El dilema de 'qué fue antes, el huevo o la gallina', que desde la antigüedad ha servicio a filósofos y pensadores para explicar distintas teorías sobre la humanidad o sobre dónde está el nudo gordiano de asuntos complejos es aplicable al caso vacunas, que ha sacudido los cimientos de esta Región y del resto de España tras un espectáculo bochornoso de políticos y altos cargos sin ética que se han saltado el protocolo para administrarse las dosis que acabarán con la covid y que esperan millones de personas.

Y ese dilema es el que corroe al PP de la Glorieta y al PSOE de la calle Princesa, partidos que han asistido a unas explicaciones carentes de valor que lo único que han hecho es enredar aún más este nuevo culebrón. Por un lado, un edil, Felipe Coello, responsable de Salud en el ayuntamiento de Murcia, que dice que es médico, que se puso la vacuna el día que la prensa le interpela sobre ello (otras fuentes afirman que se la inoculó días antes) y que lo hizo porque está vacunando y está en primera línea, uno de los requisitos del protocolo. Por otro lado, una alcaldesa, Esther Clavero, de Molina de Segura, enferma de cáncer a la que aún no le correspondía la dosis pese a su enfermedad, que busca el amparo del coordinador del centro de salud donde se la puso, que le firmó un certificado cuando estalló el escándalo.

Sin embargo, la pregunta sobre el huevo y la gallina sigue ahí. Y es donde la oposición, en el caso de Murcia, ha puesto el acento. Sospechan que Coello se vacunó antes y que después ha tratado de encontrar una justificación plausible para que no le arrolle la dimisión del consejero Villegas, que tras saltarse el protocolo pertinente, ha tenido que renunciar y marcharse una vez que el PP le indicó la puerta de salida.

Despejando así las dudas de lo que tienen que hacer aquellos que se han saltado la cola.

Todos los partidos del arco político de la capital: Cs (socio de gobierno de los populares en la Glorieta), Vox, PSOE y Podemos, están pidiendo al alcalde de Murcia, José Ballesta, que investigue y dé la cara, una solicitud que en la Glorieta ha caído como una bomba, sobre todo, la exigida por la formación naranja, encabezada por Mario Gómez, con quien los populares están intentando cuadrar los presupuestos municipales de 2021. Una situación muy complicada para el gobierno local, que tiene ante sí importantes retos a los largo de este mandato, en el que necesitan el apoyo de los de Arrimadas.

Tampoco los de Abascal se han amilanado y su portavoz en el consistorio murciano, José Ángel Antelo, ya ha anunciado que no pactarán nada con PP ni con PSOE hasta que dimitan los que se saltaron el protocolo. Los socialistas, de la mano de José Antonio Serrano, también son partidarios de que se vayan Coello y Clavero (sin distinción) mientras que Podemos, incluso, ha llevado la lista de los vacunados VIP al Congreso. El portavoz podemita en el municipio, Ginés Ruiz, invita a Ballesta a salir de su escondite ante «las graves irregularidades que estamos conociendo» y no sólo por la vacunación de Coello.

El Gobierno local está viviendo una situación parecida a la que se produjo cuando estalló el caso de los 'audios de Roque', el edil que en una reunión interna se fue de la boca y vinculó las contrataciones de personal en las empresas que trabajan para el Ayuntamiento con los votos de los populares. La mano derecha de Ballesta se resistió cinco días y finalmente tuvo que marcharse no sin antes escribir una carta al mandatario municipal. En la misiva decía: «Me voy en contra de mi voluntad, no estoy imputado ni investigado, pero me voy exclusivamente para no poner en riesgo el proyecto de ciudad que hemos impulsado y no quiero ser la causa de que la gestión de tu equipo se vea empañada de forma injusta. Vale más la pena una noble acción silenciosa que una vulgar aplaudida». ¿Habrá cogido ya papel y lápiz Coello? La alcaldesa de Molina ya lo ha hecho.