Se dice que al agitar un ala de mariposa en un extremo del mundo puede provocar un huracán en el otro extremo. Esa frase, hoy tan popularizada, pero que tanta gente ignora su significado, creo que es de Lao Tsé. O sea, sabiduría oriental antigua. E intemporal. Esto es, aplicable a toda época o circunstancia€ Y que suelen ser leyes naturales que funcionan al pelo, aunque no al pie de la letra. Como la ley de causa y efecto mismamente. En pocas palabras, que cada acción tiene consecuencias. Por ejemplo:

Acto I.- Yo voy y compro on line un producto, aunque sean de esos que se milanuncian por cientos de empresas retuiteadas, que vale 0,75 €, y que, al cabo del tiempo, recibes de una firma china, habiendo pagado anticipadamente su escaso importe (más dos o tres euros de portes), y que coincide en mayor o menor grado, o no, con lo pedido, cumpliendo en menor o mayor grado, o no, su cometido, que ya no sé si sus expectativas€

Acto II.- Este multicomercio en línea, cualquiera que sea, por conocido, grande o pequeño que fuera, se desarrolla siempre desde gigantescas instalaciones logísticas de interminables pasillos y eternas alturas a los que hay que servir y atender como hormigas en continuo ajetreo. El tipo de empleo que genera es de cientos de miles de jóvenes supermalpagados, cuyo horizonte y techo profesional en la compañía se limita a ser Jefe de Pasillo - 80 euros más - y que no suelen durar más allá de los 40 años porque su enfermedad profesional (articulaciones hechas polvo) los jubila para esa labor, siendo reemplezados por otros más jóvenes, en una inacabable cadena de precariedad manifiesta.

Acto III.- Una vez fuera, para que el articulico llegue a sus manos, se fomenta otro tipo de sub-trabajo no menos ínfimo que el de los servidores de almacén: los archiconocidos por riders, repartidores libres. Su otro nombre: el de falsos autónomos. Un ´emprendimiento' sin ninguna cobertura social y de bajísima calidad laboral€ El sangrante sarcasmo que usan estos empleadores en sus falsas campañas de justificación es que motivan el éxito profesional de jóvenes, cuyas aspiraciones se colman al servicio de tan exitosas compañías, a las que hemos convertido en las mayores fortunas mundiales (Recomendable ver la película Sorry We Missed You, de Ken Loach).

Acto IV.- Mi compra del articulillo, unida a millones de compras tan compulsivas y descerebradas como la mía, ya ha pasado de aletada de mariposa a bofetada de otra cosa, porque se ha convertido en motivo directo del cierre del pequeño comercio y de proximidad. Comercios de los que, muy dignamente además, vivían una familia de convecinos y daban trabajo igual de digno a otros cercanos, que pagaban sus impuestos a nuestra comunidad, a nuestro pueblo, y que mantenían vivas y en servicio nuestras calles€ Pero el aletazo de la mariposa sigue aún su curso€

Acto V.- La merma de impuestos del pequeño comercio en los municipios cada vez es mayor, y eso revierte en las prestaciones revertidas al ciudadano. La única forma de compensarlas es subiendo los impuestos directos al mismo ciudadano, o empobreciendo los servicios prestados. Los huecos dejados por esos cierres se vuelven de aperturas efímeras, y cada día cuesta más trabajo cubrirlos de nuevo, como cada día también, su ocupación es más precaria, dejando, al final, una triste y amplia mella, en los pueblos y en los bolsillos€

Acto VI.- El triste final es la pérdida de los cascos históricos, de los centros urbanos de pueblos y ciudades, en los que solo se ven bajos cerrados donde antes hervía la vida, la animación y el movimiento económico. Los pisos sobre tales comercios son ocupados por las capas pobres de la inmigración, que no puede pagar lo que costarían en su pujanza, pero sí lo que valen en su decadencia. Los centros urbanos, poco a poco, mueren, y se convierten en fantasmas de lo que un día fue ese pueblo o esa ciudad€ La manera de animarlos es invirtiendo dinero público (de todos nuestros bolsillos): parques, museos, conservación de zonas de interés€ esto es, un incremento impositivo de tasas considerable a nuestras expensas, si no queremos ruina a nuestro alrededor. O sea, lo que antes nos costeaban los bajos comerciales, además de dignos empleos, hoy hemos de costearlos los vecinos del empobrecido alrededor, si es que queremos que nuestro patrimonio conserve el valor que tuvo€ O eso, o vivir en un entorno decadente y fantasmagórico€

Esta es la secuencia de las consecuencias de nuestros actos. Nos guste o no. Les asuste o no€ Miren a su alrededor, y si ven en su localidad algún indicio de las etapas que cito aquí, sepan que el proceso ha comenzado. Y les advierto: ni la calidad del empleo, ni la cuantía de los impuestos, ni la aportación de bienestar y riqueza es comparable, ni de cerca, al que ofrecen los unos con los que ofrecían los otros€ Se lo garantizo. Y lo digo muy en serio€