Con el consiguiente retraso con respecto al resto de gente, habida cuenta de mi modo de vida, o de lo mal que me organizo, según lo quieras ver, he empezado a leer Patria. No sabes qué historia. Voy avanzando capítulos, y luego se lo voy contando a Antonio. Ni aun así se lo destripo, porque Patria no es una historia que avanza según los acontecimientos. Tú sabes desde el principio lo que ha pasado. Lo que el libro te va mostrando es el alma de cada personaje. Primero de forma superficial, y una vez que le has puesto cara, y voz, a cada uno, entonces te asomas, a plena luz, a cada uno de sus pensamientos. En serio es vertiginoso.Es imposible no preguntarte cómo habrían sido sus vidas, de no haber ocurrido aquello. Además, lo cuenta todo en modo puzzle y flashback, lo cual te hacer ver que aquello que ocurrió, aunque fuese hace mucho, continúa presente a cada instante. A cada uno le ha afectado de una manera, pero hay un denominador común, y es que todos tienen la vida destrozada, sin remedio, desde entonces. Cada uno tiene su propia condena de cárcel o su particular pena. Aunque enterraron sólo a uno, los tiros alcanzaron a todos.

Lo increíble de la novela es preguntarte qué clase de veneno entró en aquella sociedad. Cómo nadie dijo ´basta' mucho antes. Nadie sabía a ciencia cierta por qué actuaban de ese modo. Ninguno se lo preguntaba. Antonio tiene una expresión muy apropiada. Él llama a ese tipo de desgracias encadenadas e inexplicables «que el demonio se ha metido en esa casa». No le veo más explicación.

Lo pienso así, sobre todo porque me parece que habia algo demoníaco en todo aquello. No sé si la historia que cuenta Patria es fiel a la realidad que se vivió en aquellos años en el País Vasco, pero lo que retrata, al fin y al cabo, es la envidia que sentían unos tontos, además gandules, hacia otros, listos y trabajadores.

Te parecerá un resumen muy simple de lo que pasó, pero te digo que me he tirado medio libro viendo que, si unos boicoteaban al empresario, no era por ser opresor (eso sólo se lo llamaban), sino por el mero hecho de ser empresario. «Bonita forma de proteger al trabajador, matar al empresario», decía uno de los personajes. Cuánta razón.

Y aunque la historia transcurre en el País Vasco durante aquellos años, lo que cuenta puede darse en cualquier momento y en cualquier lugar, porque es la historia de cómo un planteamiento ideológico, subido a lomos de la envidia y el odio social más profundos, puede alcanzar velocidades siderales. En muchos momentos me ha recordado al nazismo más puro, y sinceramente, me ha dado miedo.

Dirás que siempre estoy con lo mismo, y es con la importancia de la educación. No sólo como medio para ganarse la vida, sino como guía para vivir. Pues qué pena que les faltara educación a todos aquellos pobreticos, que creyeron ser unos héroes para la patria vasca. Qué forma de aprovecharse de ellos, por parte de los políticos sin escrúpulos que justificaban la necesidad de la lucha armada. El diablo se metió en esas casas, no tengo la menor duda.