Extraña Nochebuena, extraña Nochevieja y, en definitiva, extraña Navidad, la que estamos viviendo; la que hemos vivido, con la ausencia de aquellos a quienes queremos, con la imposibilidad de juntarnos con los amigos, y vivir una normal Natividad.

Y no, la mayoría de las conversaciones de estos días no han ido encaminadas a eso de sentirse monárquicos o republicanos. No, ese no fue el motivo de conversación, pese a lo que algunos iluminados vaticinaban, porque este país tiene otras muchas preocupaciones, que van más allá de los ensueños de algunos que pretenden imponer sus puntos de vista a los demás: «No hay que tener miedo al debate», dijo Pablo Iglesias en una reunión telemática del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos, y es que él defendía que ser republicano no trata solo de elegir al jefe del Estado, sino de defender los servicios públicos frente al «permanente proyecto privatizador de los partidos monárquicos». Sí, una vez más, Pablo Iglesias juega a Goebbels, y miente, para ver si esa mentira se convierte en una verdad, porque en España no hay partido monárquicos, y él lo sabe; pero intenta colarlo. En España, hay partidos que respetan el orden constitucional que nos dimos los españoles en una transición que, se ponga como se ponga, fue modélica. Otros partidos a los que no acaba de convencerles la constitución, porque es demasiado avanzada, democráticamente. Y otros partidos, como el suyo, que faltan a las promesas de «conciencia y honor», sin respetar al Rey y sin respetar la Constitución, porque tampoco les gusta. Esa es la verdad, y yo creo que ya no engañan, porque comienzan a recoger menos frutos, aunque el líder de Podemos y vicepresidente segundo del Gobierno sostenga que «ya hay una mayoría de ciudadanos que se identifica más con la república». Y miente, y lo sabe, pero él a su juego goebbeliano.

No, no es verdad que la preocupación de la mayoría de los españoles sea esa. La preocupación de los españoles se centra, entre otras cosas, en saber el resultado de la vacuna contra la covid-19, que se está inyectando en España. En saber si este 2021 que comienza será el año de la esperanza de recobrar la normalidad que anhelamos. Un sueño que puede hacerse realidad porque todos los países tomaron conciencia de la necesidad, y como resultado de ese esfuerzo, más de 60 proyectos están a punto de convertirse en la próxima vacuna, y otros 172 están en fases llamadas preclínicas. Y como quiera que los principales países están involucrados en la misma lucha, queremos ser optimistas y mirar el mundo con una sonrisa, que hasta ahora ha lucido poco.

De eso han hablado los españoles en esta Navidad. De eso y de, pongamos por caso, los problemas de los autónomos, y artistas, para recobrar sus vidas.

Y en el Campo de Gibraltar también se habló, y mucho, pero se hizo del acuerdo de Retirada entre el Reino Unido y la Unión Europea, llamado a garantizar a los trabajadores fronterizos el mantenimiento de los derechos laborales de que disfrutaban antes del Brexit, en virtud de la legislación de la Unión Europa. De eso es de lo que se habla allí, porque no hay que olvidar que, aproximadamente, en Gibraltar trabajan de forma habitual 10.000 españoles, a lo que hay que sumar 5.000 de otras nacionalidades que viven en España y que cruzan la verja a diario. Trabajadores que estaban en un sinvivir ante la incertidumbre que padecían y que en estas Navidades han brindado por este resultado que asegura su futuro laboral. Desde luego, su tema de conversación no fue eso de república o monarquía. Estoy segura.

Como quiera que las ultimas encuestas no favorecen a Podemos (continúan bajando en estimación de voto), les ha dado las prisas por cargarse la monarquía; por si no les da tiempo desde dentro del Gobierno. Y un día sí, y otro también, nos martirizan con la misma canción, que ya comienza a desafinar.