«Meterse las manos en los bolsillos y echar a andar por el mundo», escribió Manuel Chaves Nogales en un hotel de París del año 37, cuando España se desangraba por todos sus costados. El mejor periodista que ha dado el siglo XX había huido ante la caída inminente de Madrid por parte de las tropas franquistas. Era un exiliado más en un hotel a las afueras de la capital francesa, como cientos de popes rusos, judíos alemanes y revolucionarios italianos. Un hombre desarraigado al que le habían arrebatado la Patria y con el dudoso honor, como él mismo dijo, «de haber contraído méritos bastantes para haber sido fusilado por los unos y por los otros».

El drama de Chaves Nogales es el de un país empeñado en enfrentarse, el intelectual sosegado que es expulsado por culpa del triunfo de la muerte en las cunetas, de los asesinatos en masas, los bombardeos y el desenfreno de la violencia. Y el periodista no fue equidistante, algo muy celebrado en nuestros días. Defendió a la República con la misma honestidad con la que criticó sus excesos, el Madrid revolucionario de aquellos primeros meses de la guerra, donde las checas y la justicia proletaria se habían apoderado de la razón. No había espacio ya en esa España maltrecha y enloquecida para un hombre como Chaves Nogales, que no le quedaba más camino que el del exilio y mayor ejercicio de bondad que el de escribir desde la distancia, física y moral, sobre su experiencia con una pulcritud dolorosa.

El prólogo de A sangre y fuego, escrito en los primeros meses de 1937 en París, es una obra maestra del siglo XX de nuestras letras. Un texto brillante donde el escritor se desnuda y confiesa su angustia. Un hombre atrapado entre dos mundos horrendos y que se ve obligado a huir. Es la 'Tercera España' que acuñó Salvador de Madariaga y que tanta polémica ha despertado. Aquella en la que el intelectual se desprende de su visión de cíclope y mira hacia todos los lados, con la valentía de criticar y denunciar lo que sucede ante sus ojos. El mismo a quien no le tiembla el pulso ante el tirano, ya sea azul o rojo. Es un aspecto que ha resaltado Andrés Trapiello con lucidez en Las armas y las letras y que ha ayudado a conformar la memoria del periodista y su papel en una España destinada a su destrucción.

Tal vez sea esta la causa por la que Chavez Nogales no logró salir del silencio de décadas, aún después de la muerte del dictador y la instauración de la democracia. Un escritor que no encaja en los moldes establecidos por la historia oficial y que hace reflexionar a todo lector que se acerca a sus páginas sobre un drama al que se vieron abocados muchos españoles, ya fueran intelectuales o jornaleros. Ahora el olvido que ha sufrido Chaves Nogales queda reparado gracias al trabajo encomiable que ha realizado Ignacio F. Garmendia en la editorial Libros del Asteroide, que se suma a los esfuerzos dedicados por la Editorial Renacimiento para rescatar la memoria viva del periodista, una voz gris tan original que no encaja bien en el discurso oficial de la Historia. La publicación de sus obras completas representa la reunión, por primera vez, en cinco volúmenes, de todos los textos del escritor sevillano, tanto los de carácter narrativo como los artículos y reportajes que produjo durante su colaboración en el diario Estampa y El Heraldo de Madrid. También decenas de artículos inéditos escritos en su exilio parisino, a las puertas de una invasión nazi que lo haría trasladarse a Londres.

El prólogo de las obras completas lo firman Antonio Muñoz Molina y Andrés Trapiello, dos autores que encarnan a la perfección el espíritu de Chaves Nogales, desde puntos de vista diferentes. Tal vez no había en el panorama literario español mejores voces para acompañar al lector por la obra del escritor sevillano, tanto por el empeño que han tenido por rescatarlo como por la franqueza de sus lecturas. Dos guías de lujo para una obra cuidada a la perfección por Libros del Asteroide que está llamada a ser la edición definitiva de un autor de culto.

Pero Chaves Nogales es mucho más que la Guerra Civil. Y eso también queda recogido en la edición de Garmendia. Su labor como periodista fue tan esencial como innovadora. No dudó en montarse en un avión y recorrer Europa en busca de historias que contar, sumergiéndose en un continente que cambiaba su historia con sangre. Y lo hacía a través de las mayores innovaciones tecnológicas del momento, a golpe de crónicas escritas en un estilo narrativo vibrante, como el período histórico al que se acerca. Se recoge en un libro publicado en 1929 y cuyo título es La vuelta a Europa en avión. Un pequeño burgués en la Rusia roja. No será el único que le dedique a la Unión Soviética. Dos años después publicará Lo que ha quedado del Imperio de los zares, sobre los supervivientes monárquicos y exiliados de la Revolución Bolchevique. También llegó a entrevistar a Goebbels (al cual tilda de estúpido) planteándose si en España podía llegar a suceder lo mismo (en ese viaje a Alemania fue testigo de campos de trabajo forzados para opositores). No le faltó lucidez.

Es justo que Chaves Nogales vuelva al lugar que se merece. Hay muchos aspectos de su obra que acercan al hombre de nuestros días con los problemas que siempre ha tenido España. Y su punto de vista es un monumento a la honestidad. Fue un hombre íntegro que no se dejó arrastrar por ningún extremismo y que defendió la democracia como un punto innegociable de la vida. Porque lo que rompe los esquemas, no en el 36, sino en nuestro presente polarizado, es que un hombre se niegue a elegir entre unos y otros y utilice su honradez intelectual para oponerse al fascismo y al comunismo a partes iguales, defendiendo una República democrática que en pocos meses ya había dejado de ser justa para convertirse en un círculo de traición y checas. Y lo hizo con un estilo vivo y sin complejos, algo que lo obligó a «echar a andar por el mundo, por la parte habitable del mundo que nos queda». Es una excelente noticia que hoy en las librerías aparezca el nombre de Chaves Nogales. Nunca es tarde para apagar el griterío y renunciar al destino nefasto de las dos Españas.