El partido independentista catalán ERC, con la inestimable ayuda de Bildu, esa formación política que se niega a condenar los crímenes de ETA (aunque ahora sea un partido de paz, según el vicepresidente Iglesias), ha presentado una pregunta parlamentaria en la que se exige al Gobierno que rinda cuentas de los gastos de Patrimonio Nacional, para sufragar parte de lo que cuesta la estancia del rey emérito en los Emiratos Árabes Unidos. Según esta pregunta, el rey emérito cuenta con la ayuda de personal pagado por el erario público, que costea los salarios, la manutención, los desplazamientos y las dietas de tres ayudantes de cámara que acompañan y asisten, en turnos rotatorios mensuales, a Juan Carlos I en Abu Dhabi.

Pues qué bien, los señores de ERC, tan preocupados porque el Estado cubra estos gastos, y tan despreocupados por saber como se encubre el dispendio de la estancia de Carles Puigdemont (palacete, mariscadas, y escoltas incluidos), en Bélgica. Porque desde octubre del 2017, en que éste saliera, de manera indigna, hacia ese país (dos días después de que se aplicara el artículo 155 de la Constitución; por su intentona de subvertir el orden constitucional), hasta enero del 2020, en que fue considerado eurodiputado de pleno derecho, el señor Puigdemont no tenía ingresos reconocidos.

No, no cobraba sueldo público alguno durante ese largo tiempo, pero sí gozaba (suponemos que continuará gozando), entre otras canonjías, de grandes comilonas en fastuosos restaurantes (vimos las fotos en los medios de comunicación y en las redes sociales), y hemos de preguntarnos de dónde salía tan cuantioso dinero. Pero no, ERC no se hace esas preguntas, seguramente porque sobre eso conoce mucho más que nosotros. Y tampoco se cuestiona por el mantenimiento, a cargo de la Generalitat, de los empleados que tiene Puigdemont; por no hablar de los miles de euros gastados en viajes a Waterloo, pero sí se pregunta por lo que cuestan los asistentes del Rey emérito.

No solo ERC y Bildu muestran preocupación por ese personal pagado por Patrimonio Nacional. Como siempre, Podemos aprovecha el más mínimo resquicio para demostrar que su alianza con los independentistas es indestructible. Y lo hace, como siempre también, a través de las redes, que ellos dominan tanto. Pero nunca vimos que se preguntaran lo mismo por lo de Puigdemont, seguramente porque Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno español, se ´mensajea' con el expresident en términos coloquiales y cercanos, tal y como desvelaba el ´exiliado' en un libro que escribió para explicar no se qué de su atentado a la Constitución. En ese libro se refería al hoy vicepresidente del Gobierno, desvelando un mensaje que Iglesias le transmitió: «En quince años una nueva generación de españoles, más abiertos de mente y viajados, no se opondrá a un nuevo referéndum de independencia».

Asimismo, claro que no extraña nada teniendo en cuenta lo que se atrevió a decir, hace unos días, en un programa de televisión, donde a preguntas del presentador sobre si Puigdemont es un exiliado, como muchos republicanos durante la dictadura del franquismo, Iglesias afirmó: «Pues lo digo claramente, creo que sí». Pero no quedaba aquí la cosa, porque tras esa barbaridad, tras ese insulto a los exiliados republicanos (qué pensarían de esto los españoles del éxodo y del llanto), y comparando el exilio de Puigdemont y el de Juan Carlos I, llego a afirmar que ´la consideración moral' de los dos cosas es absolutamente diferente. «Lo siento en el alma si esto molesta a alguien».

Pues no, quizás eso no moleste, porque ya sabemos lo que podemos esperar de su verborrea. Lo que molesta, y mucho, es que alguien que dice estas cosas, en un tono de barra de bar, pueda ser vicepresidente del Gobierno de tu país.

Esto es lo que molesta, y lo que preocupa también.