No se trata de aquella película de Carlos Saura de principios de los años 80 sobre una banda de jóvenes delincuentes de un barrio marginal de Madrid. Va de asuntos relacionados con la premura y eficacia con la que deberían resolverse y que crean exasperación ciudadana.

Así, cuesta creer la tardanza del consejero de Interior del Gobierno catalán, Miquel Samper, en presentar su dimisión después de tolerar que trescientos desocupados venidos de media Europa se divirtieran durante casi dos días en una ´rave' de alcohol y drogas a tutiplén, en una nave abandonada.

Por supuesto, con el debido desprecio a las normas de prevención del contagio y en medio de un revolcón de inmundicia.

Los responsables de seguridad de la Generalitat han dado ejemplo de desgana y manga ancha para abordar este desafío mientras al resto de los ciudadanos que observan la norma, no vaya a ser, se les queda cara de panoli o de canelo: lo que prefieran.

¿No es posible endurecer la represión de estas provocaciones en un país con 50.000 muertos y pendiente de una tercera ola pandémica? ¿Dónde está la Fiscalía, como ha pasado en Francia, para investigar un posible delito contra la salud pública entre semejante nido de infecciosos potenciales?

¿Qué pensará el hostelero de Sevilla sancionado el mes pasado por entregar un pedido de comida para llevar, diez minutos más tarde de la hora de cierre?

Cambiando de asunto. Si se reclama más contundencia para castigar a quienes defecan sobre el orden establecido también hay que pedir una mayor velocidad a la hora de vacunar a los más expuestos a las consecuencias mortales del contagio.

Como ya está haciendo Alemania, los 27 deberían exigir a Pfizer, Moderna y AstraZeneca un mayor esfuerzo en la producción de viales una vez que todos cuenten con las oportunas licencias.

España cuenta con el privilegio de tener una red de atención primaria que no existe en otros países del entorno capaz de administrar masivamente el fármaco. Solo hace falta contar con los viales suficientes porque la profesionalidad de nuestros sanitarios está más que demostrada.

Sin embargo, la primera semana de administración ha sido desmoralizante ya que apenas se ha cumplido con un 18 por ciento de lo escasamente programado.

Si la cosa no mejora y si no llegan más dosis, al ritmo actual de vacunación en la Región se tardará medio año en inmunizar a un 10 por ciento de los murcianos. Así que démonos prisa, por favor.