La gestión de las vacunas es de las cosas más indignantes y dramáticas que están sucedido en los últimos días en la Región de Murcia y en el resto de España. Parece un chiste de Gila, de aquellos en los que se inventaba una guerra y hablaba con el enemigo.

Nuestros Gobiernos Regionales, buscando el rally around the flag -expresión acuñada por el politólogo John Mueller en 1970, que hace referencia a cuando un dirigente consigue el respaldo y simpatía de sus ciudadanos, preocupados ante una amenaza que pone en dificultades al país, a la región en este caso- siempre han hablado de que esto de la pandemia es una «guerra» que debemos ganar.

Recurrir a la guerra como recurso para conseguir la atención de los ciudadanos está bien, la prueba es que todos los representantes políticos, de partidos distintos, lo han utilizado. Ahora bien, se están produciendo incoherencias en los discursos, en las guerras no hay vacaciones, que merecerían una explicación de nuestros dirigentes.

¿Cómo es posible que estando en una ´guerra', las vacaciones de Navidad sean una excusa para que las vacunas no se estén poniendo inmediatamente que llegan a la Región de Murcia? Sólo se han puesto el 20% de las más de 25.600 dosis disponibles, algo verdaderamente inaceptable porque al mismo tiempo hay personas enfermando. ¿Qué estarán sintiendo todos aquellos que están cerrando sus negocios mientras leen que las vacunas están en los frigoríficos?

Todo el mundo sabía que las vacunas llegarían, de la misma forma que se sabe que el mes de enero va después que diciembre. ¿Qué planificación han realizado? Vamos a ver, tenemos las vacunas en los congeladores, a los ciudadanos dispuestos a ponérselas, y a los sanitarios para ponerlas. Los gestores que no sepan alinear estos tres elementos deberían marcharse antes de que los ciudadanos pierdan la paciencia.

Imaginamos a Gila sacando la bandera blanca, sacando el teléfono y llamando al Coronavirus para decirle: «Oye que no contagies durante estas fiestas que tenemos que ir de vacaciones, espérate que volvamos el 10 de enero y luego seguimos».

En una ´pandemia-guerra', sólo hay que preguntar a los militares, no hay festivos, no hay domingos sólo hay que vacunar, vacunar y vacunar. Lo demás es una grave irresponsabilidad que produce más enfermos, más enfermos en las UCI, más muertos, más cierres de empresas, más problemas para la hostelería, en el turismo y a los trabajadores, y así podríamos seguir y seguir.

¿Sería posible que, al igual que se pagaban peonadas a los sanitarios de determinados servicios para acabar con las listas de espera, se abonen ahora a todos aquellos profesionales que se presten voluntariamente para reforzar los equipos que ya vacunan, y así hacerlo más rápido? Estoy seguro de que, teniendo en cuenta lo vocacional de la profesión de enfermería, habrían profesionales suficientes. Esto puede ser discutible, pero entre no poner las vacunas y ponerlas no creo que hayan dudas. Es bastante simple.

Creo que la única razón por la que no se ponen las vacunas al ritmo que nos llegan es la incapacidad de los responsables que deben organizarlo. Por esta causa o por otras los ciudadanos merecen una explicación.