Nacido el 28 de junio de 1941, Juan Francisco Sardaña Fabiani se formó como periodista en la Escuela de Periodismo de la Iglesia. En 1963 empieza a trabajar en La Verdad de Murcia en la que llega a ser redactor jefe. Con sólo 26 años, en 1968, es nombrado director del diario La Provincia en Las Palmas de Gran Canaria. En 1972 regresa a Murcia, como director de La Verdad y promueve la expansión del diario con nuevas ediciones para Albacete, Alicante, Cartagena y Elche, convirtiendo entonces el periódico en un referente de la prensa regional. En 1982 vuelve a Canarias como fundador y director de un nuevo periódico,Canarias7, que convirtió en líder en la provincia de Las Palmas de Gran Canaria. En 1984 se traslada a Alicante como director del diario Información, y más tarde en su calidad de adjunto a la dirección general de Editorial Prensa Ibérica (EPI) y pone en marcha, bajo la direción general de Jesús Prado, varios diarios del grupo, en primer lugar LA OPINIÓN de Murcia.

Tras la muerte de Franco este país estaba abocado a una profunda transformación, Juan Francisco Sardaña lo tenía claro y una de las cosas que urgía innovar era el periodismo. La democracia, que aun tardaría en llegar, tendría que penetrar en todas las actividades. En esos planes de innovación periodística entraba la fotografía. Se iba a hacer un suplemento dominical en color y había que reforzar el área de la imagen.

Los inicios.

Ajeno a todo estos planes, en 1976 yo era un estudiante de cuarto curso de Medicina que empleaba sus fines de semana en ir a la montaña y que se había interesado y aprendido las técnicas fotograficas. Con 22 años hice mi primera exposición en la tasca El Cuervo de Murcia, propiedad de Paco Serra. Hasta allí se desplazó Tomás Martínez Ruiz, periodista diseñador venido de Valencia, al que Sardaña había encargado la misión de buscar algún fotógrafo joven que pudiera colaborar en esa innovación del diario.

Después de una conversación, Tomás me dijo que debería ir al periódico para entrevistarme con el director. Así lo hice en el mes de junio de 1976. Tras entrar en el despacho, un santa sanctorum del periodismo, Paco me explicó sus planes y me encargó lo que fue mi primer trabajo periodístico: fotografías en color para un extra dominical sobre las playas en verano. Ni que decir tiene que yo estaba tan abrumado que no dije ni mu. Pero dije que sí y ahí me vi con una cámara elemental, limitadísima, eso sí: hacía fotos, y acompañando al periodista Ismael Galiana, por todas las playas. Ese trance no fue nada comparado con el que vendría después, que era entregar el trabajo directamente a Sardaña. Le di mis fotos, yo no tenía ni idea de si lo que había hecho cumplía sus expectativas. Las vio y no fue muy explícito, pero me encargó el siguiente trabajo. A los pocos días mis primeras fotos en prensa estaban publicadas. Así comenzó todo.

El mentor.

A los pocos meses de colaborar con Sardaña, ya escribía artículos en el Suplemento Literario que se publicaba los domingos sobre fotógrafos y su obra. Había que reivindicar la fotografía porque en esos años se estaba produciendo una transformación en la que la imagen estaba obligada a explorar territorios que en los grisáceos años de aislamiento, desconocíamos y que en otros lugares ya estaban avanzados.

Sardaña me proponía una tras otra nuevas colaboraciones. Reconozco que me sentía abrumado porque mi inseguridad en aquella época me hacía dudar de poder culminar con éxito esos trabajos. En 1978 necesitaba ver mundo, saber qué pasaba más allá y decidí hacer un viaje por carretera por siete países. Hasta Oriente Medio, luego el valle del Nilo. Se lo dije y me resñpondió que si lo hacía y le entregaba textos y fotos, los publicaría en las páginas centrales de los domingos. Así fue: dos meses tras mi regreso, durante ocho o diez semanas mis artículos y fotografías se publicaban. Un sueño hecho realidad.

En 1981 ya no había prórrogas. Fui al servicio militar. A la vuelta, quince meses después, fui ante Sardaña proponerle volver a colaborar con él. Me dijo que no tenía trabajo para mí en Murcia, pero que sí me podía dar trabajo como jefe de fotografía en un periódico nuevo que iba a salir en Las Palmas. A los dos meses, en julio de 1982, y durante dos años, con un magnífico equipo de periodistas y profesionales canarios, con Sardaña de director, estuve viviendo y conociendo la sociedad, la excelsa cultura y la exuberante naturaleza de las islas. Una intensa y enriquecedora experiencia de la que aún soy deudor.

En 1988 me pidió colaborar en La Opinión, en donde también tuve la oportunidad de trabajar en experiencias innovadoras. Creía en la potencialidad de las personas, tenía una visión especial y sabía muy bien cómo hacer que dieras lo mejor de ti.

El buen director.

La redacción de un diario es un mundo muy especial. Es una profesión diferente a todas y los contenidos y acciones de todas las especialidades que hacen posible que un periódico salga todos los días, uno tras otro, han de tener una pauta. Darle forma a esa cosmogonía es diferente a todo lo que se pueda imaginar. Es como una orquesta y el director es el que modula el producto final que es el diario. La diferencia es que una mala interpretación de una sinfonía tiene consecuencias limitadas, pero una mala información periodística puede hacer muchísimo daño.

Sardaña tenía clarísimo que la información era lo primero y que ésta tenía que ser veraz y contrastada. La importancia de un diario serio es servir información relevante a sus lectores y hacerlo desde la independencia. Siempre te animaba a contar las cosas como las habías vivido y elaborado. Eso sí, con rigor y profesionalidad. Siempre defendió un periodismo independiente del poder y cuando había quejas de algún poder, el que fuese, que eran consecuencia de un artículo o fotografía tuya, te decía: «Se han quejado por esto, pero te lo digo sólo para que lo sepas; tú sigue haciendo lo que haces».

Lo peor que a uno le podía pasar es que al llegar a la redacción, Sardaña te dijera: «Cuando puedas». ¡Ufff! Entrabas a su despacho y te daba una hoja de periódico, del propio o de la competencia, con un círculo sobre un titular, un párrafo de un artículo, una foto o un pie. Ya sabías que habías errado o que la competencia lo había hecho mejor que tú.

El periodismo no es sólo una profesión, es una manera de estar en la fila cero de acontecimientos de toda índole que te permiten aprender de la vida, enriquecerte, crecer como persona y tener una visión de la existencia mucho más próxima que en otras actividades

Hoy, a los 67 años, sé que Juan Francisco Sardaña Fabiani ha sido una persona crucial para mí.

Fotógrafo