Hay algo más que confirma la nebulosa en que vivimos. Salvador Illa, el ministro socialista de Sanidad, confirmó hace unos días que no iba a encabezar la lista del PSC en Cataluña porque lo iba a hacer Miquel Iceta. Pero, en cambio, es Illa el que es cabeza de lista en lor de la vacuna. Tenemos un candidato y una vacuna como fórmula propagandística. La izquierda, que ha expresado continuamente que no habría que recurrir a aprensiones generales para hacer campaña, se define muy al contrario maravillosamente.

¿Por qué lo hace? Por partidismo populista. Creo que Illa es un majara absoluto de la pandemia, un tipo que no ha sabido tocar la tecla justa en el momento que habría que tocarla, seguramente no debido a lo que piensa sino a lo que imponen. Pero esta es la opinión de una persona que ve cómo un Gobierno se hunde en la ineficacia de una gestión aunque, hay otros, mayormente los que siguen el No-Do de los telediarios, que pueden apreciar algo distinto. Ellos creen, por algún o otro motivo, que este Gobierno lo está haciendo bien. Pues no, yo creo que este es el peor Gobierno que nos podía tocar en un momento extremadamente delicado. Dividido en su propia esencia, condicionado por la presión de sus socios independentistas. Yo si hubiera votado al PSOE, uno de los partidos con vocación de poder, estaría tremendamente intranquilo con esta especie de infame deriva que le lleva a aceptar como potables las cuestiones políticas más indigestas.

No veo a un partido supuestamente socialdemócrata en esta urdimbre tan zafia contra los intereses de los ciudadanos en general. Pienso que el PSOE debe aspirar a un electorado distinto al de la militancia extremista, aún teniendo en cuenta que la suya se ha radicalizado hasta volverse podemita y por tanto peronista. Para un país europeo es una tragedia tener que prescindir de la socialdemocracia, que es una de las dos teclas donde hay que tocar.