Después del largo silencio al que me ha obligado el tremendo coronavirus, inicio de nuevo la escritura. Se me hacía muy espeso este tiempo sin contacto con mis lectores y aquí estoy de nuevo. «Decíamos ayer».

Y tengo que reiniciar mis artículos con una tristísima noticia: murió en un accidente mi gran amigo el doctor Manuel Lozano Teruel. Nada tan inesperado, tan increíble, tan impensable como la muerte de este médico singular, de este amigo del alma. Tardé en creérmelo. No podía ser verdad. Un río de vida como era Manolo no es posible que se nos haya ido de forma tan inesperada. ¡Qué dolor la muerte de este amigo siempre dispuesto a servirte, siempre en disposición de ayudarte, siempre con los oídos abiertos para escuchar cualquier cosa en la que pidieras su ayuda! Todavía me suena en los oídos la frase que me gritaba en cuanto se encontraba conmigo: «¿Necesita algo mi curica?».

En mis muchas enfermedades lo primero que hice siempre fue acudir a él, sabiendo el gusto visible con que me acogía y me resolvía, o me ayudaba a resolver el problema.

De pocas personas puede uno decir lo que sí puedo decir de él: nunca, ¡nunca!, acudí a él que no me atendiera y, además, con esa risa y ese humor tan suyo.

Manolo era sabio, era listo, era generoso? Necesitaría un libro para escribir todo lo bueno y sabio que he visto en él. ¡Talento excepcional!

Lo recordaré siempre. Rezo por Manolo y sé que el buen Dios le abrirá sus puertas y su corazón a un hombre que hizo el bien a manos llenas. Y lo hizo con aquella risa tan suya.

¡Manolo, Manolico! Amigo del alma siempre vivo en mi recuerdo. Descansa en paz.

Otra de las incontables pérdidas que hemos de lamentar en 2020 es la de Quino, el autor de Mafalda. En una de sus tiras, este personaje parecía estar adelantándose a su época y hablando de este 2021 que acabamos de comenzar. A la pregunta de Susanita sobre cómo será el nuevo año, ella respondía que debía de ser muy valiente para venir tal y como estaban las cosas. Más allá de esta sarcástica profecía, los meses que tenemos por estrenar ante nosotros encierran un mundo de posibilidades. En cristiano, el tiempo es más kairós que cronos, más un momento oportuno que un simple correr de minutos. Sostenidos por la confianza en Aquel que camina junto a nosotros en la historia, no dejemos de darle una oportunidad a este año que iniciamos. Mantengamos el firme propósito de poner en juego esos aprendizajes existenciales que hemos adquirido en 2020 y que nos pueden ayudar a vivir de un modo más humano y más sabio cada uno de sus 365 días. Así, alentados por el Espíritu, encarnados en lo cotidiano como el Hijo y amorosamente tiernos como el Padre, hagamos de 2021 un tiempo de gracia.

Doctor Manuel Lozano Teruel, te recordaremos siempre.