Leí hace poco un artículo en el que se reseñaba un estudio de la Penn State University, que constaba cómo las personas que consumían películas de terror apocalíptico estaban más preparadas psicológicamente para afrontar situaciones como las que estamos viviendo con esta era Covid. La vivencia de este tipo de ficciones crea escenarios mentales preparatorios, que después en la ´vida real' (qué extraña conjunción) nos sirven de modelos de aprendizaje.

Puede resultar llamativo un estudio científico que parece más bien realizado por los creadores de The Walking Dead para animarnos a ver series catastrofistas. Pero si se piensa detenidamente no es nada extraño. Recordemos que desde tiempos remotos se han utilizado los cuentos de hadas de forma terapéutica con los niños. Las historias de chiquillos indefensos que se pierden en el bosque y son acechados por brujas y lobos constituyen una fuente de placer para los jóvenes, pero también sirven para enfrentar sus miedos en situaciones controladas.

De hecho, como ya explicó Bruno Bettelheim en su célebre Psicoanálisis de los cuentos de hadas, estas historias sirven al niño a comprender la realidad, a enfrentarse a sus miedos y así superar traumas. El cuento cumple una función vital en el aprendizaje de niños pero también en los adultos. De hecho, no es una casualidad evolutiva que a día de hoy sigamos invirtiendo tanto tiempo y dinero en consumir ficciones. El presupuesto de Netflix o Amazon Prime Video supera el de algunos pequeños Estados. Las horas dedicadas a leer (no tantas) y a ver series de ficción es significativa.

El cine y la literatura de terror nos ayudan a enfrentarnos al terror. Las cintas sobre mundos en descomposición (desastres, zombis, invasiones extraterrestres, monstruos del averno destructores) nos preparan mentalmente para una eventual catástrofe. Pero esto no es nuevo. Habría que remontarse a las culturas hebrea y cristiana de los períodos helénicos y romanos, donde surgen los primeros profetas para advertir de la llegada de un nuevo orden.

En la Biblia, recordemos, ya el Libro de Daniel trata de expresar el futuro de Israel y advertir del Juicio Final. El Apocalipsis de San Juan nos habla del fin del mundo. Un relato terrorífico, simbólico y oscuro que habría de servir a los creyentes a prepararse espiritualmente para lo peor. Desde los cuatro jinetes de San Juan a los zombis de George Romero hay una línea que atraviesa nuestra historia de fantasías y temores.

Historias acerca de un final inminente que nos ayudan a comprender qué frágil es nuestro mundo. Terribles catástrofes como que llegue el fin del mundo, tus padres te manden al bosque a perecer de hambre, que tu madrastra te mantenga encerrado en casa como un esclavo o que un lobo te aceche en el bosque camino a casa de tu abuelita.