Sí, eso ¿quienes son?. ¿A quién le atribuimos la culpa de lo que está sucediendo en esta devastadora tercera ola de la pandemia?

Utilizaré el símil de lo que comentaba el conductor de un 4x4 que se había sumado en Madrid a las tareas desinteresadas de lanzarse a las calles nevadas a rescatar conductores atrapados por Filomena.

Cuando con muchas dificultades conseguía llegar al desesperado ciudadano guarecido en su coche rodeado de medio metro de hielo, aun a riesgo de romper la transmisión de su vehículo o de quedarse inmovilizado, se lo encontraba muchas veces sin ropa de abrigo, con zapatos de calle y sin nada que llevarse a la boca durante horas.

Lejos de lamentarse por su descuido, le oía bramar contra las Administraciones por haberle dejado abandonado en medio del temporal y no haber acudido en su socorro con quitanieves y efectivos de emergencias para liberarlo de su desdicha.

El chófer samaritano, entre resignado y estupefacto, pensaba para sí que aquellas personas no habían pensado, siquiera por casualidad, que buena parte de la culpa de su calvario se lo habían provocado ellas mismas desoyendo desde hacía una semana los avisos del temporal, de la nieve que se iba a abatir ese día sobre la capital de España y de lo que ello iba a suponer para el tráfico y sus desplazamientos.

Algo parecido sucede cuando ahora se oyen voces que piden el confinamiento puro y duro de la población para contener la expansión del coronavirus. Se acusa a los distintos gobiernos de que no han sabido aplicar las normas adecuadas en la Navidad, que han relajado las medidas anteriores y que no ha reaccionado a tiempo con la primera señales de alarma de que esto se nos iba otra vez de las manos.

Queremos que se nos castigue con más severidad porque, como sociedad, hemos fracasado en la responsabilidad individual. Seguimos reaccionando ante la represión pero no sabemos comportarnos cuando se nos da libertad.

¡Claro que tenemos que criticar a las autoridades! Pero también hacer una autocrítica de lo mal que lo hemos hecho en estas fechas como colectividad.

Hemos desterrado otra vez, y ya van tres, las obligaciones de la solidaridad, el respeto a los demás y la protección de los débiles. Y esto cuesta vidas, muchas.

Es más fácil atribuir el fallo a los que han colgado adornos y luces de colores en las calles. Los culpables son siempre el Gobierno y los demás.