no tiene nada que ver el tiempo que ha hecho este invierno con la evolución del clima en su conjunto. «Es perfectamente compatible un temporal de frío con el hecho de que las temperaturas medias están subiendo en todo el planeta».

El calentamiento global está originando un progresivo incremento, en intensidad y frecuencia, de los fenómenos meteorológicos extremos. Pero, además, se caracteriza porque:

1. Es un fenómeno exponencial, no lineal.

2. Es ubicuo (está en todas partes) y con efectos muy opuestos.

3. Está aquí, ha venido para quedarse, no podemos vencerlo, solo frenarlo y adaptarnos a él.

4. Tiene un efecto transfronteras: un país puede tomar medidas para frenarlo y sufrir sus graves consecuencias (solidaridad internacional).

Como vemos, el cambio climático se caracteriza por ser ubicuo y con efectos muy opuestos (olas de frío y de calor). Así, en enero de 2019: ola de calor en Australia (49°C) y ola de frío Chicago (-50°C); y en enero de 2021, en España, se han batido cuatro récords de frío y cinco de calor, de los -25,4°C de mínima en Bello (Teruel), del 11 de enero, a los 29,6º en Sagunto (Valencia), el 28 de enero, con una diferencia de 55º en apenas dos semanas.

Las fuentes de información meteorológicas permiten elaborar predicciones a 12, 24, 48 y hasta 72 horas. Por el contrario, los climatólogos usan datos referidos a periodos de tiempo cronológico más prolongados, y analizan las estadísticas de temperaturas y precipitaciones acumuladas durante varias décadas, para establecer una tendencia, y datos de siglos para confirmarla.

En este sentido, todos los informes sobre la evolución del clima coinciden en señalar que los fenómenos meteorológicos extremos se están agravando, por su frecuencia e intensidad. Por tanto, las olas de frío no desautorizan el cambio climático, sino todo lo contrario, lo refuerzan.

Según la Agencia Estatal de Meteorología, en el período de 2011 a 2020, se encontraron 1.430 marcas relacionadas con el calor y 79 con el frío. Es decir, el 95% de los récords que se registran en España son cálidos y tan solo el 5% fríos (por cada récord frío en la última década se han producido 18 cálidos). La meseta y las islas lideran el calentamiento en España: más de 1,5 °C desde los 60.

El origen de estas olas de frío hay que buscarlo en la subida de temperaturas en el Ártico, que en los últimos treinta años se ha recalentado el doble que el resto del planeta (han llegado a ser de +24 °C en pleno invierno). Según pierde hielo y nieve, su superficie es más oscura y absorbe todavía más calor. Esto está alterando la corriente de aire de chorro que regula buena parte del clima en el hemisferio norte, lo que aumenta la probabilidad de padecer olas de frío, como ha evidenciado la investigadora estadounidense Jennifer Francis. Ese calentamiento debilita la ‘corriente en chorro’, que hay en la estratosfera y que permite separar las regiones polares de las templadas, lo que favorece que grandes masas de aire frío provenientes del norte entran en contacto con masas de aire cálido y húmedo provenientes del sur.

Pero, ¿quiénes niegan el cambio climático y fomentan su inexistencia? Los artífices del negacionismo climático son los llamados ‘mercaderes de la duda’, que son científicos, especialistas en crear polémicas, que emplean argumentos poco rigurosos, y que cuentan con el apoyo de grandes multinacionales y sus medios de comunicación. Su táctica consiste en sembrar dudas sobre temas científicos establecidos, con el objetivo de dividir a la opinión pública y retrasar la toma de medidas políticas (se hizo con el tabaco, capa de ozono, lluvia ácida, cambio climático, bisfenol-A, Covid19…).

Afortunadamente, la Ciencia no es democrática y no se rige por opiniones, sino por hechos contrastados. El cambio climático es una cuestión de ciencia, no de fe. El actual negacionismo climático no tiene ninguna base científica, y forma parte de las conspiraciones de la extrema derecha (muy bien representada por el trumpismo), que recibe grandes subvenciones de las empresas petroleras. En España, la extrema derecha de Vox ha hecho del negacionismo climático su principal mensaje en materia ambiental (junto con la defensa de la caza y los toros).

Hay que salir de la zona de confort y exigir a los políticos que actúen ya con medidas eficaces para frenar el cambio climático, al margen de las medidas individuales que tomemos nosotros.

¡Comprométete éticamente para luchar contra el cambio climático!