Antes de contarles por qué estoy aquí un miércoles, en vez de un domingo como les tengo acostumbrados, me gustaría pedirles disculpas por las formas. No soy ninguna exaltada, ni me gusta el ruido, pero no les puedo mentir, las fuerzas empiezan a flaquear y comienzo a estar muy agotada de tanta tensión, motivo por el que esta mañana he reventado en Twitter.

No soy la única que está pasando por esta situación pandémica, lo sé, pero por un momento les pido que se pongan en el lugar de los que cada día salimos a la calle, nos exponemos y después volvemos a casa a cuidar a nuestros mayores, dependientes y de altísimo riesgo: darles de comer, asearles, y estar con un EPI puesto y mascarilla hasta que nos acostamos. Tomándoles la temperatura a cada rato y comprobando su saturación en oxígeno. Y lo único que sobrevuela por nuestras cabezas es la sombra de la culpa de poder contagiarles.

Lo único que quiero es defender lo que le corresponde a mi madre como gran dependiente, al igual que todos nosotros con nuestros seres queridos.

Hace exactamente una semana recibí la llamada del centro de salud en la que se nos decía que empezaba la vacunación de los grandes dependientes y si mamá quería vacunarse. Fue la mejor noticia que habíamos recibido desde que toda esta pesadilla comenzó. Como se podrán imaginar, por supuesto que ella se quiere vacunar, pero como la logística es complicada para su traslado al centro e incomprensiblemente no hay protocolo para administrar la vacuna en domicilios y nos tenemos que organizar, pregunté a la enfermera si podían decirme qué día sería, a lo que contestaron: a finales de la semana, te llamaremos.

No voy a plantarle un pulso a nadie, es mi palabra contra la de los que mandan y creo que cada uno queda retratado. A los que insinúan que he hecho una interpretación errónea y que los centros de salud no han citado a grandes dependientes para vacunarlos, y básicamente dicen que miento, desde aquí les digo que además de la vacunación tienen que empezar a gestionar la comunicación de sus equipos, porque hasta esta mañana que hablé con el centro y me comunicaron que no hay dosis, mi madre iba a ser vacunada, mañana jueves o el viernes.

Es tristísimo que estemos en esta guerra, en vez de en la lucha que de verdad importa, como es vencer cuanto antes a la covid, me gusta dar la cara y con manifestaciones como la de esta mañana siento que de algún modo estoy contribuyendo al odio y la confrontación, y no me gusta. Pero ante el caos en la gestión de las malditas vacunas, creo firmamente que se le está faltando el respeto a los ciudadanos y sobre todo a los más vulnerables y cuando a uno le toca de cerca pues qué quieren que les diga, no soy Belén Esteban, pero yo por los míos también MA TO.

Me pregunto dónde están los que exigían transparencia, les ha durado poco exigir responsabilidades y listas, así como el cumplimiento de los protocolos. A mí sinceramente me da igual quién se ha vacunado, pero lo que no permito es que los que deberían estarlo ya, sigan sin saber cuándo sucederá el milagro. La rabia que me provoca esta situación es infinita.

Les pido a los responsables de la gestión de la vacuna que solucionen cuanto antes el déficit de dosis, si ahora no salen las cuentas no es nuestro problema, hay muchas personas que necesitan ser inmunizadas y les suplico que no pierdan ni un minuto más. No es que con la vacuna cambie nuestra vida, ni mucho menos, pero todos estamos esperando que llegue el momento para tener algo de tranquilidad.

Tras esta entrada en la web de La Opinión de Murcia, (a los que de antemano les agradezco que me dejen publicar estas líneas), les digo que voy a reducir mis intervenciones en redes porque en contra de lo que muchos puedan pensar, no soy generadora de fake news y mucho menos voy lanzando bulos, todo lo que está ocurriendo me está afectando demasiado y hasta aquí he llegado.

Agradezco el cariño y la empatía, cuídense.