El pacto de ´posición común´ firmado en Toledo por todos los partidos políticos menos Vox tiene varios objetivos. El más importante y visible es acabar con el Trasvase Tajo-Segura, pero no es el único, ni siquiera el más inmediato. La misión del pacto y su verdadero objetivo es implantar en España una determinada ideología para ejercer el mando sobre el agua.

Las oligarquías progresistas han decidido colocarse en la misma ´posición común´ en una gran variedad de temas (no solo el agua) con la idea de aislar a Vox, para dejarlo fuera del espacio sagrado de lo políticamente correcto. Los esquemas del consenso son bien conocidos y tienen su plasmación en ese pacto contra el Levante español: es el ideario de la Agenda 2030 para la hegemonía del mundialismo de base ecologista radical.

Nadie puede escandalizarse de que el PP manchego haya firmado ese pacto y que lo abrace su dirección nacional. La ridícula iniciativa del presidente de Murcia, López Miras, con la creación de un ´frente´ para combatir al PP manchego, no ha contado con la Comunidad Valenciana ni tampoco con Andalucía, dejando en evidencia la defenestración de la agricultura a manos de la oligarquía de todos los partidos, que ahora comparten la misma ideología del agua: sequía para todos.

La pregunta no es cuándo caerá el Trasvase Tajo-Segura o qué cantidad de agua se enviará en el futuro para tener «un Mediterráneo sin sed». La obra del Trasvase ha entrado ya en un plan de obsolescencia programada que nadie podrá evitar tras la firma de este pacto entre todas las fuerzas políticas. Y no solo porque lo diga la posición común de Toledo. El Trasvase caerá porque lo exige el modo de pensamiento político dominante para la gestión del agua, impuesto por la Agenda 2030. Una trampa para el PP y el resto de partidos confeccionada bajo la dirección de Pablo Iglesias.

Nadie puede alegar ignorancia ni su propia torpeza para no ver lo que hay en la sala de operaciones del Gobierno socialcomunista. Y además, lo están diciendo por escrito en el pacto de Toledo de diciembre de 2020: la política de agua debe obedecer al designio del cambio climático, basarse únicamente en recursos disponibles y orientarse a la conservación ambiental.

Y añaden: debemos seguir la estrategia global de la Agenda 2030, con sus 17 objetivos de progreso, para favorecer la resiliencia del sistema social tratando el agua como un derecho humano fuera del mercado para no consolidar la demanda de los territorios deficitarios.

¿Qué significa todo esto? Significa que los partidos políticos han definido la ideología del agua conforme a los postulados del marxismo cultural. No es un bien comercial para intercambios, es decir, no puede ser objeto de trasvases porque la finalidad del agua es aprovisionar los ecosistemas para mitigar el cambio climático y desarrollar la biodiversidad. La gobernanza del agua no consiste en decisiones sino en pactos, en acuerdos de consenso donde participen ´con protagonismo´ las autoridades regionales. Además hay que auditar, para desenmascarar el sistema fraudulento de los regadíos, su consumo y almacenamiento trucado y el mal estado de las aguas subterráneas por las prácticas agrarias. Y lo más importante: limitar las transferencias a momentos de necesidad real, justificada caso a caso porque los trasvases, y en especial el Tajo-Segura, no pueden seguir respondiendo a ´demandas ilimitadas´ que despojan las necesidades de los demás.

El final del Trasvase está muy claro con este relato trucado y convertido en verdad oficial. Según el pacto logrado por los partidos, el agua está el servicio del medio ambiente y las acciones de verdadero progresismo comunitario. El nuevo modelo, que supera a la gestión tradicional, es un sistema de ´bolsas de agua´ que, como las colas del hambre en tiempos de miseria, solo abastecerá a los ´regadíos sociales´ elegidos por el poder. Quedan fuera los que no se rindan, los que no acepten la pobreza hídrica, es decir, los emprendedores que son criminalizados por explotadores y contaminantes.

A partir del pacto se van a quedar secos todos los que están en contra de los principios de la política social-comunista para los recursos hídricos. Con el aval compacto de PSOE-PP-Cs, el consenso políticamente correcto en torno al agua tiene unanimidad total.

Solo Vox se obstina en un plan nacional que permita compartir el agua entre todos los españoles. Únicamente Vox quiere usar el agua de forma productiva y rentable al servicio del bien común y gestionada de forma centralizada, conforme a un sistema nacional de recursos y suministros. En solitario Vox se niega a entregar al capricho de barones regionales un recurso esencial para la vida y la economía nacional. Nunca ha mostrado la ruina una estrategia tan clara con la política de agua.

Pero afortunadamente hay esperanza en Vox; no es que nos quedemos solos, es que solo queda Voxen la defensa de la unidad hídrica de España y en mantener como principio moral indiscutible la solidaridad entre sus regiones.