Los demócratas han tomado el control en el Senado en el día más gris de la democracia estadounidense, con el asalto al Capitolio de los seguidores de Trump, los ´trumpistas', que no son sino salvajes neofascistas; en España sabemos mucho de ello. Unidos a los blancos, como poder organizado frente al resto (negros, hispanos, indios y otras razas), siempre por debajo de los blancos, los armados, los ultras; una nueva mayoría armada hasta los dientes que rompe, desde siempre, todos los valores de una democracia, aunque esta vez se han pasado. Y puede que hasta su organización clásica, los republicanos, desaparezca como partido. De momento, todo terminó con la evacuación de los congresistas en USA y la paralización de la ratificación de Joe Biden como nuevo presidente de los Estados Unidos, hasta que al día siguiente, el mismo Trump, bajó la testuz y, sin pedir perdón por su discurso golpista previo al acto en el Capitolio, tampoco reconoció humildemente que perdió las elecciones hace tiempo porque no sabe perdir perdón ni cree que las haya perdido, porque la derechona no pierde nunca, o eso al menos cree ella.

Los demócratas sumaron los dos escaños del Senado en juego, en la segunda contabilización, el estado de Georgia y Pensylvannia y Arizona, y le devuelve al partido el control de la Cámara Alta, impulsando las perspectivas de la ambiciosa agenda legislativa de Biden. Según las proyecciones de los medios, Ossoff derrotó a su rival republicana, Kelly Loeffler, después de que se confirmase la victoria de su correligionario el pastor Raphael Warnock ante el republicano David Perdue. Los republicanos decentes, si los hay (en cargos públicos y en las empresas), necesitan desprenderse de este partido de la derechona de siempre, el republicano, sin escrúpulos, que le rinde pleitesía a Trump, y empezar su propio partido conservador. Es urgente, porque hasta este golpe de Estado nadie pensaba que se podía llegar, y ahora se sabe que el fascismo por el color de la piel nunca ha terminado del todo en aquel hermoso pero antidemocrático grupo de fanáticos que proceden ideológicamente de la bestia militante del Klan blanco y del capitalismo salvaje, todo unido para exterminar las razas que no sean la suya, la blanca. El indigenismo existe en el mundo, y en EE UU también, y se persigue, y esta es la prueba más grande y peligrosa, la de USA del loco Tramp.

¿A dónde ha llegado ahora este miserable y traidor presidente? Pues al mismo golpe de Estado que, de manera blanda, ha constituido el más peligroso de los aconteceres en la USA que venía de referencias patrióticas frente al siempre comunismo absurdo e inexistente, ese fantasma que ya recorrió Europa y ahora lo hace en América contra ellos y los indígenas. Y es que los fascistas lo compran y lo venden todo para ganar votos.

Lo constatamos en el esfuerzo al estilo de la mafia de Trump para presionar al secretario de Estado de Georgia para que lo ayudara a ´encontrar' 11.780 votos y declararlo el ganador del estado sobre Biden por un voto. Y lo veremos en una versión aún más desagradable en las sesiones y en el Congreso. Los seguidores del culto a Trump intentaron transformar una ceremonia diseñada exclusivamente para confirmar los votos del colegio electoral presentados por cada estado (Biden 306 y Trump 232) en un intento de que el Congreso anule los votos electorales de los estados indecisos que Trump perdió.

He hablado con mis amigos y compañeros de universidades de Estados Unidos. Todos dicen lo mismo: Nosotros, el pueblo, debemos luchar contra la gran mentira impulsada por el analfabeto Trump. Espero que todas las organizaciones noticiosas y todos los ciudadanos se refieran a los mismos que hay que juzgar, empezando por Trump. Ahora y para siempre como ´conspiradores del golpe'. Todos los que han propagado esta gran mentira sobre el fraude electoral para justificar votar con Trump y en contra de la Constitución deben llevar el título de ´conspiradores del golpe' para siempre.

Estados Unidos es un país grande, pero no tan libre como creíamos, porque la libertad no es el insulto ni las armas, la libertad se gana con la democracia, aunque cueste llegar a ella, porque es frágil. Recordar lo que pasó en la era Bush con las armas de destrucción masiva que nunca se encontraron. Recordar cuando se trató de espiar al adversario desde interrogatorios y técnicas que quemaban las más sensibles de los que aspiramos a vivir dentro de los derechos humanos que se encarnan en textos jurídicos de la ONU y de los países democráticos, y en las constituciones que son libres y democráticas. Recodar los métodos revisados para obtener información a los terroristas y no terroristas, desde el oficio terrible de los más altos cargos de la CIA, que hasta el FBI tuvo que vigilar y que supuso la ruptura de esas nuevas técnicas cuando era presidente el mejor de los que ha tenido EE UU, Obama.

Recordar lo que pasó entonces y antes con la guerra racista del norte-sur, de esclavos y libertos, en el cine, en la literatura, no toda, de aquellos algodoneros que eran cementerios de esclavos y negros muertos de hambre.

De ahí viene todo, en Estados Unidos y en los países latinos, que desde que aparecimos los españoles, entre otros, por América, han vivido siempre en el sufrimiento, desde el racismo de los blancos contra el indigenismo de aquel mundo del silencio y el recuerdo amargo de los negros en los campos de algodón.

El odio existe en USA, como existe en España y en aquellos países en que no hay respeto a la diferencia. Nos queda mucho que ver después de ese asalto a la democracia en EE UU, mucho después de haber enviado al presidente de Bolivia al exilio. Pero ya han vuelto los dos, y volverán las leyes a poner a cada uno en su sitio.

Solo deseo que estos locos peligrosos acaben en las cárceles pagando la pena de sus locuras y de su fanatismo neonazi.