Como tienes que venir a las cero horas de cuando las uvas van a ser más amargas que de costumbre, tenía que decirte algunas cosas, antes de que tu primo el desgraciado del Veinte se retire, para quedar en un mal recuerdo:
Vengas cuando vengas, deja atrás el peso.
Quema las maletas, tira tu champú.
Tengas lo que tengas, dame lo que quieras
a plazos o enteras, como veas tú.
Hagas lo que hagas, hazlo porque quieres,
no pongo deberes y no paso lista.
Vistas como vistas, falda o pantalón
no te me disfraces, para la ocasión.
Casi se nos acaba la fe en la esperanza cuando te vemos acercarte. Que sepas que te vamos a recibir con el ojo metido en el microscopio y el abrazo congelado desde hace meses. Que somos un montón de millones con la parte humana de la sonrisa tapada por un trapo y un montón de miles de los que sólo nos va a quedar el recuerdo de las suyas. Que sepas que no vienes en buen año, porque estamos hartos, enfermos, cansados y muy cabreados. Ya te puedes comportar, Veintiuno, porque venimos de un sitio lleno de daño y miedo, y no va a ser tan fácil que nos conquistes con tu carita de recién nacido:
Vengas cuando vengas, ve sin salvavidas,
sin paracaídas y sin afeitar.
Digas lo que digas, dilo sin sedante,
fuerte y al semblante, lo puedo encajar.
Haga lo que haga, que sea sincero,
sin quizás, sin pero y sin avalistas.
Vistas como vistas, seda o algodón,
no te me disfraces para la ocasión.
Quería que supieras que vienes a un lugar donde hay muchas personas que están sin trabajo y muchos lugares que no tiene personas a quien atender. Que los escenarios se vaciaron tan deprisa como los patios de butacas de los teatros y que está costando mucho reconstruir los sueños. Quiero que sepas que nuestros hijos y sus profesores se la juegan cada mañana por enseñar y por aprender, que nos guardamos las distancias mucho más que antes y que no reconocemos a la gente por las calles, porque sólo vemos ojos que controlan y quedan menos ojos de los que te miran con ternura.
Tienes que saber que cada vez tenemos más camas en los hospitales con gente que se pone a morir y personas que los cuidan muchas horas para que no se mueran. Y que esas personas se quitan la bata y se entregan a sus familias tras cada batalla:
No te quiero retener.
Si te da el punto te vas.
Y aunque me veas mirar,
baila como tú quieras bailar.
Así que ya lo sabes, chaval. Gasta formalidad y crece sano, que todos lo vamos a agradecer. Y a tu primo el Veinte, si te cruzas con él en el último minuto, le dices de mi parte que le den.
Codazos cordiales.