El protocolo de vacunación del Covid-19 parece estar tan confuso que las vacunaciones de determinados personajes se están sucediendo en medio del ruido de acusaciones cruzadas de unos y otros, dependiendo del partido al que pertenezca el sujeto, quedando en el ciudadano la sensación de que, en esto, como en otras cosas, los que llegan antes son aquellos que cuentan con las relaciones adecuadas en el lugar preciso. Y no, no es bueno, porque el ciudadano ha de confiar en los que les gobiernan, y si no ocurre así, se resiente la fe en el sistema democratico o, como mínimo, la fe en la honestidad de quienes deciden sobre cosas tan importantes.

En esta Región, por ejemplo, estamos viviendo una sucesión de dimisiones, obligadas por la presión mediatica, que han provocado que personas afectadas por el tema, pongamos por caso el consejero de Sanidad, Manuel Villegas, y la alcaldesa de Molina de Segura, Esther Clavero, se hayan visto obligadas a dimitir de sus cargos porque, por uno u otro motivo (el consejero en su condición de responsable de la Sanidad y la alcaldesa por haber padecido un cáncer), adelantaron su vacunación. Y en los dos casos, podríamos pensar que ambos tenían sus motivos para hacerlo (lo de la vacunación de los administrativos e informáticos de la consejería de Salud ya es más difícil de comprender).

Y en los dos casos, también, tenemos la sensación de que la ciudadanía no ha salido ganando porque, ambos políticos, han sido un ejemplo de buen hacer en sus respectivas responsabilidades, pero si se han saltado el protocolo, bien está su dimisión: la duda que tenemos es si ese protocolo está bien redactado, si está adecuadamente elaborado, si su escrito es la suficientemente claro como para evitar las confusiones, y el que gente responsable y comprometida con su labor parezcan estar transgrediendo todas las normas.

Esto es lo que nos preguntamos, porque tenemos la sensación de que las reglas se redactan, a propósito, de manera un tanto confusa por eso de ´quien hizo la ley, hizo la trampa'. Sí, a veces tenemos la impresión de que, como se le achacaba a Valle-Inclán por sus obras, los escritos oficiales se hacen inextricables para que puedan tener varias interpretaciones.

Posiblemente, en esta difícil interpretación, se pueda incluir al concejal de Sanidad del ayuntamiento de Murcia, Felipe Coello. Médico, es verdad, y al parecer colegiado, también es verdad, pero cuya práctica de la medicina es nula como él mismo apunta en su perfil profesional: «Tras una larga vida dedicada al deporte profesional y de formación en el baloncesto, primero en Tenerife y luego en Murcia, entrenando en todas las categorías del baloncesto FEB y ACB, dediqué unos años a la gestión deportiva de centros de fitnnes para luego dedicarme, en los últimos cinco años a la política municipal como concejal delegado de Deportes y Salud, esto último por mi formación académica como médico». Pero, claro, desconocemos si en ese protocolo hay un resquicio para que alguien así se vacune, por encima de otras personas con aparentemente más derechos, por el solo hecho de hacerse fotos vacunando de Covid-19. Que sí, que nos pareció muy loable su ejemplo de dedicación publica, y su entrega a ese curso acelerado de poner inyecciones que ha debido de hacer (muchos médicos no saben inyectar), pero teniendo en cuenta que esa abnegada labor le ha permitido vacunarse antes que los ciudadanos contemplados en el dichoso protocolo, pues qué quieren que les diga, que me parece que algo está fallando.

Pero las vacunaciones ´inoportunas' no están teniendo lugar solamente en Murcia, están ocurriendo en otros muchos lugares de la geografía española, donde políticos y responsables de todo tipo se están ´colando' en las vacunaciones.

Lo que decimos, mala redacción del dichoso protocolo. ¿O no?